
Si queremos transitar hacia una economía descarbonizada debemos cuestionar el statu quo de nuestra actividad, en todos los sectores, sin excepciones. Y es que sólo replanteando nuestras prácticas actuales podremos abrirnos a nuevas formas de producir que orienten nuestro futuro colectivo hacia la sostenibilidad.
Si nos centramos en ámbitos clave para nuestro día a día como el funcionamiento del sistema eléctrico, hay múltiples vías para aterrizar su transformación hacia uno más sostenible. Y una cosa está clara: no basta con soluciones aisladas para afrontar los retos de la transición ecológica; debemos ser disruptivos y adoptar tecnologías avanzadas, favoreciendo el intercambio continuo de ideas entre múltiples actores a través de modelos como la innovación abierta.
Lejos de haber descubierto un enfoque novedoso, en 2023 un 83% de las organizaciones ya había llegado a la misma conclusión, considerando que la innovación abierta es un pilar para el éxito en el cumplimiento de los objetivos, según señalan fuentes del sector. Además, más allá de esta opinión favorable generalizada, un 71% de las organizaciones planeaba incrementar su inversión en innovación abierta durante los próximos dos años.
Asimismo, las empresas con una cultura de innovación fuerte tienen más del doble de posibilidades de avanzar sin trabas en sus iniciativas de transformación digital, en contraste con aquellas cuya cultura de innovación es débil. Y según NTT Data, la innovación da resultados: entre las empresas innovadoras, el 91% aumentó su margen de beneficio neto, el 88% incrementó sus ingresos y el 39% superó las expectativas de retorno de inversión (ROI) en sus iniciativas de innovación en los últimos dos años.
La innovación abierta aboga por una colaboración permanente entre diferentes agentes –desde empresas hasta universidades, startups/scaleups, instituciones, actores financieros y comunidades del entorno de la innovación y la tecnología–, que ponen en común recursos para el desarrollo de soluciones innovadoras que respondan a un objetivo común. En esencia, entiende que los conocimientos, capacidades y avances no deberían limitarse a la organización que los alcanza, sino que a través del intercambio y la cooperación estos se multiplican y todos nos vemos beneficiados.
En el contexto de la transición ecológica, la innovación abierta desempeña un rol clave como acelerador de proyectos. La conexión entre talento interno y externo promueve la creación de nuevas soluciones que aborden de forma ágil los retos del negocio. Con este enfoque, todos los actores que comparten este propósito son más rápidos implementando ideas y, a su vez, evitan esfuerzos duplicados. Además, también permite complementar los esfuerzos en I+D+i, facilitando que las soluciones se escalen y repliquen en diferentes regiones o sectores. Así, se fomenta una red más robusta, donde las sinergias generadas pueden dar lugar a avances más significativos.
En el ámbito del sector eléctrico, en concreto, la tecnología también juega un papel especialmente relevante. Algunos ejemplos como equipamientos y materiales; tecnologías inmersivas y robótica; plataformas y computación; procesamiento avanzado de datos; Internet de las cosas (IoT); comunicaciones; y ciberseguridad de los sistemas de tecnología de la información (IT) y de los sistemas de tecnología operativa (OT) facilitan la creación de soluciones innovadoras para optimizar procesos, mejorar la eficiencia y reducir el impacto ambiental. Además, estas herramientas permiten una integración rápida y efectiva de las soluciones, a la par que mejoran la capacidad de adaptación ante los desafíos del entorno, impulsan la toma de decisiones basada en datos y promueven la creación de valor sostenible a largo plazo.
Llevado a la práctica, las lecciones más significantes que pueden derivar de esta metodología incluyen la importancia de unir esfuerzos para impulsar soluciones disruptivas y mantenerse a la vanguardia tecnológica, ya que normalmente sobreestimamos el impacto de los cambios a corto plazo e infraestimamos el impacto de los cambios a largo plazo; así como la necesidad de mover los límites de lo conocido y apoyarse en nuevos actores como los emprendedores y startups para aportar competencias y perspectivas complementarias que contribuyan a dar forma al futuro. También me gustaría destacar el ser más ágiles probando e incorporando nuevas tecnologías, partiendo de la base de que la tecnología no es solo un fin en sí misma, sino una herramienta para construir puentes entre sectores y actores diversos y, por último, la identificación del talento interno como fuente muy valiosa de aportación de nuevas ideas.
La innovación abierta es más que una estrategia; es una filosofía que nos invita a ser generosos y colaborativos, aprovechando la cooperación para mejorar la eficiencia en el uso de los recursos y crear un sentimiento de comunidad que transforme a los participantes en aliados estratégicos. Un enfoque de co-creación que nos permite impulsar la transición ecológica y avanzar hacia un futuro, en el que la colaboración entre sectores y el intercambio de conocimientos generen un impacto positivo.
Silvia Bruno es Chief Innovation & Technology Officer de Redeia y directora de Elewit.