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¿Podemos convertir el dióxido de carbono de manera económica en algo útil?

Como directora científica de una startup llamada Liquid Light, Emily Cole está intentando lograr algo que ha desconcertado a los químicos durante mucho tiempo: encontrar una forma económica y práctica de convertir el dióxido de carbono, el principal culpable del calentamiento global, en productos químicos útiles.

La idea que podría hacer esto posible surgió de una visita al laboratorio de la Universidad de Princeton de Andrew Bocarsly. En 1994, Bocarsly había publicado un artículo intrigante pero en su mayoría ignorado, que reportaba una forma de convertir el dióxido de carbono en metanol sin usar mucha energía. Bocarsly no pudo obtener fondos para continuar la investigación, y el trabajo quedó en la estantería hasta que lo mencionó a Cole. Ella se fascinó y decidió unirse a su laboratorio como estudiante de posgrado.

Cole siguió experimentando con diferentes catalizadores y condiciones, aumentando los rendimientos de las reacciones y aprendiendo a producir otros productos químicos valiosos. Los investigadores han demostrado que pueden convertir el dióxido de carbono en isopropanol, acetona y más de 30 otros productos químicos. Además, han demostrado que se puede usar luz para impulsar las reacciones.

En 2009, Cole y Bocarsly cofundaron Liquid Light en Monmouth Junction, Nueva Jersey. La empresa está trabajando para escalar el proceso de conversión y espera comercializar el etilenglicol, un producto químico ampliamente utilizado para fabricar plásticos, tan pronto como 2017.