
Los lectores más atentos habrán notado mi ausencia durante las últimas semanas. He estado recuperándome de una enfermedad.
Eso me llevó a reflexionar sobre el sistema inmune y lo poco que sé sobre mi propia salud inmunológica. La gran variedad de células, proteínas y biomoléculas que nos protege de las enfermedades es increíblemente compleja. Incluso los inmunólogos están aún intentando comprender cómo funciona todo ese entramado.
Quienes no somos inmunólogos estamos aún más a oscuras. Me puse la vacuna contra la gripe la semana pasada y no tengo ni idea de cómo respondió mi sistema inmune. No sé si me protegerá del virus este invierno, o si tal vez esté «estresado» por los otros virus que ha combatido en los últimos meses. Como mi marido se vacunó al mismo tiempo, no puedo evitar preguntarme cómo responderán nuestros cuerpos.
Por eso me llamó la atención una nueva prueba que está en desarrollo para medir la salud inmunológica. Una que incluso te puntúa.
El periodista David Ewing Duncan esperaba que esta prueba le revelara más sobre su salud que cualquier otra que hubiera realizado anteriormente. Describió su experiencia en un artículo publicado conjuntamente por MIT Technology Review y Aventine.
La prueba que realizó David fue desarrollada por John Tsang, de la Universidad de Yale (New Haven, EE UU), junto a su equipo. Su objetivo era encontrar una forma de medir cuán saludable es el sistema inmune de una persona.
No es tarea fácil por varias razones. La primera es la definición misma de «salud». Es un concepto difuso que se vuelve más complejo cuanto más se reflexiona sobre él. Sí, todos tenemos una idea general de lo que significa estar sano. Pero, ¿es simplemente la ausencia de enfermedad? ¿Tiene que ver con la resiliencia? ¿Está relacionado con la capacidad de resistir el envejecimiento?
Tsang y sus colegas querían medir la «desviación respecto a la salud«. Analizaron muestras de sangre de 228 personas con enfermedades inmunológicas causadas por mutaciones en un solo gen, así como de otras 42 personas sanas. Todos ellos podían situarse en un espectro de salud.
Otro gran reto reside en intentar entender la complejidad del sistema inmune, que implica cientos de proteínas y células interactuando de múltiples formas. El año pasado, MIT Technology Review reconoció a Ang Cui, de la Universidad de Harvard (Cambridge, EE UU), como una de sus Innovadoras menores de 35 años por sus esfuerzos para entender este sistema mediante aprendizaje automático. Cui creó el Immune Dictionary, una herramienta que describe cómo cientos de proteínas afectan a las células inmunes, algo que ella compara con una «tabla periódica» del sistema inmune.
Tsang y su equipo abordaron el desafío realizando una serie de pruebas sobre esas muestras de sangre. La diferencia entre esas pruebas y las que uno se hace en una consulta médica residía en la amplitud: estas medían muchos más valores en la sangre. El equipo examinó cómo se expresaban los genes en las células sanguíneas, midió distintos tipos de células inmunes y más de 1.300 proteínas.
Utilizaron aprendizaje automático para encontrar correlaciones entre estas mediciones y la salud, lo que les permitió crear una puntuación de salud inmune para cada voluntario. La han denominado immune health metric, o IHM.
Cuando aplicaron este enfoque a personas que ya habían participado en otros estudios, descubrieron que el IHM parecía alinearse con otras métricas de salud, como la respuesta a enfermedades, tratamientos y vacunas. El estudio fue publicado el año pasado en la revista Nature Medicine.
Los investigadores detrás de este estudio confían en que, algún día, una prueba como esta pueda ayudar a identificar a personas con riesgo de desarrollar cáncer u otras enfermedades, o explicar por qué algunas responden de forma distinta a tratamientos o vacunas.
Pero la prueba aún no está lista para su uso clínico. Así que si, como yo, tienes curiosidad por conocer tu propio IHM, tendrás que esperar.