
Alguien que conozco se convirtió en conspiranoico prácticamente de la noche a la mañana.
Fue durante la pandemia, y de repente empezó a publicar a diario en Facebook sobre los supuestos peligros de las vacunas contra la covid y el uso de mascarillas, advirtiendo de un intento por controlarnos y mantenernos en nuestro sitio. Según él, todo había sido planeado por el gobierno; formaba parte de una trama más amplia orquestada por una élite de pedófilos en la sombra que dirigía el mundo. El Foro Económico Mundial estaba implicado de algún modo, y Bill Gates, por supuesto. Las afirmaciones se volvían más disparatadas cada día. No siempre lograba seguirle el hilo.
Como periodista especializado en ciencia y tecnología, sentí que tenía el deber de responder. Así que lo hice, publicando de vez en cuando largas réplicas para desmontar sus argumentos. Pensaba que los hechos (aunque inciertos en aquel momento) bastarían para convencerle. Pero lo único que recibí fue burla. Al parecer, yo era el ingenuo. Al final, decidí bloquear a esta persona por el bien de mi salud mental.
A lo largo de los años, desde entonces, me he preguntado muchas veces: ¿Podría haber hecho más? ¿Hay cosas que podría haber hecho de otra manera para ayudarle a volver a la realidad y hacerle ver las cosas con claridad?
Debería haber hablado con Sander van der Linden, profesor de psicología social en la Universidad de Cambridge (Reino Unido). Es autor de Foolproof, un libro sobre la desinformación y cómo podemos volvernos menos vulnerables a ella.
Como parte del especial de MIT Technology Review sobre conspiraciones, lo llamé para preguntarle: ¿Qué aconsejaría si un familiar o amigo empieza a mostrar señales de haber caído en la madriguera conspirativa?
Paso 1:
Empezar con el ‘pre-bunking’
La mejor forma de evitar el torbellino de las teorías conspirativas es, por supuesto, no entrar en él. Esa es la idea detrás del pre-bunking, un enfoque para enfrentar las conspiraciones que funciona de forma muy parecida a una vacuna (ironías de la vida) contra una enfermedad. Al recibir una especie de ‘inoculación’ con conocimientos sobre cómo funcionan las teorías conspirativas, estamos mejor preparados para reconocerlas cuando nos las encontramos.
El concepto proviene de los trabajos realizados en los años sesenta por el psicólogo social William McGuire, quien buscaba formas de proteger a los soldados estadounidenses frente a posibles intentos de adoctrinamiento por parte del enemigo. Fue él quien propuso la idea de una “vacuna contra el lavado de cerebro”.
«Los conspiranoicos tienden a reaccionar negativamente ante los intentos de refutación y verificación de hechos… se vuelven más agresivos y se aferran aún más a sus creencias», explica van der Linden. «Pero con el enfoque del pre-bunking, parecen estar más abiertos a considerarlo».
Uno de los métodos más eficaces de pre-bunking consiste en evitar discutir sobre los hechos concretos y, en su lugar, mostrar a las personas cómo podrían estar siendo manipuladas. Esto funciona especialmente bien como parte de una campaña más amplia de alfabetización mediática, si se logra llegar a la gente antes de que esté expuesta a la desinformación y las teorías conspirativas. Aun así, Van der Linden afirma que el pre-bunking también puede funcionar como una especie de terapia para quienes ya han sido parcialmente radicalizados. (Como ocurre con una infección, la idea es que siempre es mejor evitar contagiarse que tratar los síntomas después).
El objetivo es ayudar a las personas a entender qué técnicas retóricas se han utilizado sobre ellas. Les da la oportunidad de reflexionar sobre cómo pudieron ser engañadas. Tal vez cayeron en narrativas emocionales (que usan señales afectivas para reducir la capacidad crítica frente a los argumentos centrales) o en falsas dicotomías (que presentan un tema como si solo tuviera dos lados, obligando a elegir uno). «Una de las cosas que hemos descubierto es que los conspiranoicos odian la manipulación, y detestan la idea de haber sido manipulados», señala van der Linden.
«Lo que hago es tomar distancia y desmontar las técnicas de manipulación [y preguntar]: ¿Quién se beneficia de esto? ¿Quién gana dinero con ello? ¿Cuáles son sus incentivos? ¿Y podrías estar siendo engañado?»
Para escalar este enfoque, él y su equipo colaboraron con Google Jigsaw (una iniciativa centrada en proyectos de interés público) para producir vídeos de pre-bunking que se publicaron en YouTube. También desarrollaron varios juegos en línea de pre-bunking que exponen engaños comunes, como Bad Vaxx, lanzado este verano, que ayuda a identificar técnicas de desinformación frecuentes en la comunidad antivacunas. En un estudio publicado en agosto, se demostró que el juego era altamente eficaz para mejorar la capacidad de las personas para detectar información falsa.
Paso 2:
Validar algunos aspectos de su visión del mundo
El siguiente enfoque puede parecer extraño para algunos. En esencia, se trata de estar de acuerdo con el creyente en teorías conspirativas, al menos en parte.
«En general, si quieres iniciar una conversación con alguien, suele funcionar mejor si primero validas su visión del mundo antes de plantear un argumento desafiante», explica van der Linden.
La forma de hacerlo es reconocer que, en ciertos casos, las conspiraciones han resultado ser reales. Watergate fue una conspiración auténtica. Las farmacéuticas han sido descubiertas conspirando para engañar al público en el pasado. Pero eso no significa que todas las teorías conspirativas sean ciertas.
«Primero validas su punto de vista: que hay personas malintencionadas que a veces conspiran. Y luego dices: vale, pero esta no», señala van der Linden, quien llama a este enfoque una “puerta de entrada”.
Al reconocer que las conspiraciones existen, haces saber a la persona que no estás rechazando todo lo que dice—tu objeción se centra en una creencia específica.
«Mira, el fraude financiero ocurre, ¿verdad? Y hay contables forenses y otros profesionales que detectan y procesan conspiraciones de ese tipo», comenta. «Pero las personas que buscan en Google desde su sótano conspiraciones de pedófilos satánicos no van a llegar a pruebas reales. Y ahí está la diferencia».
Paso 3:
Hablarles sobre el consenso científico o social
Uno de los problemas de las teorías conspirativas en la era de las redes sociales es que resulta muy fácil reafirmar nuevas creencias, encontrar comunidades que también las sostienen y relacionarse únicamente con esas personas. En poco tiempo, uno puede llegar a pensar que una teoría determinada está mucho más extendida de lo que realmente está.
Puede ser útil hacerle ver al conspiranoico que su visión es bastante marginal, o al menos no compartida por la mayoría de expertos. Si se puede presentar el consenso científico real sobre un tema (por ejemplo, que la inmensa mayoría de los científicos del clima cree que el cambio climático antropogénico es real y representa una amenaza actual), eso puede tener efecto en personas que están en riesgo.
«A la mayoría de la gente no le gusta sostener opiniones extremistas», afirma. «Así que cuando se dan cuenta de que sus ideas están muy fuera de la norma, eso no les gusta».
Este enfoque tiene resultados mixtos, pero Van der Linden señala que puede ser especialmente eficaz cuando se trata de teorías conspirativas relacionadas con temas científicos, como el clima o las vacunas.
Sin embargo, Van der Linden subraya que este enfoque funciona realmente bien solo con personas que están empezando a coquetear con las teorías conspirativas, pero que aún no han caído del todo. Para quienes ya están completamente comprometidos con la teoría, este tipo de intervención puede caer en saco roto.
«Funciona peor con los conspiranoicos acérrimos porque están motivados por una necesidad de sentirse únicos, como si todos los demás fueran ‘borregos’, y ellos quieren destacar. Así que ser diferente a la norma es precisamente lo que les da impulso», advierte.
Paso 4:
Mostrarles ejemplos de personas que han salido del pensamiento conspirativo
En casos extremos, escuchar a alguien que estuvo profundamente radicalizado pero logró liberarse puede ser muy eficaz, afirma Van der Linden.
En su trabajo con personas que creen en conspiraciones, suele utilizar citas o historias de antiguos creyentes o de personas que estuvieron bajo el control de una secta.
Por ejemplo, Brent Lee, un ex defensor de la teoría conspirativa del 11-S y alguien que llegó a creer en múltiples conspiraciones, dedica ahora su tiempo a ayudar a otros conspiranoicos a cuestionar sus creencias. Participa en conferencias y pódcast hablando de su experiencia en ese mundo.
Alguien «que estuvo dentro de esos grupos», dice Van der Linden, «puede ser mucho más persuasivo, a veces, que cualquier científico o persona externa».
Paso 5:
Hacerles saber que te importan—y estar atentos a señales de aislamiento
Por último, simplemente estar atentos a cambios en el comportamiento de familiares y amigos puede ser vital.
Las señales de alerta incluyen volverse visiblemente cerrados a otras explicaciones sobre lo que ocurre a su alrededor. «Cuando las personas empiezan a desconectarse de otras interpretaciones del mundo», señala van der Linden, «ese suele ser el camino hacia una mayor radicalización».
Otro indicador importante es cuando empiezan a mostrar una baja confianza en fuentes oficiales, añade. «Cuando la gente pierde la fe en los medios tradicionales, en las explicaciones oficiales, eso les empuja hacia fuentes alternativas que suelen difundir teorías conspirativas».
Vale la pena observar si nuestros seres queridos están empezando a aislarse de quienes les rodean, algo que suele ser una señal preocupante. Si alguien está en riesgo de radicalizarse en línea, necesita tener cerca personas que «le distraigan constantemente, que cuestionen esas ideas y que puedan ayudarle a volver a la realidad», concluye van der Linden.
«Lo que he aprendido es que la mejor forma de evitar que alguien se radicalice es, en realidad, mantener el contacto, porque lo que suele ocurrir es que empiezan a aislarse debido a sus creencias marginales, y eso les lleva a volverse más extremos, a perder aún más confianza, y eso los hace más vulnerables a la radicalización».
«Así que, en realidad, sacar a la gente del ordenador, hacer cosas sociales y mantener el contacto de forma regular es una de las mejores defensas», afirma van der Linden.
Por último, si tienes la oportunidad de sentarte a hablar con ese familiar o amigo al que intentas ayudar, hay un enfoque que puede abrir una vía de comunicación: hacerle saber que te importa su bienestar, y que por eso estás ahí. Mostrar que, aunque no compartes esa creencia concreta, eso no cambia lo que sientes por esa persona.
«Basta con decir: “Mira, eres mi hermano, mi hermana, eres parte de mi familia. Te quiero. Me importas”», dice van der Linden. «Necesitan algún tipo de validación».





