Empresas y servicios buscan cómo incorporar a su negocio los bots de conversación. Sin embargo, su uso en China demuestra que una charla amigable no siempre es la mejor solución
Imaginen un futuro de pesadilla en el que unas "interfaces de conversación" no muy despiertas nos vuelvan locos a todos con conversaciones sin sentido y malentendidos. Mientras que las empresas tecnológicas estadounidenses se apresuren a emular el éxito de las plataformas de mensajería chinas, ese podría ser nuestro futuro.
El director de producto del increíblemente exitoso servicio de mensajería chino WeChat, Dan Grover, sostiene que los bots de conversación y sus herramientas desarrollados por empresas estadounidenses, como Microsoft y Facebook, están inspirados en gran parte en los servicios a partir de chat disponibles actualmente en China. Estos servicios se pueden emplear para todo tipo de tareas, desde realizar transferencias bancarias, pagar cuentas de restaurante hasta buscar información sobre un vuelo.
La claves es que los bots de conversación desarrollados en Estados Unidos están diseñados para cumplir sus tareas, como buscar un vuelo o pedir una pizza, a través de un amigable intercambio con los usuarios. Pero, como señala Grover, las interfaces chinas más exitosas obvian el lenguaje natural a favor de otros mecanismos más convencionales como las preguntas de respuesta múltiple o botones que aparecen dentro de los bocadillos del chat.
Eso podría parecer un paso atrás, pero realmente representa una manera más eficiente de pedir una pizza con una plataforma de mensajería que el uso de un bot de conversación. Grover también señala que las interfaces de conversación requieren muchas más acciones por parte del usuario que una interfaz de mensajería sencilla (73 toques en comparación con 16 para pedir una pizza, por ejemplo).
Foto: Casi 700 millones de personas utilizan WeChat para hacer de todo, desde pagar facturas hasta chatear con amigos. Crédito: Peter Parks (Getty Images).
Hasta cierto punto, me temo, tiene razón en que los bots de conversación pueden resultar increíblemente irritantes. Y la cosa podría agravarse más si los diseñadores de apps obvian los importantes retos que quedan para usar ordenadores que analicen y respondan al lenguaje natural.
Pero también sería un error dar por perdidas a las interfaces de conversación. Para tareas no tan dirigidas, algún tipo de diálogo podría resultar más deseable. Y como demuestran dispositivos controlados por voz como el Echo de Amazon, cuando se habla con un dispositivo realmente se necesita uno capaz de conversar, incluso si sólo es a un nivel muy básico.
(Para saber más: Dan Grover, El trabalenguas mental de los bots de conversación)