Inteligencia Artificial
Así fue mi primer viaje en un Uber que se conducía solo: hizo falta un conductor
La empresa ha escogido una ciudad muy complicada para lanzar un servicio piloto de taxis autónomos supervisados. Aunque en general conducen bien, fue necesario asumir el control un par de veces
Las personas que ayer por la mañana pidieron un Uber en Pittsburgh (EEUU) descubrirían que el conductor era menos parlanchín de lo normal. E igual que esos afortunados pasajeros, yo tuve la oportunidad de ser llevado por la ciudad en uno de los prototipos de coche autónomo de la empresa. También pude sentarme al volante e intentar conducir, o, más bien, supervisar, uno de los nuevos vehículos de Uber.
El director del Centro de Tecnologías Avanzadas de Uber en Pittsburgh, Raffi Krikorian, afirma: "Vamos a empezar a invitar poco a poco a nuestros pasajeros más leales de Pittsburgh a experimentar el futuro. Si llaman para pedir un coche, podrían recibir un Uber autónomo".
La compañía está explorando esta tecnología ante la competencia de fabricantes automovilísticos y empresas tecnológicas que ya están en la conducción autónoma, como Google y Apple. Su esperanza es que la tecnología algún día le permita prescindir de los conductores, algo que le ayudaría a ahorrar mucho dinero, incluso si sólo se desplegara en algunas zonas. Pero de momento, los vehículos de Uber incluyen un piloto entrenado para asumir el control en situaciones de emergencia, algo que yo agradecí durante mi viaje de prueba esta semana.
Durante el trayecto, que recorrió varios kilómetros de carretera alrededor de las instalaciones de pruebas de Uber en un antiguo barrio industrial, el coche rindió de forma admirable en muchas situaciones difíciles. Reaccionó correctamente ante peatones que irrumpieron en la carretera, por ejemplo, y por lo general me sentí bastante seguro. Sin embargo, varias veces fue necesario que el piloto de emergencia asumiera el control. Una vez para que el coche no se quedara atascado detrás de un camión y otra para evitar a otro vehículo que realizó un giro repentino.
El ensayo de Uber es poco habitual, ya que incluye a usuarios reales. Será una buena oportunidad para evaluar la reacción de la gente a la tecnología. Dentro de los coches de la empresa, una pantalla colocada delante de los asientos traseros muestra a los pasajeros una imagen en 3D de lo que perciben los sensores del coche e indica las acciones que está tomando el vehículo, como la dirección o el frenado. También hay un botón rojo que los pasajeros pueden pulsar para que el coche se detenga, tal vez si se ponen demasiado nerviosos. Una cámara de vídeo de ojo de pez incrustada en el techo graba las reacciones de los pasajeros para su análisis posterior.
Resultó fascinante observar la pantalla, pero no siempre ofrecía una clara explicación de lo que el coche iba a hacer. Además, resultó más interesante mirar por la ventana para observar cómo rendía. A veces pasaba al lado de los coches aparcados a una distancia algo preocupante.
Foto: La flota de taxis autónomos de Uber. Crédito: Daniel Lovering.
Aproveché la oportunidad de colocarme al volante y comprobar cómo vivirían el viaje los conductores. Para retomar el control solo había que el volante o presionar el pedal de aceleración o de freno, y hasta había un gran botón rojo para desactivar el sistema de inmediato. Pero el mayor reto fue mantenerme totalmente atento. De alguna manera, el coche se conducía tan hábilmente que tenía que esforzarme en prestar atención. Varias veces, el sistema me pidió asumir el control. Una cuando parecía que el coche podría pasar peligrosamente cerca de un vehículo estacionado, y otra cuando misteriosamente empezó a girar el volante a la izquierda mientras estábamos parados a causa del tráfico encima de un puente.
Pittsburgh es un entorno difícil para los vehículos autónomos, un motivo por el que Uber está probando sus coches allí. Las calles de la ciudad son estrechas, serpenteantes y a veces están llenas de peatones y ciclistas. La ciudad también tiene muchas colinas y puentes que pueden jugar malas pasadas a los sensores de los coches autónomos, y su clima presentará muchos retos. Hasta la fecha, la mayoría de los coches autónomos han sido probados en estados como California y Nevada (EEUU), donde las condiciones suelen ser soleadas y despejadas. Uber dice que sus coches autónomos podrán operarse bajo lluvia y nieve pero necesitarán supervisión extra.
"Pittsburgh representa el entorno ideal para nuestras pruebas. De muchas maneras, es el doble diamante negro de la conducción", dijo Krikorian.
Foto: Un ingeniero monitoriza los sistemas desde dentro del coche. Crédito: Daniel Lovering.
Los vehículos de Uber están repletos de sensores. Tienen siete láseres, incluido un LIDAR giratorio en el tejado; 20 cámaras distintas colocadas en la parte delantera y los laterales del vehículo, dos radares que proporcionan una cobertura de 360°, GPS, y unidades de medición inercial.
El director Herman Herman del Centro Nacional de Ingeniería de Robots de la Universidad de Carnegie Mellon (EEUU), una subunidad de la universidad creada para ayudar a comercializar los vehículos autónomos y otras tecnologías robóticas, se siente escéptico. Duda de las probabilidades de que Uber logre prescindir de sus conductores a corto plazo. Afirma que Uber tiene ventaja a la hora de poder eligir dónde envía sus coches autónomos, pero añade que garantizar la seguridad y fiabilidad representará todo un reto. "Lo último que querrás si eres pasajero es que se pare, o choque contra algo", señala.
Prácticamente todos los fabricantes automovilísticos y varias otras empresas, incluidas Google y Apple, están desarrollando sistemas de conducción autónoma, inspirados por el impacto potencial que la tecnología podría tener en la industria del transporte. El ambicioso esfuerzo de Uber refleja la agitación que está experimentando la industria del transporte al completo. Con fabricantes y otras empresas explorando el negocio de los viajes compartidos, Uber, que está valorada en casi 45.000 millones de euros, claramente siente la necesidad de mantenerse por delante de la curva tecnológica para asegurarse de no quedarse rezagada.
Foto: Uber está probando este taxi autónomo en Pittsburgh. Crédito: Daniel Lovering.
La empresa ha desarrollado sus coches autónomos muy deprisa. La propia Uber fue fundada el mismo año que Google empezó a desarrollar sus coches autónomos, en 2009, y el Centro de Tecnologías Avanzadas en Pittsburgh fue fundado hace tan sólo 18 meses. Ha gastado más de 600 millones de euros en la construcción del centro, reclutando a docenas de ingenieros del prestigioso departamento de robótica de la Universidad de Carnegie Mellon en el proceso.
Como demostró mi viaje, llevará tiempo que cualquiera perfeccione la conducción autónoma. De hecho, aún no está claro qué ha de hacerse antes de que se pueda considerar seguro eliminar los conductores (o supervisores) humanos de la ecuación. Y mientras que pasear a bordo de los coches representa un deleite futurista, de momento creo que preferiría un conductor, aunque sea un poco pesado.