Alejandro Galindo (Bolivia), 33
Iris Automation
Sus drones con 'ojos' y 'cerebro' son capaces de volar de forma autónoma, y podrían convertirse en el nuevo estándar de la industria
Los drones están de moda. Hace unos años nadie habría pensado que estos pequeños aparatos voladores serían capaces de repartir suministros médicos en situaciones de emergencia y de encargarse del control de mantenimiento de una infraestructura. Pero todo esto ya es posible, y de hecho, el mercado de las aeronaves no tripuladas no para de crecer. Los ingresos de este mercado podrían superar los 10.000 millones de euros en 2020, según un informe de Gartner. El potencial de los drones parece inmenso, pero aún se enfrentan a retos técnicos y legales, como el hecho de no poder volar más allá de la vista del usuario o sus velocidades de desplazamiento de hasta 30 metros por segundo. Ambas situaciones limitan el margen de maniobra del piloto para evitar colisiones.
Cada vez hay más investigaciones que intentan superar estos retos convirtiendo a los drones en dispositivos autónomos, capaces de entender su entorno y su tarea. No obstante, suelen cojear por algún frente: el coste, el peso, el consumo energético o la potencia computacional. Para superar todos estos problemas, el responsable de I+D de la empresa Iris Automation, Alejandro Galindo, ha decidido combinar la inteligencia artificial con un sistema de detección visual. Gracias a esta propuesta, el joven se ha convertido en uno de los ganadores de Innovadores menores de 35 Latinoamérica 2017 de MIT Technology Review en español.
"Hay varios drones que ya pueden evadir ciertos tipos de colisiones. Pero funcionan a distancias muy, muy cortas y sólo pueden seguir al usuario o una ruta marcada", comenta Galindo, y añade: "La mayoría están diseñados para realizar tareas menores o de uso recreativo". El resultado de la combinación de IA y visión artificial es un dron capaz de analizar lo que ve en un rango de unos 500 metros y desarrollar nuevas rutas de vuelo, maniobras evasivas y aterrizajes de emergencia para evitarlo, de forma autónoma y segura.
El sistema de detección consiste en una pequeña cámara con un procesador de alta potencia (dispone de una CPU equivalente a la de un portátil estándar y una GPU de 1,5 Teraflops para satisfacer toda la potencia de cálculo necesaria). Aunque este procesador es de fabricación propia, la clave del producto está en su software que dota de inteligencia al dron para poder distinguir objetos sólidos inmóviles (como montañas, árboles y líneas de alta tensión) u objetos en movimiento (otro dron, aviones y pájaros, por ejemplo). "No se trata simplemente de evitar una colisión, gran parte de su labor es previa al vuelo", explica Galindo.
Su proyecto ya es una realidad. El producto se encuentra en su versión alfa y su primer modelo comercial (limitado a clientes corporativos) debería salir a la venta en diciembre de este año. Además de tener una inversión comprometida por valor de dos millones de dólares (1,8 millones de euros), la compañía ya está colaborando con otros grandes clientes para acabar de perfilar el software.
En el ámbito legislativo, Iris Automation está trabajando estrechamente con la división de investigación en drones de la NASA, con el Consejo Investigador Nacional de Canadá y con otros organismos reguladores para integrar el sistema anticolisión a la regulación existente. Sus aplicaciones potenciales podrían penetrar en todos los sectores de la industria, aunque Galindo tiene claro que descarta entrar en el desarrollo de aplicaciones militares.
El trabajo de este joven "tendrá un gran impacto en la industria de los drones, pero también en el resto de industrias de vehículos", valora la fundadora y directora ejecutiva de Globaltech Bridge (EEUU), Constanza Nieto. Para esta miembro del jurado de los premios Innovadores menores de 35 Latinoamérica 2017, el hecho de que "la tecnología esté siendo probada, haya levantado capital y ya tenga potenciales clientes preparados para adoptar su tecnología, es una gran prueba del potencial de su solución".