Una investigación revela que distintas ONG y propietarios ganan millones en el mercado del carbono alegando conservar árboles que probablemente nunca pensaban talar. En lugar de luchar contra el cambio climático, esta práctica común podría estar aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero
La Sociedad Audubon de Massachusetts EE. UU. (Massachusetts Audubon Society) lleva mucho tiempo gestionando sus tierras en el oeste del estado como un hábitat fundamental para la vida silvestre. Los amantes de la naturaleza acuden en masa a estos bosques para disfrutar de la observación de aves y caminatas tranquilas, con el ocasional avistamiento de linces o alces.
En 2015, esta organización conservacionista sin ánimo de lucro presentó al principal regulador climático de California (EE. UU.) un plan sorprendente: en los próximos años la entidad podría talar 3.925 hectáreas de sus bosques preservados. Planteó la posibilidad de talar cientos de miles de árboles como parte de su plan para participar en el programa de compensación forestal de California.
La Junta de Recursos del Aire (ARB, por sus siglas en inglés) del estado estableció el sistema para aprovechar la capacidad de los árboles para absorber y almacenar carbono para ayudar a California a cumplir con sus objetivos de reducción de gases de efecto invernadero.
El programa permite a los propietarios de bosques como Mass Audubon obtener créditos de carbono para preservar los árboles. Cada crédito representa una tonelada de CO2. Los emisores de California, como las compañías petroleras, compran estos créditos para poder emitir más CO2 de lo que la ley estatal les permite. En teoría, el intercambio debería equilibrar las emisiones para evitar un aumento general de CO2 en el aire.
La Junta de Recursos del Aire aceptó el proyecto de Mass Audubon en su programa, requiriendo que la organización preservara sus bosques durante el próximo siglo en vez de talarlos. La organización sin ánimo de lucro recibió más de 600.000 créditos a cambio de su promesa. La gran mayoría fueron vendidos a través de intermediarios a distintas empresas de petróleo y gas, según muestran los registros. El grupo ganó alrededor de cinco millones de euros con las ventas, afirmó el científico regional de Mass Audubon, Tom Lautzenheiser.
Sobre el papel, el acuerdo fue un éxito. Las empresas de combustibles fósiles pudieron emitir más CO2 respetando las leyes climáticas de California. Mass Audubon ganó suficiente dinero para adquirir más tierras para su conservación y para contratar a más personal para trabajar contra el cambio climático.
Pero el plan no funcionó tan bien para el medio ambiente, a menos que la intención real de Mass Audubon fuera la de comenzar a actuar como una empresa maderera. El proyecto no alcanzaría ni de cerca los niveles declarados de reducción de emisiones de carbono si la organización estuviera obteniendo créditos por bosques que nunca estuvieron en peligro de tala agresiva. Y cada vez que un ente contaminador usa un crédito que en realidad no ahorró una tonelada de carbono, las emisiones netas aumentan, socavando el objetivo del programa.
Según los expertos en el mercado del carbono, para que el sistema de California funcione, el programa debe generar ahorros de carbono que no se habrían producido sin el programa. Si Mass Audubon ya había planeado preservar el bosque, entonces el programa de créditos de carbono ha pagado para salvar árboles que nunca estuvieron en riesgo.
El concepto en cuestión se conoce como "adicionalidad". Y la forma en la que los reguladores crean las reglas para garantizar que suceda está en el centro del debate sobre si el programa de compensación de carbono de California realmente está beneficiando al medio ambiente.
Para la Junta de Recursos del Aire, la intención del propietario no es importante. Siempre que el bosque se haya podido talar de una manera legal, no pierda dinero y no exceda las prácticas de tala típicas en esa región, las reglas de la agencia tratan los ahorros a la atmósfera como reales.
Algunos investigadores de compensaciones argumentan que el enfoque de California permite a los propietarios reclamar créditos por árboles que nunca estuvieron en peligro.
Una nueva investigación realizada por la organización sin ánimo de lucro de San Francisco (EE. UU.) CarbonPlan ofrece evidencias de que esto está pasando: muestra que los propietarios de tierras del programa maximizan sistemáticamente la cantidad de árboles que afirman que podrían talar si no se les otorgan créditos de carbono, incluso si tienen poco historial de tala o declaraciones de misión en clara oposición a tales prácticas.
La investigación sugiere que el programa podría estar exagerando significativamente la cantidad de ahorros de carbono logrados. El director de Políticas de CarbonPlan y coautor del estudio, Danny Cullenward, afirma que "el patrón casi universal que vemos en los datos", corrobora las preocupaciones de que "esos proyectos no generan los beneficios climáticos reales".
Ese hallazgo fue parte de un estudio más amplio que concluyó que el programa emitió decenas de millones de créditos de carbono que no logran beneficios climáticos reales. Como ProPublica y MIT Technology Review informaron recientemente, esos créditos fantasma fueron el resultado de cálculos demasiado simplificados de los niveles promedio de carbono en los bosques.
La Junta de Recursos del Aire defendió el programa y su aprobación del proyecto de Mass Audubon. Afirmó que el proyecto cumplía con sus criterios de adicionalidad. Sería "poco realista y poco práctico" desarrollar reglas que requieran que los reguladores "básicamente lean la mente de cada desarrollador de proyectos", resaltó el portavoz de la agencia, Dave Clegern.
También señaló que los grupos ambientalistas demandaron a la Junta de Recursos del Aire por su programa de compensación forestal en 2012. Un tribunal de apelaciones dictaminó que la agencia había interpretado razonablemente la ley al evaluar la adicionalidad de esta manera. Y añadió: "Hemos litigado y hemos ganado el derecho a definirlo como lo hacemos, e implementarlo de esa manera. Su estudio critica el programa de California por su estándar que no tiene ninguna base legal".
Por improbable que sea la idea de que un grupo conservacionista realmente permita la eliminación de tantos árboles, los responsables de Mass Audubon aseguraron que simplemente habían seguido las reglas del estado al afirmar que la sociedad podía talar su bosque.
En una entrevista, Lautzenheiser explicó: "[Mass Audubon] no habría hecho esto si no hubiéramos pensado que los beneficios para el medio ambiente no fueran reales". Cuando se le preguntó si la organización tenía la intención de talar en los niveles mencionados en los documentos, Lautzenheiser no respondió directamente. En lugar de eso dijo: "No estamos de acuerdo con la premisa de su pregunta. Estamos seguros de que nuestro proyecto proporciona un beneficio neto de carbono al medio ambiente porque cumple con todos los requisitos de adicionalidad del programa de California. Mass Audubon participa en este programa de buena fe, ha implementado un proyecto que cumple con todos los estándares relevantes y, a través del proyecto, ha reforzado su compromiso con la protección a largo plazo de las tierras forestales inscritas".
Preparar el límite
Por su naturaleza, los sistemas de compensación forestal incentivan a los propietarios a exagerar el nivel de tala posible en su propiedad. Los terratenientes que afirman que habrían talado todos sus árboles pueden ganar más créditos y más dinero que los que proponen talar menos.
Los anteriores programas de compensación buscaban limitar esta práctica confirmando lo que cada titular de proyecto había tenido la intención real de hacer. Pero es casi imposible saber qué habría sucedido si el programa no existiera, lo que generó problemas que llevaron a un importante exceso de créditos, según los análisis anteriores.
La Junta de Recursos del Aire de California intentó abordar este problema con criterios objetivos, creando estándares para evaluar todos los proyectos de la misma manera. El programa estatal impide que los propietarios afirmen que todos sus árboles están disponibles para la tala. En cambio, establece un límite basado en cómo los típicos propietarios privados talan sus bosques, utilizando datos federales sobre la media de los niveles de carbono almacenados en los tipos de bosques similares en la región. Los propietarios deben presentar planes de tala que, en una media de 100 años, no caigan por debajo de este límite.
La investigación de CarbonPlan muestra que los proyectos de los propietarios se acercan constantemente al límite establecido por la Junta de Recursos del Aire y encontró que casi el 90 % de los 65 proyectos analizados citaban futuras posibilidades de tala que cayeron menos del 5 % sobre el límite establecido.
El escenario de Mass Audubon estaba aún más cerca, al 0,2 %.
El estado aprobó estos proyectos a pesar de que es muy poco probable que casi todos los propietarios estuvieran a punto de empezar a talar sus árboles a niveles de carbono tan cercanos al límite establecido, subrayó Cullenward.
Al realizar el análisis del programa en todo el sistema, los investigadores de CarbonPlan también notaron que las organizaciones de conservación como Mass Audubon participaban regularmente en el programa. Identificaron al menos una docena de proyectos relacionados con bosques que no parecían estar en riesgo de tala agresiva.
Clegern asegura que las salvaguardas del programa previenen los problemas identificados por CarbonPlan. Las compensaciones de California se consideran reducciones adicionales de carbono porque el límite sirve "como barrera de protección", añadió y explicó que, sin él, muchos propietarios podrían haber registrado niveles aún más bajos si no existieran las compensaciones.
Clegern agregó que las reglas de la agencia fueron adoptadas tras un largo proceso de debate y confirmadas por los tribunales. El Tribunal de Apelaciones de California determinó que la Junta de Recursos del Aire tenía su criterio para utilizar un enfoque estandarizado para evaluar si los proyectos generaban adicionalidad.
Pero el tribunal no tomó una decisión independiente sobre la efectividad de ese estándar y fue "bastante respetuoso con el criterio de la agencia", escribió en un correo electrónico la profesora de derecho de la Facultad de Derecho de la Universidad de San Francisco Alice Kaswan.
La ley de California requiere que las regulaciones estatales de cap-and-trade garanticen que las reducciones de emisiones sean "reales, permanentes, cuantificables, verificables" y "además de cualquier otra reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que de otro modo ocurriría".
Kaswan opina: "Si hay nueva información científica que sugiere serias dudas sobre la integridad de las compensaciones, entonces, posiblemente, CARB tiene el deber constante de considerarla y revisar sus protocolos en consecuencia. La obligación de la agencia es implementar la ley, y la ley requiere la adicionalidad".
La receta
Un día a principios de primavera, Lautzenheiser llevó a un periodista a un bosque protegido por el proyecto de compensación. Los árboles eran principalmente altos pinos blancos mezclados con abetos, arces y robles. Lautzenheiser suele ser el único ser humano en esta parte del bosque, donde pasa horas buscando plantas raras o viendo salamandras.
Los documentos de planificación de Audubon reconocen que los bosques inscritos en el programa de California estaban protegidos mucho antes de que comenzaran a generar las compensaciones: "La mayor parte del área del proyecto ha sido conservada y designada como bosque de alto valor de conservación durante muchos años con la gestión centrada en los valores de conservación de recursos naturales a largo plazo".
Lautzenheiser destaca que no hay ninguna contradicción entre la gestión forestal activa y la conservación, ya que Mass Audubon tala de forma habitual algunos de sus árboles para mantener un hábitat básico.
Los bosques, los humedales y otros ecosistemas que almacenan carbono se destruyen todos los días, "simplemente no tenemos ninguna posibilidad" de cumplir con los objetivos climáticos necesarios sin mantener y recuperar estas tierras, escribió Lautzenheiser en un correo electrónico. El mundo tiene que ampliar este tipo de "soluciones climáticas naturales y debe hacerlo cuanto antes", resaltó.
Cuando se le preguntó sobre el plan de tala de Mass Audubon, Lautzenheiser explicó que los números fueron modelados por Finite Carbon, el desarrollador de proyectos de compensaciones que manejó la mayor parte del trabajo técnico. Las discusiones sobre cómo establecer el límite son legítimas, afirmó Lautzenheiser, y la junta se decidió por "un estándar justo". Finite Carbon simplemente siguió "la receta" establecida por la Junta de Recursos del Aire, concluyó.
Finite Carbon, cuya mayor parte fue adquirida por el gigante petrolero BP a finales del año pasado, no respondió a las preguntas sobre el proyecto. En un comunicado, la empresa afirmó que todos sus proyectos "han sido revisados por la junta ARB, así como por un auditor independiente acreditado por la ARB para garantizar el pleno cumplimiento de los protocolos de la Junta".
La empresa energética Phillips 66 compró 500.000 créditos del proyecto de Mass Audubon, mientras que Shell y Southern California Gas Company adquirieron otros 140.000, según los últimos datos de la junta. Los investigadores creen que la junta debe hacer un mejor trabajo al evaluar si los proyectos realmente benefician al medio ambiente.
El antiguo desarrollador de proyectos de compensación que pasó décadas estudiando la adicionalidad Mark Trexler opina que la Junta de Recursos del Aire debe analizar sus proyectos para determinar si todos los créditos son realmente adicionales y, de no ser así, cuántos créditos dudosos se emitieron. "Si no tiene respuesta a esa pregunta, no debería implementar" ningún programa, sugirió.
La coautora del estudio de CarbonPlan Barbara Haya considera que el enfoque del estado podría funcionar, pero debe ser monitorizado de cerca. Si conduce a algunos proyectos con demasiados créditos y a otros con muy pocos, entonces el sistema debería equilibrarse, impidiendo emisiones adicionales, afirmó Haya, quien dirige el Proyecto de Comercio de Carbono de Berkeley en la Universidad de California en Berkeley. Y añade: "Lo que importa es la calidad de los créditos en su conjunto, no la de cada crédito individual".
No obstante, la junta no ha proporcionado este tipo de evaluación y no acepta la premisa de que alguno de sus créditos pueda no ser adicional.
Hipotecar el medio ambiente
Los grupos de conservación ambiental destacan que los programas de compensación han ayudado a crear incentivos económicos para proteger los bosques y han proporcionado fondos que algunos han utilizado para comprar y preservar tierras adicionales que de otro modo podrían haber sido taladas.
El consultor de la organización sin ánimo de lucro que ayudó a desarrollar las reglas de compensación de California, Climate Action Reserve, John Nickerson, resaltó que los propietarios sufrían presiones económicas para talar o desarrollar sus tierras. El propietario de un bosque medio conserva su propiedad durante 20 años antes de venderla; sin compensaciones, señaló, los árboles solo se valoran por su madera. Y añadió: "Si se quita esto, volveremos a librar las guerras de la madera. El riesgo por el cual se otorgan créditos a los proyectos es real".
Pero incluso si algunos propietarios utilizan las ganancias de las compensaciones para adquirir más tierra, los cálculos del carbono aún deben equilibrarse en todo el sistema para garantizar que no se produzcan más emisiones de las que se previenen.
"Lo que ocurre es que muchas de estas organizaciones están hipotecando el medio ambiente para lograr objetivos de conservación. Es totalmente cierto que necesitan dinero y se han convencido a sí mismas de que la única forma de conseguir el dinero es a través de las compensaciones", opina el becario postdoctoral en Black Rock Forest de la Universidad de Columbia (EE. UU.) e investigador principal del est udio de CarbonPlan, Grayson Badgley.Pero, añade que, "al fingir que funcionan, nos encerramos en este pacto fáustico", en el que California logra metas de conservación a costa de las climáticas.
Otros investigadores también han detectado señales de que los créditos se podrían otorgar a proyectos de bosques que probablemente nunca se talarían de forma agresiva. Un documento de 2016 señaló que muchos de los primeros participantes en el programa de compensación forestal de California eran organizaciones de conservación sin ánimo de lucro. Sus bosques ricos en carbono ya estaban muy por encima de los límites del programa y, por lo tanto, contaban con las condiciones de obtener una gran cantidad de créditos.
Si bien el programa estatal puede proporcionar fondos a estos grupos que podrían ayudarlos a adquirir nuevas tierras, no es probable que las compensaciones hayan cambiado las prácticas en los bosques que inscribieron, concluyó el estudio. "Es un problema de la adicionalidad", concluyó la profesora asociada de política y gestión forestal de la Universidad Estatal de Humboldt (EE. UU.) y autora principal del artículo de 2016, Erin Kelly.
Ceguera voluntaria
Los conocedores de la industria opinan que, en teoría, los propietarios podrían talar muy por debajo del límite establecido por la junta, por lo que no es de extrañar que muchos presenten propuestas que maximicen la cantidad de tala que podrían realizar. Entre risas, Nickerson dijo: "Estoy seguro de que estos desarrolladores de proyectos sofisticados configuraron sus sistemas de modelado para ejecutar iteraciones hasta que puedan lograr eso".
Los documentos lo confirman de manera rotunda para un puñado de proyectos, según encontró Badgley, incluido uno en Wisconsin (EE. UU.) donde el desarrollador Bluesource escribió en su documentación que usó software para modelar numerosos niveles de tala para cada acre del proyecto hasta que encontró una combinación que produjo los niveles de carbono "iguales" al límite establecido por la junta.
La directora de Marketing y Comunicación de Bluesource, Emily Six, confirmó en un correo electrónico que la empresa utilizaba software de modelado y optimización para llegar a estos resultados. Pero negó que esto exagerara los posibles niveles de tala, y señaló que incluso si un propietario no hubiera planeado talar agresivamente, "un aumento en los precios de la madera o las crecientes presiones económicas" podrían cambiar su opinión "en cualquier momento durante el período de 100 años del proyecto".
Para Trexler, este razonamiento es "absurdo". La credibilidad de cualquier plan de tala depende de las condiciones e intenciones actuales, no de lo que pueda suceder décadas después, aclaró. Está desesperado por lo que denomina como una "ceguera voluntaria" a este problema fundamental. Como Casandra, repetidamente advertido que los falsos ahorros amenazan la integridad de las compensaciones en todas partes.
Sin mejores garantías de que los créditos representan ahorros de carbono que no hubieran ocurrido de otra manera, "todo lo que hacemos es crear un mercado masivo para la contabilidad creativa", resaltó.
Hace años, Trexler propuso un sistema de puntuación para distinguir las compensaciones de gran calidad (las de una alta probabilidad de lograr beneficios climáticos reales) de los proyectos de menor calidad, para mejorar la transparencia en el mercado del carbono. Pero esa idea nunca prosperó, admite.
Trexler ya no trabaja en los programas de compensación. Y confiera: "En cierto modo me he salido de ahí. Simplemente he llegado a la conclusión de que nunca lo haremos bien".
*Este reportaje ha sido copublicado con 'ProPublica', un medio de investigación sin ánimo de que investiga los abusos de poder. La reportera de investigación de 'ProPublica' Doris Burke contribuyó a este reportaje.
**Nota del editor: La Junta de Recursos del Aire de California escribió una carta criticando nuestro reportaje, disponible aquí. Publicamos una respuesta, señalando por qué no coincidíamos con los puntos que habían planteado, que está disponible aquí.
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