Podría facilitar la integración de las energías renovables y reducir el consumo de combustible en aplicaciones fuera de la red.
La semana pasada GE inauguró, con un dramático espectáculo de luces, música y pirotecnia, una inmensa fábrica de baterías que ha costado 100 millones de dólares (unos 81 millones de euros) en Schenectady, Nueva York (EE.UU.). La fábrica, que acabará dando empleo a 450 personas, produce un nuevo tipo de batería que usa sodio y níquel. GE afirma que la tecnología, que es más duradera y carga más rápido que las baterías de plomo y ácido, hará que la generación de electricidad fuera de la red eléctrica general sea más eficiente, y ayudará a las eléctricas integrar electricidad proveniente de una amplia variedad de fuentes, incluyendo algunas intermitentes como la energía eólica y la solar.
A pesar de que GE se enfrenta a una fuerte competencia en el campo de las nuevas tecnologías de baterías para la red por parte de empresas como Aquion Energy y Liquid Metal Battery, esta gran empresa tiene grandes ambiciones para su tecnología y acaba de crear una nueva unidad de negocios para comercializarla. Así, en la inauguración de la fábrica, la empresa anunció una nueva inversión de 70 millones de dólares (unos 57 millones de euros) para aumentar la capacidad de producción y poder hacer frente a todos sus pedidos atrasados. “El coste de la electricidad va a bajar porque la batería de GE dará a las plantas eléctricas la posibilidad de usar una multitud de tecnologías distintas al mismo tiempo”, explicó el director general de GE, Jeffrey Immelt a un grupo de periodistas en la inauguración de la planta.
Sin embargo, sus primeras aplicaciones serán un poco menos ambiciosas. El primer cliente de GE es una empresa sudafricana, Megatron Federal, que usará las baterías para suministrar energía a las antenas para móviles en Nigeria que suelen recibir su energía de generadores diésel. Emparejar los generadores con las nuevas baterías hará que éstos funcionen de una forma mucho más eficiente. “Ahorras un 53 por ciento en combustible, un 45 por ciento en mantenimiento y aproximadamente un 60 por ciento en repuestos para el generador”, afirma Brandon Harcus, gerente de la división de telecomunicaciones para Megatron Federal. “Para nuestra instalación en Nigeria el ahorro es sustancial, aproximadamente 1,3 millones de dólares (aproximadamente un millón de euros) en 20 años por cada antena. Se usa mucho menos combustible y se produce mucho menos dióxido de carbono”.
Para esta aplicación la batería tiene dos ventajas principales respecto a las baterías de plomo y ácido que suelen servir de apoyo a los generadores. Se recarga más rápido, unas dos horas comparadas con las 10 horas que tardan las baterías de plomo y ácido. Y, al contrario que muchas otras baterías, la batería de GE no requiere aire acondicionado, lo que sirve para reducir el consumo de combustible en la instalación.
Además de este uso como fuente de energía para las antenas para móviles, las baterías también podrían usarse para almacenar electricidad de las turbinas eólicas y los paneles solares y así equilibrar las fluctuaciones en el suministro que se dan en estas fuentes de energía. GE afirma que también se pueden usar en microrredes, pequeñas redes eléctricas, que suelen ser del tamaño de un pueblo o una base militar y están diseñadas para operar independientemente de la red eléctrica general y proporcionar electricidad con la misma calidad que la de la red general.
Las baterías son más caras por kilovatio hora que las baterías de plomo y ácido pero se espera que duren más, especialmente en aplicaciones en las que las baterías se descargan completamente con regularidad, algo que deteriora las baterías de plomo y ácido. En algunas aplicaciones las baterías de plomo y ácido duran tan solo seis meses. Diseñadas para descargarse completamente al menos 3.500 veces, las baterías de sodio y níquel de GE podrían durar una década de cargas y descargas completas diarias.
La tecnología básica de la batería, denominada sodio haluro metálico surgió en Sudáfrica hace décadas y se desarrolló para usar en aplicaciones de transporte en la década de 1980 después de la crisis del petróleo. Hubo un momento en el que se usó para hacer funcionar un Mercedes de prueba. Pero la tecnología quedó un poco relegada cuando los precios del crudo cayeron y decayó el interés por buscar alternativas a los coches movidos por petróleo. GE adquirió la tecnología en 2007 y sus laboratorios de investigación la mejoraron mediante un análisis concienzudo de los materiales y “afinando mucho” el diseño, afirma Sandos Hollo, director de tecnología para GE Energy Storage.
La clave de la tecnología es un material electrolítico cerámico que separa los electrodos. Durante la carga, iones de cloro se liberan del cloruro de sodio y se combinan con el níquel para producir cloruro de níquel. Los iones de sodio que quedan se trasladan por el electrolito hasta una reserva. Cuando la batería genera energía, los iones se vuelven a mover por el electrodo y la acción se revierte. El proceso tiene lugar a unos 300 ºC dentro de un contenedor aislado.