El experto Christian Deilmann considera que aunque la conexión de productos electrónicos a la web supone riesgos, los beneficios son superiores
Suena el despertador y remoloneas durante un rato en la cama, el tiempo suficiente para que salte tu tostada y se haga tu café. Ambos dispositivos se han encendido de forma automática gracias al internet de las cosas al que están conectados. Esta escena no proviene de una novela de ciencia ficción, al contrario, la conexión de productos electrónicos a la web para que funcionen de forma más autónoma es una realidad, como demuestra tado°. Esta aplicación conecta un smartphone con cualquier dispositivo de calefacción para que este se encienda y apague en función de los habitantes que haya en casa. Su cocreador, Christian Deilmann participó en una conferencia sobre el internet de las cosas en el congreso tecnológico Hy!, celebrado la semana pasada en Berlín (Alemania).
¿Cuántas cosas se pueden conectar al internet de las cosas?
Se calcula que más que personas viven en el mundo, alrededor de 60.000 millones de productos. Estoy seguro de que todas las cosas importantes de la vida tendrán una conexión a internet para comunicarse entre ellas. Por ejemplo, algunos coches ya lo están.
El internet de las cosas gira en torno a los servicios que ofrece tener estos dispositivos conectados. En el caso del carsharing –servicio de alquiler de coches de forma puntual-, cojo mi smartphone y tengo acceso a los vehículos disponibles en la zona. Cuando reservo uno, el coche ya sabe que lo está y nadie más puede acceder a él. Esto solo es posible cuando mi teléfono inteligente y el coche están conectados entre sí, y un buen ejemplo de los servicios que ofrece el internet de las cosas.
Otro ejemplo, por supuesto, es tado°, con el que podemos conectar cualquier tipo de sistema de calefacción para hacerle saber si hay gente en la casa o no, gracias a los smartphones de los habitantes de cada vivienda. Cuando la última persona se va de casa, el teléfono envía una señal al sistema que le ordena suspender su funcionamiento y otra para reactivarse cuando el usuario vuelve a casa. El smartphone trabajaría como el navegador de un coche al enviar las señales en función de la ubicación.
¿Qué pasa si se pierde la conexión a internet?
El sistema incluye una opción de control manual, en ese caso pero, por supuesto, hay algún respaldo físico.
Hay otras muchas otras aplicaciones. En una casa puedes, por ejemplo, hacer lo mismo con la iluminación y la alarma, que pueden encenderse y apagarse en función de las personas que haya en casa. Todo esto puede hacerse sin tener que presionar ningún botón, todo es automático y gracias a que los dispositivos se comunican unos con otros a través de internet.
¿Cómo se convierte un producto normal, como una tostadora, en una tostadora inteligente?
Desde tado° ofrecemos sistemas de este tipo a otras empresas. Tenemos un pequeño módulo del internet de las cosas, es muy pequeño, medido en centímetros cuadrados; y tiene un pequeño controlador. Puedes insertarlo en cualquier producto electrónico y ya lo tienes conectado al internet de las cosas.
¿Y qué pasa con los dispositivos que no están conectados a la corriente? Un proyecto, por ejemplo, pretende crear un sistema para rastrear mascotas que, obviamente, no están conectadas a nada.
Puedes, entonces, poner un chip con una batería, por ejemplo. No se trataría de un reto tecnológico demasiado importante. Lo que es difícil en proyectos de este tipo es el consumo de energía. Aunque la tecnología esté ahí, el problema radica en encontrar servicios útiles. Si tienes que recargar el dispositivo para seguir a tu mascota cada tres o cuatro días puede convertirse en algo tedioso. Ese es el desafío, crear experiencias que tengan sentido práctico. Los servicios del internet de las cosas tienen que hacer la vida más sencilla, y si te la hace más difícil porque tienes que recargarlo todo el rato el concepto pierde un poco el sentido.
¿Cómo pueden comunicarse entre ellos los dispositivos creados por distintos fabricantes si no utilizan los mismos protocolos?
En este momento hay mucha gente en el ámbito del internet de las cosas que tiene sus propios protocolos. Pero, para mí, está claro que el lenguaje será el protocolo de internet. No importa si es un smartpohne, un PC, una calefacción, Google Glass o un coche. Todos ellos tendrán una dirección IP propia y se ajustarán al estándar del protocolo de internet. Hay que superar el reto de que todo hable el mismo lenguaje, y ya hay un lenguaje para ello, que es el de internet. Eso haría las cosas más fáciles. Ahora hay muchos protocolos.
¿Hay iniciativas tratando de unificarlos?
Sí, hay muchas. Nosotros creemos que el Cuerpo Especial de Ingeniería de Internet (Internet Engineering Task Force) será quien probablemente fije el estándar. Ya lo han hecho con otros protocolos como IPv4 e IPv6. Ellos han definido todos los protocolos de comunicación en la red y creo que también lo harán con otros productos cuando se acerquen a internet. Creo que la iniciativa necesita ser bien pensada. A menos que el mundo entero juegue el mismo juego será muy difícil encontrar un denominador común
En diciembre, se detectó el caso de una nevera que estaba enviando spam, por ejemplo, por lo que a medida que más cosas se conectan a internet también se vuelven más susceptibles al hackeo, ¿no es cierto?
Sí, efectivamente, la seguridad es un aspecto muy importante en el internet de las cosas. Pero de la misma forma que se puede hacer que los productos se comuniquen entre sí tan pronto, también es posible crear estándares de seguridad para ellos. De hecho, pueden aplicarse los mismos que emplea la banca online, puesto que ya hay herramientas para ello. Nunca estás 100% seguro contra los hackers, pero usamos los estándares más altos de seguridad. En cualquier caso, si yo fuera un hacker tendría más interés en asaltar un banco que en hackear un frigorífico.
De todas formas tener todos estos productos conectados a internet implica más riesgos que no tenerlos.
Sí, eso es cierto. Pero los beneficios son mayores que los riesgos. Los estándares de seguridad deben ser muy fuertes, pero también debe haber un valor muy significativo en el internet de las cosas para que tenga sentido que estén conectados.
¿Cuándo crees que el internet de las cosas se volverá masivo y se extenderá a la mayoría de dispositivos del hogar?
Creo que para aplicaciones específicas ya hay un uso relativamente generalizado, como en el caso del carsharing. Los smartphones son muy poderosos, siempre los tienes contigo. Esta es una clave para permitir el internet de las cosas, ya que envían señales continuamente.
El proceso no será tan sencillo como ir a una tienda y decir que quieres que toda tu casa esté conectada, sino que se hará paso a paso. Primero serán las luces, por ejemplo, luego aquellos que quieran sistemas de alarma más baratos. Serán estos casos útiles los que buscará el consumidor, hasta que en un punto determinado se dé cuenta de que tiene un hogar inteligente.
¿Y para cuándo vislumbra este escenario?
Quizá a partir de dentro de cuatro años. En ese momento cada casa tendrá, al menos, un aparato dentro del internet de las cosas en los países desarrollados.