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Innovadores menores de 35

Inventores

Eduardo Lama (Perú), 27

Ento Piruw

Cría insectos de alto valor nutricional para luchar contra el cambio climático y contra la inminente crisis alimentaria

Se calcula que en 2050 el planeta tendrá, como mínimo, 9.000 millones de habitantes. Para satisfacer las demandas nutricionales de tanta gente, la producción de alimentos debería casi duplicarse. Pero la superficie de tierra disponible es escasa, la sobrepesca diezma los océanos y la crisis climática está reduciendo la eficiencia de la agricultura. Por todo esto, en 2013 la FAO recomendó la cría de insectos para consumo humano. La cría de estos animales invertebrados favorece el uso sostenible de los recursos naturales y, además, tienen un elevado valor nutricional. Así que, tras graduarse como ingeniero agrónomo, el joven peruano Eduardo Lama decidió empezar a criar el grillo doméstico Acheta domesticus para producir aperitivos a partir de ellos. Lamentablemente, se dio cuenta de que el enfoque no era sostenible, por lo que rápidamente descartó la idea.

Pero esto no mermó su interés por cultivar insectos. Siguió intentándolo con larvas del escarabajo Tenebrio molitor a las que alimenta con cáscaras de frutas y verduras desechadas por restaurantes locales. También, desarrolló un líquido compuesto por sustancias orgánicas que incrementa la voracidad de las larvas. De esta forma, el joven ha conseguido que los insectos crezcan mucho más rápido, un avance que le ha convertido en uno de los ganadores de Innovadores menores de 35 Latinoamérica 2019 de MIT Technology Review en español.

Además de contribuir al aumento de proteínas disponibles para alimentación, el interés de Lama por consumir insectos también tiene un componente ambiental. El joven explica: "La gente no es consciente de la huella ecológica de los alimentos que consume. Nadie siente la repercusión de su producción. La carne de vaca se va a volver carísima y necesitamos alternativas. Para producir un kilo de carne de vaca se usan entre 15.000 litros y 22.000 litros de agua. Nosotros usamos solo dos litros de agua, que además procede directamente de la cáscara de frutas y verduras".

Pero esta no es la única ventaja: el valor nutricional del insecto criado por Lama también es mayor que el de la carne de vaca. Las larvas de Tenebrio molitor están formadas en un 52 % por proteínas frente al 22 % de la carne bovina. Respecto al hierro, las larvas tienen 15,34 miligramos por cada 100 gramos de producto. En cambio, la carne de vaca aporta solo 1,9 miligramos de hierro, unas ocho veces menos. Por último, la solución de Lama también requiere menos espacio y emisiones de efecto invernadero. "En 10.000 metros cuadrados se pueden alimentar dos vacas. En cambio, se puede tener un millón de larvas en un solo metro cuadrado gracias al crecimiento vertical", explica el joven peruano.

A través de la start-up Ento Piruw, Lama comercializa el insecto machacado como suplemento nutricional en forma de barras proteicas ricas en hierro. También abastece de larvas a restaurantes peruanos como Central, el mejor de América y el sexto de todo el mundo según la revista Restaurant, y ha comenzado a producir espirulina a partir de algas y hongos.

El profesor de Física en la Universidad de los Andes (Colombia) Carlos Ávila Bernal, miembro del jurado de Innovadores menores de 35 Latinoamérica 2019, cree el proyecto de Lama "tiene un enorme potencial para resolver el problema de la alimentación en muchas comunidades".

- Por Fermín Grodira