Rubén Costa (España), 34
IMDEA Materiales
Su nueva generación de BioLED creados a partir de bacterias permite generar luz de manera más económica y saludable
Desde hace casi dos décadas, científicos de todo el mundo han estado debatiendo la misma pregunta: ¿es posible aprovechar las propiedades luminiscentes de algunos seres vivos como las bacterias para generar dispositivos de iluminación que no consuman electricidad? Hasta ahora, la respuesta a esta pregunta había sido no. Aunque hay algunos prototipos a pequeña escala, adaptar el concepto para iluminar el mundo es muy complicado. Las bacterias necesitan un medio acuoso para subsistir, y estabilizarlas para que soporten otro tipo de condiciones se consideraba inviable.
Pero el joven investigador español Rubén Costa ha logrado darle la vuelta a esta creencia. Junto a su equipo, han sido capaces de estabilizar proteínas fabricadas a partir de la bacteria E.coli fuera de un medio acuoso. Y con ellas en la mano, pueden fabricar BioLED fácilmente, un sistema de iluminación de bajo coste, ecológico y saludable con un rendimiento similar al de los LED comerciales actuales. Gracias a este avance, Costa se ha convertido en uno de los ganadores de Innovadores Menores de 35 Europa 2017 de MIT Technology Review en español. El joven explica: "Estabilizamos las primeras proteínas hace dos años y medio y todavía seguimos esperando a que se degraden, no han dejado de lucir".
Las bombillas LED de los hogares actuales emiten luz blanca mediante un chip de luz azul recubierto por un material inorgánico de luz anaranjada. Es la combinación de ambos tonos la que consigue el color blanco característico. Pero el pasado año, médicos de la American Medical Association (AMA) advirtieron de los posibles daños que esta tecnología podría causar en la salud humana y el medio ambiente.
Por un lado, la luz azul es el tipo de luz más potente y peligroso para el sistema visual humano y puede generar efectos adversos como la disminución de la agudeza visual, daños en la retina, alteraciones del sueño o pérdida del apetito, entre otros. Por otro lado, el fósforo inorgánico anaranjado (Inorganic Phosphor o IP por sus siglas en inglés) pertenece a un grupo de elementos químicos de las tierras raras, bautizados así por su escasez. Este fósforo se encuentra localizado en puntos muy concretos del planeta y su extracción, además de estar controlada por un grupo pequeño de países, es costosa y genera un impacto medioambiental muy alto.
La propuesta de Costa consiste en sustituir este fósforo inorgánico por sus proteínas biológicas más saludables, accesibles y económicas. "Las proteínas luminiscentes se pueden producir fácilmente en un laboratorio a partir de bacterias y en cualquier parte del mundo", explica el joven innovador. Y detalla su avance: "Lo que hemos hecho es coger esas proteínas y estabilizarlas mediante la combinación de dos polímeros en un material nuevo en forma de goma que sustituye al fósforo inorgánico y nos permite emitir una luz más pura y cercana a la del Sol".
Muy pronto este material se podrá aplicar a pantallas de ordenadores, televisores y móviles, así como en las luces de cualquier hogar y oficina. Su principal ventaja es que gracias a su tecnología, los dispositivos serán capaces de imitar la variabilidad del espectro lumínico del Sol a lo largo del día, lo que permitirá que cerebro y ojos se adapten de forma más natural a estas emisiones. Para ello, Costa está trabajando en detallar todos los aspectos de la tecnología para afianzar la búsqueda de inversores y empresas.
Para el profesor de física asociado a la Universidad Autónoma de Madrid (España), ganador de Innovadores menores de 35 España 2013 y actual miembro del jurado de Innovadores Menores de 35 Europa 2017, Jorge Bravo, "Rubén es un investigador con un historial científico impresionante y pionero en el desarrollo de esta tecnología que podría tener un impacto industrial muy significativo".