
Una ingeniosa pegatina solar, basada en técnicas de nanotecnología, podría convertir casi cualquier superficie en una fuente de energía.
Fotografía de Timothy Archibald
La profesora Xiaolin Zheng, de la Universidad de Stanford, trabaja a menudo en los márgenes más especializados de la nanociencia, pero también le gusta encontrar formas simples de fabricar materiales complejos que puedan utilizarse en aplicaciones prácticas, como sistemas de combustibles solares, células fotovoltaicas y baterías.
El año pasado creó células solares en forma de pegatinas flexibles —con solo una décima parte del grosor del film plástico— que pueden colocarse sobre una ventana, una hoja de papel, la parte trasera de un móvil o prácticamente cualquier superficie. Estas células solares generan tanta electricidad como las rígidas, aunque están hechas de los mismos materiales.
Inspiración familiar
Zheng se inspiró en una conversación con su padre. Un día, mientras hablaban por teléfono —él en China, ella en California—, su padre comentó que debería ser posible colocar células solares en las paredes de los edificios, no solo en los tejados. Por otro lado, su hija —como muchos niños— es una gran fan de las pegatinas.
Todo eso rondaba en la mente de Zheng cuando leyó un artículo de investigación sobre el grafeno, un novedoso nanomaterial. Los investigadores habían cultivado el material sobre una capa de níquel colocada sobre una oblea de silicio. Al sumergirlo en agua, el níquel se despegaba de la superficie llevándose el grafeno consigo.
“No podía creer que simplemente con agua se pudiera hacer eso”, comenta.
La técnica: despegar con agua
Zheng ha demostrado que este método de remojo en agua puede aplicarse para despegar células solares de silicio de capa fina cultivadas sobre un sustrato rígido. El fenómeno —llamado despegue subcrítico asistido por agua— era conocido desde los años 60, pero nadie antes lo había probado en la fabricación de electrónica flexible.
Zheng espera que esta tecnología se pueda escalar más allá de los pequeños dispositivos de un centímetro cuadrado que ha desarrollado hasta ahora, y que algún día las fachadas de los edificios puedan recubrirse de células solares, como le sugirió su padre.