El software Amy está especializado en gestionar tu agenda lo que limita su capacidad de hacer otras tareas que educadamente rechaza
Recientemente contraté una asistente personal llamada Amy. Mi nueva ayudante es increíblemente atenta y diligente, pero también un poco rara. Para empezar, parece estar completamente obsesionada con la planificación de reuniones y básicamente se niega a hablar de cualquier otra cosa.
Amy no es una persona real sino un agente de software que existe en algún lugar de la nube y se comunica con mis contactos y conmigo por correo electrónico, ayudando a convocar y reprogramar reuniones y otras citas. El software está siendo desarrollado por una empresa llamada X.ai, que espera crear algo que parezca prácticamente indistinguible de un ser humano real, gestionando agendas con cuidado, tacto y suma atención al detalle.
Al contactar por primera vez con Dennis Mortensen, el fundador y CEO de X.ai, le pidió a Amy que planificara una reunión telefónica. No fue hasta después de varios correos que me di cuenta de que Amy no era su asistente de verdad sino la tecnología en cuyo desarrollo lleva un año su empresa.
"Se celebran unas 10.000 millones de reuniones cada año en Estados Unidos", me comentó Mortensen cuando visité las oficinas de su empresa en el centro de Manhattan, Nueva York (EEUU), hace poco. "Esa es mi cifra objetiva. Simplemente no concibo un futuro, dentro de 15 años, donde las reuniones se sigan concertando de la misma manera. Tiene que desaparecer".
El enfoque de la empresa es similar al que emplea Siri de Apple o Cortana de Microsoft, pero es capaz de analizar lenguaje más complejo dentro de un área específica. "Desde un punto de vista tecnológico, podría existir una oportunidad para crear estos verticales de inteligencia artificial que desde luego no podrían reemplazar completamente a los humanos, pero son muy buenos empleados para una tarea concreta", dice Mortensen.
La otra gran diferencia, claro está, es que cuando Siri no te entiende correctamente, las consecuencias no son tan graves como el envío de un cliente nuevo al lugar de la reunión en el momento equivocado.
Aun así, es un enfoque interesante para el desarrollo de aplicaciones útiles para la inteligencia artificial. Sigue siendo increíblemente difícil habilitar una máquina para que pueda conversar con personas de manera convincente; el significado de una frase puede cambiar de forma dramática en función de ligeros cambios gramaticales, información previa y la comprensión contextual. Por eso, X.ai ha optado por limitar la envergadura de las habilidades conversacionales de Amy a la programación de reuniones y nada más, con la esperanza de que así el reto se vuelva más asequible, aunque Mortensen reconoce que no está seguro de que el problema realmente se pueda resolver. Este enfoque limitado desde luego hace que Amy parezca un poco obsesiva.
Recientemente empecé a utilizar a Amy, que actualmente es gratuita, para ayudar con la programación de algunas de mis reuniones, y funciona bastante bien en cuanto a la logística básica de calendario. Puedo poner a Amy en copia de un correo electrónico donde le pregunto a otra persona cuándo le viene mejor que quedemos, o puedo enviar un correo rápido pidiéndole a Amy que cambie la hora o la ubicación de una reunión ya concertada. He probado todo tipo de estilos conversacionales, y Amy no se inmuta. Y si el software no está seguro de la ubicación o cualquier otra cosa, pedirá aclaraciones muy educadamente.
Intenté pedirle a Amy que le recordara a un compañero mío, Mike, que trajera su portátil a una reunión que teníamos ya programada. Después de varios minutos, me dijo de forma muy educada que fuera a recordárselo yo mismo. La respuesta de Amy se leía así:
No parece que este mensaje se relacione con la programación de una reunión. Intento sólo enviar mensajes relacionados con la programación de mensajes para que tus invitados perciban la urgencia e importancia al recibir mis correos electrónicos. Creo que tu mensaje tendría mayor impacto si se lo enviaras directamente al invitado.
De acuerdo, pero ¿disponer de un asistente tan básico realmente resulta útil? Está claro que la coordinación de reuniones supone un engorro para ciertas personas, pero no para todos. X.ai dice que tiene planes de incluir capacidades más sofisticadas en un futuro, pero la dificultad intrínseca del dominio de la conversación a través de software puede trabajar en su contra.
Chris Dyer, un profesor adjunto de informática especializado en el procesamiento de lenguajes naturales de la Universidad Carnegie Mellon, dice que los investigadores llevan algún tiempo intentando diseñar agentes de software capacitados para conversar sobre temas concretos. "Existe un sentimiento generalizado en este campo de que si encontráramos dominios bien circunscritos, con reglas que puedan definirse con eficacia, podríamos lograr progresos importantes", me contó.
Pero Dyer señaló que estrechar el tema de conversación demasiado puede disminuir de forma significante el aparente coeficiente intelectual de la inteligencia artificial. "El riesgo consiste en que es muy difícil encontrar problemas dentro del lenguaje natural que realmente sean lo suficientemente sencillos para poder hacer progresos, pero al mismo tiempo que no sean demasiado sencillos, del tipo ‘juguete’", dijo. "Y creo que existe un sentimiento [común] de que no hemos dado con ellos aún".
Aunque estoy lejos de estar convencido de que Amy llegue alguna vez a ser una herramienta imprescindible, tengo intención de seguir utilizándola un tiempo. Tal vez las limitaciones restantes podrían al menos proporcionar una bonita excusa para mi falta de puntualidad: si alguna vez te doy plantón, sabrás a quién culpar.