La instalación capturará la mayor parte de su carbono contaminante y lo utilizará para extraer petróleo de la tierra
Una planta de carbón que comenzó a funcionar la semana pasada en Saskatchewan (Canadá) captura y entierra el dióxido de carbono que emite, con dos salvedades importantes: sigue emitiendo tanto dióxido de carbono como una central eléctrica de gas natural, y el dióxido de carbono que entierra se usa para extraer más petróleo de la tierra.
El proyecto Boundary Dam de 110 megavatios, gestionado por la compañía eléctrica provincial SaskPower, es un generador reformado que funciona a base de carbón. Incluye una nueva tecnología de postcombustión diseñada para absorber y capturar el 90% del dióxido de carbono que emite la planta, algo conocido como captura y almacenamiento de carbono, o CAC.
"Resulta significativo porque es la primera instalación de CAC a escala comercial en una planta de energía", señala el experto en captura de carbono e ingeniero de investigación sénior de la Iniciativa de Energía del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, EEUU), Howard Herzog.
La empresa argumenta en un comunicado que "está transformando una de las fuentes más abundantes y asequibles de energía del mundo en una de las más limpias". Sin embargo, el carbón que quema, el lignito, es el más sucio de todos, y el 10% del CO2 que la planta no logra capturar equivaldrá a 150 toneladas de dióxido de carbono por gigavatio-hora.
En última instancia la CAC podría ser crucial para avanzar en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con el cambio climático (ver "La captura de carbono puede reducir a la mitad el precio de frenar el cambio climático"). Sin embargo, en general la tecnología está estancada. En EEUU, una planta de carbón con CAC en Mississippi ha sufrido muchos retrasos. La construcción de otra en Illinois se reanudó hace poco (ver "Una ONG frena la mayor planta de captura de CO2 de EEUU").
Puesto que las emisiones de dióxido de carbono no tienen ningún impuesto u otro precio asignado, las compañías eléctricas no tienen motivación para hacer que este tipo de proyectos sigan adelante. Incluso la planta de Saskatchewan no habría funcionado si no hubiera utilizado el dióxido de carbono para extraer aún más hidrocarburos de la tierra, señala Herzog.
La planta de 565 megavatios en Kemper, Mississippi, también quemará carbón sucio y utilizará las emisiones capturadas para sacar petróleo. Pero es cinco veces más grande que la planta de Saskatchewan y gestionará el carbón con una tecnología diferente: la gasificación. El proyecto ha sufrido enormes sobrecostes y actualmente se proyecta que costará 5.000 millones de dólares (4.000 millones de euros), entre los que se incluyen cientos de millones de dólares de subsidios federales del gobierno de EEUU.