Svenja Hinderer (Alemania), 32
Instituto Fraunhofer de Biotecnología e Ingeniería de Interfaces
Su válvula cardíaca artificial dirige a las células madre para crear una nueva versión natural que crece con el paciente
Svenja Hinderer quiere evitar que los niños con trastornos cardíacos se vean obligados a someterse a numerosas operaciones periódicas. Por eso, esta ingeniera de 32 años está desarrollando una válvula cardíaca artificial que incita al cuerpo a regenerar una nueva válvula propia. Gracias a este avance, Hinderer se ha convertido en una de los ganadores de Innovadores menores de 35 Europa 2017 de MIT Technology Review en español.
Ya existe un amplio abanico de válvulas de reemplazo. ¿Por qué se necesita otra?
Los implantes biológicos, como los que emplean tejido de cerdo, sólo duran unos 15 años, mientras los implantes mecánicos duran unos 25 años. Eso significa que muchos pacientes han de someterse a múltiples operaciones durante el transcurso de su vida. Y, lo que es más importante, aún no existe ninguna válvula que crezca junto al paciente. Como resultado, los niños necesitan recibir un implante nuevo entre cada dos y tres años hasta que llegan a la edad adulta. Mi objetivo consiste en desarrollar una válvula cardíaca que crezca junto al receptor. O, más específicamente, una que incite al cuerpo a desarrollar su propia válvula orgánica.
¿Cómo funcionaría?
Con un material que incita al cuerpo a reconstruir una matriz extracelular propia. Puedes imaginarte esta matriz como la estructura de una casa. Cada tipo de tejido tiene su propia matriz, y en el cuerpo humano estas están compuestas por células madre. La intención es que entren y empiecen a construir la estructura mientras desmontan el material artificial introducido en primer lugar. El resultado final sería una válvula de corazón natural: ese es el sueño.
¿Cuánto le falta para convertir ese sueño en realidad?
He desarrollado un material a partir de polímeros cuyas fibras y poros son muy similares a la matriz extracelular natural. La superficie de estas fibras se ha recubierto con proteínas específicas identificables por las células y que se adhieren a sus receptores. Cuando la proteína se ha adherido, le da instrucciones le da instrucciones a la célula sobre cómo debe comportarse. La teoría es que de este modo las células se sienten en casa. En otras palabras, empiezan a reconstruir su matriz por sí solas.
¿Y qué aspecto tiene eso en la práctica?
In vitro (es decir, en un tubo de laboratorio) y con células humanas, he demostrado que las proteínas atraen a las "células correctas", en este caso, células madre procedentes de la sangre. Estas se adhieren, crecen y empiezan a construir una nueva matriz extracelular específica a ese tejido, y también satisface todos los requisitos mecánicos. El corazón humano ejerce presiones de entre 120 mm/Hg y 80 mm/Hg al latir, y bajo estas condiciones la válvula retiene la sangre, se abre y se cierra correctamente.