
Avances en el tratamiento de la ceguera corneal
Estar en contacto diario con pacientes y ayudarles a recuperar una vida normal es, sin duda, una de las principales motivaciones para la gran mayoría de médicos. Pero no siempre un médico tiene la solución adecuada a su alcance. Para algunos, como Miguel González-Andrades, joven oftalmólogo en el Hospital San Cecilio de Granada (España), esa motivación se extiende también al laboratorio. “Si no tengo una solución que proponerle a un paciente, siento la necesidad de buscar una nueva mediante la investigación”, afirma este joven innovador, actualmente investigador postdoctoral en la Universidad de Harvard.
En oftalmología, enfermedades como la ceguera corneal – en la que la transparencia de la córnea se ve afectada por lesiones del tejido – pueden limitar gravemente la capacidad de una persona para interactuar con el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ceguera corneal es la cuarta causa principal de ceguera a nivel mundial, después de las cataratas, el glaucoma y la degeneración macular asociada a la edad.
Reemplazar completamente la córnea de una persona afectada por una enfermedad ocular grave era considerado ciencia ficción hasta hace apenas una década. González-Andrades conoce bien las limitaciones de los métodos actuales para tratar enfermedades corneales: o bien un trasplante de un donante humano, o una queratoprótesis, es decir, una córnea artificial no biológica. Desde que se graduó en 2009, se ha centrado en crear un nuevo tipo de córnea artificial compuesta íntegramente por materia biológica.
Poco a poco, ha conseguido proponer una solución para recrear las dos primeras capas de las que se compone la córnea: el epitelio y el estroma, que es la parte estructural compuesta por fibras de colágeno. En individuos sanos, ambas son perfectamente transparentes. Para construirlas, utiliza dos proteínas: fibrina (derivada de un alga) y agarosa (ya presente en la sangre humana). A partir de estos biomateriales se crea una matriz sobre la que se colocan células epiteliales y estromales humanas, generando así un sustituto corneal.
A través de pruebas in vitro y posteriormente en conejos, González-Andrades y su equipo demostraron que la transparencia de la córnea mejora significativamente, con capacidad total para absorber luz ultravioleta. Para los próximos pasos, seleccionaron un grupo de pacientes en los que los métodos tradicionales no funcionarían debido a la gravedad de sus enfermedades.
La capa interna, el endotelio, es extremadamente difícil de recrear, ya que está formada por una sola capa de células, pero el investigador no se rinde: “Esto permitiría reemplazar toda la córnea de una sola vez, sin problemas de rechazo”, explica, lo que evitaría muchas complicaciones quirúrgicas y el seguimiento médico de por vida que exigen los trasplantes actuales.
Cada año se diagnostican entre 1,5 y 2,0 millones de nuevos casos de ceguera corneal, y muchos más quedan sin registrar, especialmente en países en desarrollo donde el tratamiento se ve aún más limitado por los altos costos y la falta de tecnología. La bio-córnea de González-Andrades sin duda está dando nuevas esperanzas a quienes luchan contra las discapacidades visuales en todo el mundo.