Inteligencia Artificial
En lugar de hacer algo útil, llegan los drones de reparto de burritos en la universidad
Las entregas automatizadas podrían mejorar la eficiencia de los envíos algún día e incluso salvar vidas. Pero por ahora las pruebas son más bien maniobras de 'marketing' que no benefician a nadie
En un futuro no tan lejano, es posible que los drones puedan transportar productos hasta la puerta de nuestras casas. Pero hasta que se solucionen varias limitaciones para su adopción masiva, las empresas que desarrollan las tecnologías necesarias parecen estar decididas a montar unos irritantes numeritos para convencernos de su utilidad.
Alphabet ha anunciado una colaboración con la cadena de restauración Chipotle para entregar burritos en el campus del Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia (EEUU) con sus drones Project Wing. El centro es uno de los emplazamientos para drones aprobados por la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, por lo que la ubicación tiene sentido. Pero la elección del paquete resulta un poco más difícil de tragar. Resulta bastante fácil imaginarse una reunión en la que el concepto fuera acordado: "¡A los estudiantes les gustan los burritos! ¡Enviémosles burritos!"
Sin duda alguna, es una estrategia de marketing. También tiene unos fallos muy obvios: un único burrito puede llenar el estómago de un único alumno hambriento. A no ser que hablemos de escuadrones de drones que realicen entregas a las residencias estudiantiles sin parar, ¿qué esperanzas hay de alimentar a una horda de voraces universitarios? (Un cañón podría ser una idea mucho mejor. O, si no es lo suficientemente avanzado, tal vez un Hyperloop para alimentos).
Foto: Desplazarse a pie para obtener un burrito representa una 'enorme' molestia. Crédito: Nicholas Kamm (Getty Images).
Por desgracia, no es el único servicio de entrega en fase de pruebas que vive de estereotipos. En Londres (Reino Unido), los robots de Starship Technologies están siendo empleados por dos start-ups de entrega de comida a domicilio, Just Eat y Pronto, para transportar comida hasta las puertas de los clientes. Con una máxima velocidad de unos 6,4 kilómetros por hora, sería literalmente más rápido ir andando uno mismo a buscar la comida. Pero los teleadictos quieren que se les entregue la comida a domicilio, así que ¿por qué no incentivar algo menos el ejercicio?
Las pruebas de drones no son las únicas que están montando este tipo de numeritos. El verano pasado, la app de taxis Gett ofreció a los londinenses la oportunidad de pedir una botella fría de champán Veuve Clicquot (con dos vasos de champán incluidos) y recibir el pedido en su casa en 10 minutos por la elevada suma de unos 60 euros.
Rara vez ha existido un servicio más específicamente dirigido a los banqueros. Es poco probable que haya sido por accidente: el servicio sólo estaba disponible en los barrios de Shoreditch, Clerkenwell, la City, Belgravia, Knightsbridge, Chelsea y Kensington. Estos últimos tres barrios son las zonas más caras de Londres para vivir.
Tal vez sea mejor centrarse en probar los servicios de entrega por dron para cosas que realmente puedan aportar valor. La primera prueba en el mundo real de los drones de Zipline, por ejemplo, se realizó en Ruanda. Las naves realmente transportaban suministros de sangre y fármacos a remotos centros médicos. La empresa tiene planes de ampliar sus pruebas para incluir Estados Unidos pronto, pero cuando lo haga entregará suministros médicos a zonas rurales de Estados Unidos, incluidos la Isla de Smith en Maryland y algunas reservas de nativos americanos.
Mientras que las empresas siguen luchando con las numerosas y variadas dificultades para la entrega de paquetes a domicilio mediante drones, podría estar bien verles seguir el ejemplo de Zipline. Entreguen algo de valor, o no entregar nada.
(Para saber más: Bloomberg, Ruanda será pionera en entregas aéreas mediante drones para salvar vidas, El dron repartidor podría legalizarse en dos años pero no espere verlo por su jardín)