
Un estudiante de posgrado del MIT puede encontrar e incluso modificar recuerdos en el cerebro de un ratón.
“Mis padres vinieron aquí desde El Salvador a finales de los años 70 para escapar de la guerra civil. Trabajaban semanas de 100 horas para darnos a mí, a mi hermano y a mi hermana la oportunidad de una vida mejor. Años después, tenemos todas estas oportunidades que jamás habríamos soñado en El Salvador. No se me ocurre una motivación mejor.
Las primeras semillas de mi interés por el cerebro se plantaron entre la secundaria y el instituto, cuando mi prima se puso de parto. Mientras estaba bajo anestesia durante una cesárea, entró en coma, y sigue en él desde entonces. Las partes de su cerebro implicadas en la conciencia y el estado de alerta probablemente se atrofiaron porque no recibieron suficiente oxígeno durante un breve periodo. Me impactó de inmediato: solo hace falta que pequeños grupos de tejido en tu cerebro se atrofien, y todo lo que te hace ser tú desaparece.
Como lo que parece efímero —la cognición— se basa en lo físico —el cerebro—, podemos intervenir, manipularlo y ver cómo funciona algo tan complejo como la memoria. Cuando piensas en un recuerdo, solo se activa un subconjunto de células cerebrales, y esas células representan específicamente ese recuerdo. Podemos modificar genéticamente las neuronas para que produzcan un sensor que detecte cuándo están activas y que, además, instale un interruptor de encendido y apagado en ellas. Ese interruptor es una proteína que nos permite controlar la actividad de una célula con luz.
Así que ahora podemos emitir luz, reactivar las células y ver si un ratón muestra comportamientos que indiquen si está recordando un determinado recuerdo. Colocamos al animal en una caja donde recibe pequeñas descargas eléctricas en las patas desde el suelo. Naturalmente, si después volvemos a poner al ratón en esa caja, corre hacia una esquina asustado—se queda quieto, encogido y vigilando. Luego lo colocamos en una caja completamente diferente—con olores, vistas y textura del suelo distintos. En esta nueva caja, el ratón no tiene motivo alguno para tener miedo. Pero cuando iluminamos las células implicadas en la creación de ese recuerdo de miedo, el animal adopta inmediatamente esa postura defensiva. También podemos proyectar luz y reactivar recuerdos placenteros, como el recuerdo de un ratón macho sobre una ratona.
En mi segundo proyecto intentamos que un ratón creyera que había experimentado algo que en realidad no vivió. Lo llamamos Proyecto Inception. Primero etiquetamos las células cerebrales implicadas en el recuerdo de una cámara—el entorno A—donde no ocurre nada malo. Al día siguiente colocamos al ratón en el entorno B, donde recibe descargas, y al mismo tiempo proyectamos luz para reactivar el recuerdo del entorno A. Luego, cuando se vuelve a colocar al ratón en el entorno A, muestra un comportamiento de congelación. Recuerda falsamente que recibió descargas en el entorno A, aunque allí no pasó nada.
Estamos llevando esta tecnología tan lejos como podemos. Quizá podamos aliviar el trastorno de estrés postraumático borrando el recuerdo traumático que lo provoca. O quizá podamos tratar ciertos tipos de depresión actualizando recuerdos negativos con emociones positivas. La ciencia ficción puede, a menudo, informar a la realidad.”