Inteligencia Artificial
Conozca al robot que podría salvarnos de los tsumanis de verdad y a bajo coste
Wave Glider se echará al mar en mayo para monitorizar una isla volcánica inestable de la costa de Japón. Si funciona, podría sustituir a las boyas actuales, que son 10 veces más caras
Un robot marino que hace de centinela contra tsunamis podría ser justo lo que se necesita para salvar vidas ante un desastre.
Esa es la idea de un equipo de unos investigadores japoneses y que están a punto de poner en marcha en los alrededores de la nueva isla volcánica de Nishonoshima (Japón). Desde que se asentara en la superficie en 2013, la isla ha entrado en erupción repetidas veces, lo que supone una amenaza continua para los desplazamientos submarinos en las islas pobladas de los alrededores.
En octubre, el investigador de la Universidad Kobe (Japón) Hiroko Sugioka echó su invento al mar, un robot autónomo Wave Glider equipado de hidrófono, micrófono, cámara rápida y una conexión por satélite. Quería hacer una prueba por la costa de Nishonoshima. Fabricado por Liquid Robotics, el autómata se aprovecha de la energía del oleaje y energía solar para funcionar durante hasta un año sin combustible. La versión de Sugioka está diseñada para comunicarse con un paquete de sensores colocado en el suelo marino. El aparato analiza los cambios en la presión del agua y los campos magnéticos para buscar señales de la formación de un tsunami. Esto permite que un centro terrestre de tsunamis emita una señal de alarma en cuestión de entre tres y cuatro minutos después de su detección, tiempo suficiente para que la gente se dirija a terrenos más elevados.
Una de las principales ventajas del sistema, como explicó Sugioka a la revista Scientific American, es su relación coste-efectividad. Las boyas de detección de tsumanis en alta mar también pueden transmitir esa información rápidamente mediante un enlace de satélite, pero requieren muchos kilómetros de cable para anclar las boyas al suelo marino, algo que Sugioka calcula que hace que sean 10 veces más caras que su sistema.
Los costes han sido uno de los elementos que hacen dudar que de las boyas cumplan con su misión. En marzo de 2016, se produjo un terremoto de 7,8 en la escala Richter en la costa de Sumatra (Indonesia). La red de boyas de la zona más bien fracasó en su intento de proporcionar lecturas que indicaran si se había generado una ola y cuán grande era. Como resultado, las autoridades indonesias tuvieron que emitir una advertencia global a partir de las lecturas sísmicas del terremoto. Cientos de miles de personas huyeron, y esperaron durante horas para comprobar si llegaba a tierra una gigantesca ola. Nunca llegó.
En Japón, aún está fresco el recuerdo del terremoto Tohoku, de magnitud 9,0, que en 2011 generó un tsunami masivo y que fue mal pronosticado. Sugioka planea que su robot empiece a monitorizar Nishinoshima a tiempo completo en mayo. Si las pruebas salen bien, el sistema podría ser replicado y desplegado allí donde aceche la amenaza de tsunamis.
(Para saber más: Scientific American, Wall Street Journal, Ocean-Faring Robot Cashes In on Offshore Oil and Gas)