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Los científicos de la University of Washington (UW) crearon una prueba simple y descartable para la malaria que podría resultar particularmente valiosa en países que carecen de cuidados de la salud fiables.

Lo que separa a esta prueba de otras que se le parecen, es que las proteínas que se usan para la reacción pueden soportar temperaturas altas durante períodos largos. Usualmente hay que enfriar a los reactivos para que funcionen, lo que representa una gran barrera al desarrollar pruebas en lugares que carecen de electricidad continua. Paul Yager, un profesor de bioingeniería en la UW y sus colegas, secaron anticuerpos con azúcar de una manera que permitió que sobrevivieran durante más de dos meses en temperaturas cálidas.

Pequeños canales dentro del dispositivo que tiene el tamaño de una tarjeta de crédito, llevan la sangre del paciente a los puntos de prueba donde los anticuerpos se unen a las proteínas de la malaria, creando puntos de color que interpreta un lector automático portátil (llamado DxBox).

Con financiación de la fundación Gates, el equipo espera colaborar con otros grupos, incluso Micronics, Nanogen, y PATH, para crear más tarjetas que puedan probar otras enfermedades, incluso sarampión y gripe. Otros grupos están tratando de desarrollar pruebas compactas y baratas para todo, desde cáncer hasta ataques cardíacos. Pero este parece un paso gigante hacia una prueba pequeña y resistente, que sigue siendo fiable y precisa hasta en condiciones adversas.