Las empresas usan trucos del mundo de los videojuegos para que la gente se olvide de que está aprendiendo.
Para Jacob Arriola, gerente de desarrollo de negocio en una empresa española de la industria de los medios de comunicación ubicada en Los Ángeles (EE.UU.), aprender a programar no era una necesidad. Pero pensaba que le podría ayudar en su trabajo y en enero empezó a usar un servicio de tutoriales en línea llamado Treehouse.
Después de tres meses usando el servicio de pago, ha logrado varias decenas de medallas por completar problemas y retos de programación y por ver lecciones de codificación en vídeo. Y lo que es más importante, ha creado su propia página web partiendo de cero y ha hecho sencillos cambios en algunas webs de su empresa. “Puedo hacerlo yo solo, me parece fantástico”, afirma.
Arriola forma parte de un grupo cada vez mayor de personas que no tienen formación tecnológica pero que acuden a sitios web para aprender a programar, bien para pasárselo bien, o con la intención de mejorar sus perspectivas de trabajo. Y si bien la idea básica que hay detrás de estas webs no es nueva, la ejecución sí que lo es. Añadir elementos del mundo de los videojuegos, otorgando medallas y puntos está ayudando a despegar a start-ups como Treehouse.
Quizá la empresa más conocida de este tipo es Codecademy, una start-up con sede en Nueva York (EE.UU.) que tiene cientos de miles de suscriptores en sus lecciones semanales gratuitas de programación en JavaScript a través de su programa Code Year. Codeacademy incorpora varios principios de los videojuegos para mantener motivados a los usuarios: reciben puntos y medallas por completar lecciones y proyectos, como por ejemplo construir un juego sencillo de blackjack o dados.
Zach Sims, cofundador del sitio, explica que se creó para resolver dos problemas: las frustraciones (con las que él mismo se encontró) que pueden acompañar al proceso de aprender a programar y el reto de enseñar a muchas personas al mismo tiempo. Codeacademy anima a los usuarios a ayudarse unos a otros para resolver problemas en el foro del sitio.
Codeacademy se estrenó en agosto pasado. Más de 200.000 personas usaron el sitio en sus primeros tres días de existencia. A principios de este año creció un poco más con la presentación de Code Year, que envía a sus 400.000 usuarios actuales un correo electrónico semanal destacando un nuevo concepto de programación que se puede aprender en el sitio.
Hasta la fecha, más de un millón de personas se han apuntado a Codeacademy y su trabajo ha empezado a dar sus frutos, como por ejemplo una aplicación creada por un profesor para que sus alumnos puedan hacer una conversión digital de ADN en ARN.
A pesar de que los elementos lúdicos integrados en las lecciones de Codeacademy son muy básicos, Sims cree que son claves para atraer a los usuarios y mantenerlos motivados.
Treehouse, cuya sede está en Orlando, Florida (EE.UU.) quiere llevar la idea de introducir elementos propios de los videojuegos en este sistema de aprendizaje más allá. Treehouse, que cobra una tarifa mensual por lecciones de diseño web en línea, desarrollo de webs y aplicaciones para el sistema operativo iOS de Apple, también concede medallas a los usuarios que aprenden principios de codificación. Pero además hace poco ha lanzado un sencillo juego gratuito denominado Code/Racer que convierte la programación en un juego y espera incorporar otros elementos de los videojuegos al proceso de aprendizaje.
En Code/Racer dos jugadores compiten por completar pequeñas tareas de codificación de webs en cortos periodos de tiempo. Tareas como, por ejemplo, crear una cabecera en una página que ponga "Frogarri 5000" y añadir la imagen de un dibujo animado de un coche de carreras, mientras suena una animada música de fondo. Ahora mismo Code/Racer es más una demostración de un concepto que un juego en sí y resulta confuso si no tienes una idea básica de HTML. Pero jugar a Code/Racer sí que hace que el proceso de aprendizaje tenga un ritmo animado y sea divertido, y se entiende cómo podría conseguir que ponerse a aprender a programar resulte más fácil.
Ryan Carson, fundador y director general de Treehouse cree que hacer que el proceso de aprender a programar sea más lúdico es un arma “tremendamente potente”, porque hace que el aprendizaje resulte adictivo, algo que le han hecho notar sus clientes. “Evidentemente sería algo terrible si lo que vendiésemos fuera tabaco, pero no es así”, afirma. “Vendemos la posibilidad de que mejores”.
Y la gente lo está comprando. Por ahora el sitio tiene 8.000 usuarios de pago, la mayoría de los cuales se apuntaron tras el cambio de nombre a Treehouse en noviembre (antes de esa fecha funcionaba como sitio acompañante de otro manejado por Carson que está dirigido a diseñadores y desarrolladores web denominado Think Vitamin). Treehouse cobra una tarifa mensual de 25 o 49 dólares (unos 19 o 38 euros) dependiendo de lo detallada que quieras que sea tu instrucción (para estudiantes cuesta 9 dólares al mes, unos 7 euros).
Carson cree que los suscriptores más aplicados no tendrán que pagar mucho para aprender a codificar. Prevé que en unos seis meses un usuario puede llegar a tener la formación suficiente como para construir una sencilla aplicación web y en un año, afirma, podría realizar un trabajo básico como programador. “Y podrás hacerlo viviendo en un sitio como Pueblo, Colorado (EE.UU.)”, afirma.
Sin embargo, aún es pronto para saber si esto será así, pues Treehouse aún está elaborando sus programas académicos y no producirá las lecciones más avanzadas hasta septiembre.
Gabe Zichermann, director de una conferencia anual llamada Gamification Summit (cuya traducción sería 'cumbre de la jueguificación') centrada en la aplicación de dinámicas similares a las de los juegos a toda clase de actividades para aumentar el grado de atención del usuario, explica que si bien estas start-ups no incluyen elementos característicos de los videojuegos como el lanzamiento de bombas o la posibilidad de matar orcos, sí que crean una experiencia positiva que distrae la atención del usuario del hecho de que está aprendiendo algo nuevo y complicado. “Desmontan eso y lo hacen significativamente más entretenido”, afirma.
Además, Codecademy y Treehouse pueden ser útiles para quienes ya saben programar. Amanda Rae Arseneau, estudiante de programación de Toronto se apuntó a Code Year en enero y ha estado siguiéndolo fielmente todas las semanas.
Arseneau, que tiene 32 años, afirma que el programa le ayuda a aprender nuevas habilidades y refrescar sus conocimientos. Y, al contrario de lo que sucede con su programa académico de tres años, que cursa de forma vocacional, afirma que completar una lección de Code School da una sensación de gratificación inmediata y que las tareas que se enfocan de manera lúdica, como por ejemplo crear un juego de blackjack, son divertidas.
“Es mucho más entretenido que un libro de texto”, afirma.