La próxima tendencia en los medios sociales podría ser la retransmisión en directo de todo lo que tu 'smartphone' ve y escucha
La primera vez que oí hablar del streaming en vivo también fue la primera vez que me di cuenta de que se podía jugar al tejo en Brooklyn, en el Club de Tejo Royal Palms.
Mientras mis amigos aprendían las reglas, mi compañero de equipo, Kevin Porter, empezó a hablarle a su iPhone. Me explicó que acababa de descargarse Yevvo. La premisa era sencilla: cualquier cosa que viera y oyera su teléfono podrían verla y oírla sus seguidores. Su novia se había quedado en casa aquella noche pero (hipotéticamente) estaba viendo todo lo que hacía gracias a la app. Se había convertido en la estrella de su propio reality, aunque con una audiencia minúscula, y nosotros éramos sus compañeros de reparto.
Da la sensación de que todo lo que dices y haces puede acabar en internet en algún momento. Pero esto era algo distinto: con Yevvo todo lo que hacíamos y decíamos estaba en internet en ese mismo momento. Y pasados unos minutos, mi compañero de tejo tenía un nuevo seguidor. Y después otro. Y después otro.
Yevvo, que se relanzó el año pasado con nuevas funciones y un nuevo nombre, Air, no es la única aplicación que permite a la gente retransmitir su vida en vivo. Gracias a la generalización de las cámaras de teléfono de alta calidad, por no hablar de los dispositivos portables con cámara incorporada, no cabe duda de que el uso de este tipo de aplicaciones será cada vez más habitual. Y las retransmisiones personales de este tipo podrían empezar a cambiar el panorama de los medios sociales.
En el club de tejo no llegamos a considerar nada de esto. Los usuarios de Air avisan a sus contactos cuándo empiezan una retransmisión y cualquiera que esté siguiendo ese canal puede avisar a sus seguidores para que le echen un vistazo también. Nada se almacena para después. Si te lo has perdido en directo, te lo has perdido para siempre. Nuestros fans (por lo menos la novia de mi amigo) nos animaron a través de comentarios en la retransmisión. Nos lo pasamos bomba.
Sin embargo, Air no quiere limitarse a servir de medio para que los egocéntricos de treinta y tantos se luzcan, según me comentó uno de los cofundadores de la empresa, el israelí Ben Rubin, en una entrevista un tiempo después. Ben y otras dos personas fundaron Yevvo para poder elegir a qué fiestas ir después de una conferencia sobre tecnología en Austin, Texas. Decidieron que estaría bien poder enseñar a los demás cómo era el ambiente donde estaban.
Desde que lanzaron Yevvo en agosto de 2013, Air ha recaudado más de 4 millones de dólares (unos 3,5 millones de euros). Rubin no quiso decir cuánta gente se ha descargado Yevvo o su nueva encarnación, pero está claro que aún no supone una amenaza para Instagram. El ranking más alto que ha conseguido Yevvo en la tienda de aplicaciones de Apple, en diciembre de 2013, fue 223º.
Aún así, hay motivos para pensar que el streaming en vivo de vídeo podría prosperar. Un servicio como Vine, que facilita la publicación de vídeos cortos en Faceboook y Twitter, es atractivo porque reduce el tiempo que pasa entre el momento en que suceden las cosas y cuándo lo pueden ver los demás. Mientras, la promesa de Snapchat de lo efímero convierte a este en un medio para compartir los momentos más impulsivos y desprevenidos, que se envían a los receptores instantáneamente y no se meten en un feed. Las aplicaciones de streaming en vivo ofrecen un método parecido, más colorido aún, para una comunicación sin cadenas y sin filtros.
El socio de Greylock, una firma de inversiones de Silicon Valley, Josh Elman, me contó que está pensando involucrarse en la empresa de Rubin porque está situada para coger la ola de la penúltima transformación de los medios televisivos, que pasarán de "estar editados y muy producidos a sintonizar con quien tú quieras, basado en quién conoces".
Sin embargo, este nuevo medio participativo también hace surgir preguntas sobre privacidad, intimidad y comportamientos adecuados en los medios sociales. Porter, la primera persona que me enseñó Yevvo me contó unos meses después que acabó borrando la aplicación de su teléfono. Según fue explorando el servicio, el concepto le pareció cada vez más asqueroso.
"Te puedes imaginar cuántas peticiones de 'quítate la camisa' recibió una aspirante a modelo al retransmitir su sesión de fotos a un puñado de adolescentes solitarios", me dijo.
Lo que acabó convenciéndolo para dejarlo fue ver a hombres mayores siguiendo a chicas menores, algo que le produjo rechazo. "Si los pobres padres supieran que su hija está en el cuarto de arriba siendo observada por (y respondiendo a) viejos verdes...", escribió.
El community manager de la empresa, Ryan Cooley, reconoce la existencia del "factor pervertido", pero señala que Air ha hecho muchos cambios diseñados para reducirlo sustancialmente. Ahora sólo puedes invitar a gente a seguirte a través de SMS; la aplicación no destaca usuarios particulares (exponiéndolos por lo tanto a extraños) y los usuarios tienen la opción de aprobar a cualquiera que los siga. "No recomendamos a nadie para que le sigas a menos que estemos seguros de que lo conoces del mundo físico", afirma Cooley. "No creo que los perversos vayan a desaparecer, pero verás mucha más transparencia".
A pesar de estos recelos, el streaming en vivo me ha parecido algo fascinante que probar. Cabe imaginar que los servicios de streaming en vivo se podrían convertir en nuevas y atractivas formas de conexión social. Si eso sucede, no puedo prometer que no vaya a meter la pata en directo después de algunas copas, pero al menos a mi audiencia podría parecerle entretenido.