
Cuando Internet empezaba a despegar en Rusia, él estaba en el lugar adecuado en el momento justo. Ahora espera repetirlo con la robótica personal.
Dmitry Grishin nació en una base de misiles en la Unión Soviética. Creció rodeado de personas técnicas que trabajaban en proyectos secretos; su padre diseñaba sistemas de radar para el avión de combate MiG-29.
En Rusia, todos los niños querían ser astronautas. Pero Grishin se sintió atraído por la robótica. Recuerda haber visto su primer vídeo VHS occidental cuando tenía unos 12 años y haberse sentido fascinado por el movimiento mecánico que introducía la cinta en el reproductor. También había robots rusos que admirar, como el Lunokhod 2, un módulo teledirigido que aterrizó en la Luna en 1973. “El hecho de que puedas estar sentado en la Tierra y manejar el aparato… me pareció increíble”, dice.
Luego vino el final de la Unión Soviética y el deterioro de sus glorias. Grishin se fue de casa para asistir a la Universidad Técnica Estatal de Moscú con solo unos pocos rublos. Pero tenía un talento natural para la programación y para gestionar a otros. A los 20 años, ya supervisaba programadores en Florida para una empresa de diseño asistido por ordenador desde su residencia de estudiantes en Moscú.
Aquellos eran los primeros días de Internet en ruso, conocido como Runet. El objetivo era copiar ideas estadounidenses, al igual que eBay fue copiado por Molotok.ru, un sitio de subastas al que Grishin se unió en 2000. Para estirar los limitados recursos de Molotok, Grishin buscaba en Internet equipos puestos a la venta por empresas estadounidenses punto com que habían fracasado, consiguiendo dispositivos de red de 100.000 dólares por solo 5.000. Más tarde, para expandir Mail.ru, un servicio de correo electrónico, compró servidores baratos de China y usó software para crear redundancia. “Hicimos muchas trampas para crear una gran tecnología”, dice.
Para 2001, Molotok y otros proyectos web con dificultades fueron agrupados por Yuri Milner, el financiero ruso que más tarde se hizo rico con acciones de Facebook. Milner nombró a Grishin director ejecutivo de la empresa fusionada, que ahora se llama Mail.ru Group. ¿Era típico en Rusia ser elegido CEO con solo 24 años? “En Rusia no hay muchas cosas típicas”, responde Grishin con tono irónico.
Eso sí, Mail.ru es el Yahoo ruso, no su Google. Es el sitio con fotos de gatos y reclamos llamativos. Posee servicios de chat, correo electrónico y una red social, Odnoklassniki (“compañeros de clase”), que atrae a un público con menos conocimientos técnicos. Aun así, cuando Mail.ru realizó la primera gran oferta pública de venta (IPO) de una empresa de Internet rusa, en 2010, recaudó 912 millones de dólares. Grishin ha logrado aumentar de forma constante los beneficios procedentes de anuncios y juegos en línea. “Si observas el rendimiento de la empresa, dirías que es un visionario innovador que ha desarrollado bien el modelo de negocio”, dice el banquero de inversión Terry Schallich, de Pacific Crest Securities, que ayudó a gestionar la IPO de Mail.ru.
El alfabeto no latino de Rusia hizo que los servicios extranjeros tardaran en entrar al país. Pero ahora que Rusia tiene más usuarios de Internet que cualquier otro país de Europa, no está claro cuánto tiempo podrán mantener las empresas locales su feudo independiente. Facebook ha empezado a ganar mucha popularidad. La respuesta de Grishin ha sido intentar expandir Mail.ru fuera de Rusia, o “pasar al ataque”, como él lo dice. En 2012, Mail.ru lanzó un competidor de Twitter que construyó en un mes; ofrecía imágenes grandes y vídeo (algo que Twitter también ofrece ahora). No tuvo éxito, pero Grishin ha invertido mucho en juegos multijugador masivos que aún podrían encontrar un mercado internacional.
Lo que más ha aumentado el perfil de Grishin fuera de Rusia fue el lanzamiento en 2012 de Grishin Robotics, una empresa de capital riesgo dedicada a lo que él llama “robótica personal”, en la que invirtió 25 millones de dólares, o aproximadamente el 15 por ciento de su patrimonio neto, según dijo en una entrevista de 2012. Su fondo ha invertido hasta medio millón de dólares en empresas como DoubleRobotics, fabricante de un robot de telepresencia de 2.500 dólares, y RobotAppstore, un sitio para descargar juegos o instrucciones en robots de juguete.
Hay algo infantil en el interés de Grishin por la robótica. Le gusta imaginar sillas automatizadas que se desplacen solas hacia donde alguien quiere sentarse. O drones que sobrevuelen una boda para hacer fotos. El obstáculo para estas visiones ha sido la tecnología. Ahora, con sensores y software baratos, cree que los robots—como el correo electrónico en Rusia hace una década—están listos para el mercado de consumo masivo.