A medida que la empresa tiene menos en cuenta las demandas de artistas y otros profesionales creativos, la calidad de sus productos va en descenso.
En 1997, la campaña de marketing "Think Different" de Apple fue una de las más memorables de la compañía. Vallas y pancartas mostraban enormes retratos en blanco y negro de intérpretes, artistas, científicos y líderes políticos cuyas inusuales ideas con el tiempo se acabaron convirtiendo en la corriente principal. El mensaje implícito era que los productos "increíblemente buenos" de Apple eran para rebeldes extravagantes que algún día dominarían el mundo. La foto de Steve Jobs en la portada de su biografía póstuma habría encajado a la perfección en dicha campaña.
Hoy día, Apple está dando la espalda a esa clase creativa. Apple ya no diseña para creadores de medios digitales, que tienden a ser muy exigentes en cuanto a la calidad de los productos. En cambio, Apple fabrica para consumidores, en ambos sentidos de la palabra: gente que gasta su propio dinero, en lugar del de sus empresas, y personas que consumen medios digitales, a diferencia de las personas que los producen. Centrarse en el consumo digital ha llegado a ser tremendamente rentable para Apple, aunque los productos de la compañía han mostrado una tendencia decreciente en cuando a calidad, flexibilidad e incluso fiabilidad.
Esto se hizo bastante evidente el año pasado cuando Apple lanzó el Mac OS 10.7 "Lion", una actualización del sistema operativo que, a diferencia de versiones anteriores, se ha optimizado de manera que los ordenadores de sobremesa y portátiles ofrezcan una experiencia más consistente con el iPad de Apple. A pesar de su calidad visual, Lion ha resultado ser un producto muy frustrante no solo para mí sino para muchos otros.
Los errores más evidentes de Lion son los frecuentes cuelgues de su lector de correo, el programa de calendario y la utilidad de previsualización de archivos PDF. Estos programas no se cuelgan cuando la gente los usa a diario, pero sí lo hacen en muchos de los llamados 'casos extremos', que se dan cuando se utilizan Macs en redes de empresa, cuando se conectan a varios servidores de diferentes proveedores, o cuando trabajan con documentos producidos por diferentes tipos de herramientas de creación. Estas son las tareas que normalmente realizan los profesionales creativos, en entornos de ritmo rápido y con muchos contribuidores individuales. El Mac se ha convertido en una herramienta menos fiable para los desarrolladores, experimentadores y hackers.
Por otro lado, Lion dejó de ser compatible con una amplia gama de aplicaciones anteriores desarrolladas por terceros para el Mac. En la actualidad, los desarrolladores han informado que el próximo sistema "Mountain Lion" dejará de ser compatible con muchos ordenadores que Apple puso a la venta tan solo hace unos pocos años, ordenadores que aún funcionan muy bien, pero que ya no están cubiertos por la garantía AppleCare.
Apple parece estar siendo víctima de su propio crecimiento. La compañía, que declinó hacer comentarios para este artículo, parece cada vez más abrumada por la amplia gama de productos y servicios que ha creado, y está respondiendo (lógicamente) empleando mucho menos esfuerzo en aquellos elementos que atraen a un porcentaje cada vez menor dentro de su base de clientes, entre los cuales lamentablemente se encuentran los creadores digitales. El peligro es que, al centrarse en el consumo, en lugar de la producción, Apple va a poner en peligro la esencia misma de lo que hizo que sus productos fueran geniales en un principio.
Por ejemplo, en los últimos 18 meses, Apple ha abandonado su línea de servidores Xserve, ya no da apoyo a las tarjetas inteligentes y a otros tipos de sistemas de seguridad basados en hardware, ha lanzado una versión de Final Cut Pro en junio de 2011 optimizada para consumidores y que, durante ocho meses, carecía de funciones críticas utilizadas por los profesionales, ha sustraído características de usuario avanzado de sus ofertas en línea y ha eliminado funcionalidad de importancia crítica de la interfaz gráfica Macintosh tanto de Lion como del servidor Lion.
Tomadas de una en una, cada una de estas decisiones tiene sentido empresarial. La mayoría de los clientes de Apple, los digitales, no usaban dichos productos o características. Apple no puede dar todo a todos los usuarios. Sin embargo, en cada uno de estos casos, la empresa evitó realizar el esfuerzo extra que se requiere para satisfacer a las élites creativas, dando prioridad al mercado de masas en su lugar. Esta estrategia seguramente sea rentable al principio, pero a largo plazo alejará de Apple a aquellos creadores de contenido y desarrolladores de software diferente que hicieron del Mac un excelente producto.
Muchos de los productos de Apple considerados hoy día como más innovadores no se cocinaron en un laboratorio secreto de Steve Jobs, sino que fueron desarrollados por personas cuyas empresas fueron adquiridas por Apple. Lo que ahora llamamos Final Cut Pro fue adquirido de KeyGrip en 1998. Siri, la IA (Inteligencia Artificial) del iPhone 4S, fue creado por una start-up financiada por SRI International y adquirida por Apple en 2010. Incluso la tecnología multitouch de Apple fue comprada a Fingerworks en 2005.
Apple sin duda tiene el dinero necesario para seguir adquiriendo empresas innovadoras. No obstante el Mac, iPhone y iPad constituyen un ecosistema impulsado por la clase creativa, una clase que Steve Jobs se encargó de atraer fabricando productos que a él personalmente le hubiera gustado usar. Se pasaron al Mac porque compartía sus exigentes estándares y su estética. Las máquinas que su empresa está construyendo hoy día están dirigidas a un segmento de mercado totalmente distinto. A largo plazo pondrá en peligro, o incluso destruirá, el ecosistema de Apple.
Simson L. Garfinkel contribuye como editor en Technology Review y es coautor de 14 libros sobre computación, entre ellos Building Cocoa Applications, que explica cómo desarrollar aplicaciones para el Mac OS 10.1.