
Este investigador en robótica podría tener algo justo a tu medida.
Año en que fue reconocido: 2015
Región: Global
La mayoría de los laboratorios de robótica no contienen máquinas de coser. Pero en el laboratorio de Conor Walsh, hay una sala llena de ellas, junto con tres expertos textiles a tiempo completo y una pared de telas organizadas en cajas de plástico. También hay un perchero que parece sacado de una tienda de artículos deportivos, con una fila de lo que podrían ser unos nuevos pantalones cortos para correr en diferentes tallas.
Para Walsh, un robot no es necesariamente una máquina rígida de metal. Está desarrollando robots que son blandos, ligeros y flexibles, diseñados para ser usados por personas y mejorar sus habilidades.
Los pantalones cortos forman parte de un exotraje para las piernas. Sensores en el traje miden el movimiento de la persona y luego envían señales a un motor para tirar de cables conectados a la tela, ayudando a los músculos en el momento adecuado. El exotraje podría ayudar a soldados a caminar con mayor resistencia o asistir a pacientes con dificultades para caminar.
«Para las personas cuyos miembros no funcionan bien, hoy en día no existen buenas tecnologías,» dice Walsh, quien es profesor en Harvard y en el Instituto Wyss de Ingeniería Inspirada en la Biología.
En un video de prueba, un paciente que sufrió un derrame cerebral camina visiblemente más rápido y con una marcha más simétrica cuando el exoesqueleto está activado.
El uso de telas y cables mantiene el exotraje ligero, pero también necesita ajustarse perfectamente para aplicar fuerzas al cuerpo sin restringir el movimiento. «El componente textil es probablemente el más crítico,» señala Walsh. Por eso, las máquinas de coser son esenciales en su laboratorio.
—Anna Nowogrodzki
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