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Entender un tipo complicado de criatura unicelular podría ayudar a reducir el costo de los biocombustibles.

Año Honrado
2015
Región
Global

La ingeniera química Michelle O’Malley está tratando de descubrir cómo un tipo de microbio poco estudiado podría ser aprovechado para hacer mejores biocombustibles o productos farmacéuticos. O’Malley trabaja con microbios anaeróbicos—organismos que no pueden vivir en presencia de oxígeno, lo que los hace extremadamente difíciles de cultivar. De hecho, su laboratorio en la Universidad de California, Santa Bárbara, es el único en los Estados Unidos que puede estudiar el comportamiento de comunidades microbianas anaeróbicas.

¿Por qué ir a todo este esfuerzo? Porque estos organismos son más eficientes que los aeróbicos a la hora de descomponer material vegetal y secretar algo más, como un biocombustible. También crean menos subproductos no deseados, que son costosos de manejar.

O’Malley está particularmente interesada en cómo funcionan diferentes tipos de microbios anaeróbicos en conjunto. A veces, en tales comunidades, ya sea en vertederos o en nuestros intestinos, los microbios trabajan juntos para atacar sustancias en su entorno, mientras que otras veces interactúan pacíficamente con su entorno. Su comportamiento, parece, está determinado por un sistema de comunicación complejo: los microbios pueden unirse físicamente entre sí e intercambiar nutrientes, o pueden secretar productos químicos en el entorno que otro microbio puede metabolizar.

Entender este proceso es el primer paso para hacer que los microbios anaeróbicos produzcan biocombustibles o productos farmacéuticos más rentables—y cosas que aún no podemos imaginar. Después de todo, explica O’Malley, muchas de las enzimas producidas en las comunidades microbianas anaeróbicas «realizan reacciones químicas que nunca antes se habían visto.»