La primera gran conferencia de la moneda digital sugiere que está ganando legitimidad, pero de una forma decepcionante para algunos de sus primeros entusiastas.
Foto: Estas monedas de metal han sido acuñadas por Casascius, una empresa de Utah (EE.UU.), para hacer que las bitcoins sean tangibles.
Hace unos días, Doug Scribner sacó cinco billetes de 100 dólares y los metió en lo que parecía un pequeño cajero automático blanco en el San José Conference Center de California (EstadosUnidos.). La máquina se tragó los billetes con elegancia y le atribuyó un valor equivalente en bitcoins, una moneda digital e intangible que está respaldada no por oro o algún Gobierno, sino por las matemáticas.
Scribner fue una de las aproximadamente 1.100 personas que asistieron a Bitcoin 2013, un evento desarrollado durante un fin de semana en el corazón de Silicon Valley, y la primera gran conferencia dedicada a Bitcoin. Como era de esperar, todos los presentes parecían estar seguros de que la criptomoneda estaba lista para poner de cabeza al mundo de las finanzas, y tal vez para algo más. Pero el evento también ofreció algo nuevo: la evidencia de que Bitcoin está ganando terreno fuera de su comunidad existente de primeros usuarios entusiastas.
Los orígenes de Bitcoin son misteriosos. Fue creada por un individuo o individuos que utilizaron el seudónimo Satoshi Nakamoto. Mediante operaciones criptográficas y la supervisión de una red peer-to-peer de personas que ejecutan el software de Bitcoin se procesan las operaciones y se ofrece protección contra la falsificación sin necesidad de establecer una autoridad central.
Las empresas comerciales basadas en Bitcoin están cobrando impulso en parte gracias a gente como Scribner, quien, después de comprar grandes cantidades de bitcoins a principios de su corta historia, ha visto cómo se disparaba su valor y está en condiciones de invertir. "Me voy a comprar una de estas y ponerla en el centro comercial Mall of America", me aseguró Scribner después de usar la máquina engulledólares, que tiene un precio de 4.000 dólares (3.110 euros). Me describió un plan para crear un pequeño puesto que ofrecería a los compradores transeúntes información sobre Bitcoin y la oportunidad de intercambiar billetes verdes por bitcoins en el acto. Scribner, que trabaja en el sector de las teleconferencias cerca de Minneapolis-St. Paul, en Minnesota (EE.UU.), probablemente podría permitirse el lujo de hacerlo. Señala que compró sus primeras 100 bitcoins cuando valían solo 3 dólares (2,33 euros) cada una, y después empezó a amasar cada vez más a precios relativamente bajos. Una sola bitcoin hoy día tiene un precio ligeramente por encima de los 120 dólares (93,2 euros).
De forma más significativa, la conferencia también mostró que Bitcoin ha comenzado a atraer el respaldo de inversores convencionales de la industria de la tecnología, que han invertido millones de dólares en varias nuevas start-ups de Bitcoin. "Lo que está pasando ahora mismo es una transformación desde la primera etapa, con el apoyo de los puristas devotos de la idea, a un período en el que nos estamos preguntando '¿Qué supone esto para el comercio mundial?'", me aseguró Chris Larsen, director general de OpenCoin, en el stand de su empresa, una de las aproximadamente 20 presentes en el espacio de exposiciones de la conferencia.
Larsen previamente fundó dos compañías financieras convencionales, E-Loan y Prosper. Su nueva empresa tiene un servicio llamado Ripple que ofrece transacciones fáciles entre monedas convencionales, bitcoins y una moneda respaldada por las matemáticas diseñada propiamente por la compañía. OpenCoin cuenta con el respaldo de empresas de financiación de Silicon Valley como Lightspeed Venture Partners, Andreessen Horowitz y Google Ventures. Las empresas bitcoin empezaron antes, pero OpenCoin y algunas otras tienen hoy día acceso a fondos, experiencia y contactos que permiten un asalto más significativo y duradero del status quo. El Tesoro de EE.UU. ayudó a fortalecer el interés de los inversores en marzo, cuando aclaró qué regulaciones de delitos financieros se aplican a las monedas virtuales.
Recientemente, CoinBase, el patrocinador mediático del evento de San José, recibió la mayor inversión de riesgo hecha en un negocio Bitcoin a día de hoy. La compañía, que se originó en la incubadora Y Combinator y ayuda a personas y empresas utilizan bitcoins, recibió $ 5 millones de Union Square Ventures, un fondo más conocido por apoyar a Tumblr y Zynga. En San José, también conocí a los fundadores de BitPay, que permite a las tiendas en línea, entre ellas las que se alojan en Amazon, aceptar pagos con Bitcoin. Bitpay recientemente recibió 3 millones de dólares (2,33 millones de euros) de Founders Fund, dirigida por el primer inversor principal de Facebook, Peter Thiel.
El director general de BitPay, Tony Gallippi, me señaló que Thiel invirtió porque vio cómo la empresa podría ayudar a facilitar el comercio en línea a través de las fronteras. La empresa ya maneja 5 millones de dólares (3,88 millones de euros) en transacciones cada mes y afirma que la cifra va en aumento. "Los pagos tradicionales, como por ejemplo las tarjetas de crédito, ni siquiera funcionan en la mitad del mundo, por lo que las empresas simplemente optan por no atender a clientes internacionales", señaló Gallippi. "Eso abre una gran oportunidad". Planea realizar una mayor inversión a finales de este año, pero me aseguró que será más por razones relacionadas con establecer contactos estratégicos que con la necesidad contar con dinero en efectivo, ya que él y sus cofundadores tienen participaciones significativas en Bitcoin.
Una de las razones por las que Bitcoin resulta interesante, afirma Jeremy Liew, socio de Lightspeed Venture Partners, es que podría desplazar la práctica de enviar dinero a través de las fronteras, que supone gran parte del comercio internacional en la actualidad y puede llegar a ser una práctica onerosa. "Si estoy tratando de enviar dinero a un proveedor en China, es un proceso de tres o cuatro días con grandes comisiones", señala. "Las transacciones con Bitcoin pueden ser instantáneas y gratuitas".
Liew y otros hacen caso omiso de las salvajes oscilaciones del valor de la moneda en los últimos años, y señalan que la tendencia general es al alza y la volatilidad disminuye a medida que más personas la utilizan. BitPay, OpenCoin y otras empresas también ofrecen servicios que hacen posible que una empresa pueda asegurarse de que las bitcoins entrantes mantengan su valor al ser convertidas instantáneamente a dólares. "Bitcoin se puede utilizar simplemente como red de transporte," indica Liew.
Varias personas de Silicon Valley involucradas en Bitcoin comparan su potencial al de Internet, y afirman que va a permitir que el dinero fluya con la misma facilidad en todo el mundo, y entre las personas, como lo hacen los correos electrónicos y el vídeo hoy día. Sin embargo, al hablar con varios otros asistentes en San José también me quedó claro que a algunos de los que han apoyado a Bitcoin durante más tiempo no les gusta el enfoque de estas nuevas empresas y sus inversores.
Los primeros usuarios de Bitcoin eran libertarios, criptógrafos y programadores atraídos por la idea de dinero que pudiera funcionar sin supervisión del Gobierno. Les gustaba la idea de que las personas pudieran intercambiar bitcoins sin conocerse o confiar unas en otras. Algunos señalan que las grandes empresas de pagos y cambio de moneda que funcionan igual que las instituciones financieras existentes y siguen la misma normativa ponen en compromiso ambas características.
"Cuando esa gente habla de revolución, a lo que se refieren es a haber sacado una aplicación disruptiva. Para mí, eso no es una revolución", señaló uno de los asistentes, que me reveló que su seudónimo en línea es Alexmat y que dejó un trabajo de escritorio en Goldman Sachs en Tokio para gestionar una empresa unipersonal privada de intercambio de Bitcoins en Seattle (EE.UU.). "A estas empresas les encantaría que simplemente funcionase como Mastercard. Bitcoin no se trata de eso".
Conocí a Alexmat dentro de una gran multitud reunida en una de las charlas más concurridas del domingo. Ian Miers, un estudiante de doctorado en la Universidad Johns Hopkins, subió al escenario para explicar que el diseño de Bitcoin no proporciona el 'anonimato' que muchos suponen, y ofreció una posible solución: una extensión de Bitcoin llamada Zerocoin. El diseño de Bitcoin se basa en un registro público de todas las transacciones. Ese registro no incluye nombres, pero los investigadores han encontrado que puede ser utilizado para sacar a las transacciones del anonimato, señala Miers, algo que cree que pronto será atractivo para las empresas de marketing y financieras, así como para los agentes de aplicación de la ley. "La realidad es que Bitcoin no es tan privado", señaló Miers. "En realidad es peor que el dinero en efectivo".
Ser parte de la multitud agrupada alrededor de Miers después de su charla era como estar en un evento muy diferente al habitado por las start-ups con respaldo de riesgo. La gente hablaba de la posibilidad de que el Gobierno de EE.UU. ya estuviera rastreando todas las transacciones de Bitcoin y se habló favorablemente sobre la posibilidad de una moneda verdaderamente anónima como Zerocoin para socavar los sistemas financieros y políticos existentes. Varios codificadores se acercaron a Miers para ofrecer ayuda con el proyecto, y Alexmat ofreció apoyo financiero.
Sin embargo, para que Bitcoin crezca y llegue a ser ampliamente utilizada, es posible que tenga que hacerlo de una manera que deje tras de sí algunas de las características que en primer lugar atrajeron a sus usuarios iniciales. Liew, de Lightspeed, reconoce el papel de esa comunidad en el ascenso de Bitcoin, pero señala que el anonimato y la descentralización no son compatibles con un uso dominante. "El celo de los libertarios llevó a Bitcoin desde la nada hasta convertirse en algo, y en aquel entonces había gente que se sentía atraída por la naturaleza anónima, que en su mayoría utilizan en juegos de azar en línea [ilegales]", indica. "Sin embargo, el atractivo de los costes de transacción cero es universal".
Visto de esta manera, Bitcoin podría triunfar ya no tanto como reinvención idealista de la moneda sino más como una tecnología para hacer pagos de modo más eficiente que los sistemas actuales.
El rostro cambiante de la economía de Bitcoin se ve personificado por Jared Kenna, un millonario Bitcoin de 30 años de edad. Lo conocí hace dos años, cuando gestionaba el servicio de intercambio de Bitcoins Tradehill en una oficina compartida en San Francisco, donde él y sus cofundadores se vestían de modo informal, al estilo hacker, con sudaderas con capucha. No mucho después, la presión regulatoria y una demanda judicial lograron cerrar la empresa.
Cuando conocí a Kenna en San José, llevaba un traje, corbata y barba recortada, y tenía el aspecto de un joven trabajador de Wall Street. Habló largo y tendido sobre el cumplimiento normativo y aseguró que una rejuvenecida Tradehill, con 15 personas, hoy día trabaja con millones de dólares cada mes. Kenna trajo un notario público a la conferencia para que pudiera inscribir a nuevos operadores en el acto, en cumplimiento con las normas financieras de Estados Unidos en cuanto a la verificación de la identidad. "Nos dimos cuenta de lo importante que es la imagen. Nos pusimos los trajes y estamos tratando de ser el equipo más profesional en el negocio", afirmó Kenna. "A los libertarios no les gusta que estemos jugando a la pelota con los reguladores, pero es necesario hacerlo para que Bitcoin se establezca".
Kenna conoce bien a los primeros usuarios de Bitcoin, puesto que ha sido uno de sus miembros más activos en el pasado, pero ahora se mueve con gente distinta. "Varios multimillonarios nos han contactado, han hablado con nosotros durante una hora y han abierto una cuenta", señaló.