Un editorial en 'Nature' afirma que alterar el ADN de las células reproductivas humanas es peligroso e inmoral. El debate está servido
Los ejecutivos de un grupo industrial de biotecnología han pedido una moratoria voluntaria en el uso de las nuevas técnicas de edición de ADN para cambiar las características genéticas en embriones humanos en investigaciones de laboratorio.
En un editorial publicado por la revista Nature, el director ejecutivo de la empresa de biotecnología Sangamo Biosciences, Edward Lanphier, y cuatro de sus compañeros escriben que los "científicos deberían ponerse de acuerdo en no modificar el ADN de las células reproductivas humanas" porque se corren riesgos de seguridad y éticos, entre ellos el peligro de que se produzcan "efectos impredecibles en las generaciones futuras".
Las nuevas técnicas de edición de genes, en concreto una llamada CRISPR, han dotado a los investigadores, por primera vez, de nuevas y potentes formas para cambiar y sustituir letras del ADN dentro de las células vivas (ver Cirugía del genoma).
Algunos equipos de investigación han empezado a estudiar si CRISPR podría servir para corregir genes portadores de enfermedades en las generaciones futuras, por ejemplo reparando genes durante la fertilización in vitro, o directamente en los óvulos o el esperma. La idea es modificar la "línea germinal" para instalar versiones sanas de los genes y que los niños nazcan ya con ellas.
La aparición de investigaciones activas en torno a la edición de la línea germinal que se está dando en China, en la Universidad de Harvard (EEUU) y en una empresa de biotecnología que cotiza en bolsa llamada OvaScience, fueron descritas la semana pasada en MIT Technology Review (ver:Los bebés genéticamente perfectos serán posibles pero, ¿también legales?).
Pero la idea de usar la tecnología de edición de genes para mejorar a los bebés es tan polémica como potente desde el punto de vista médico. En su editorial, Lanphier y sus coautores, entre los que se cuenta Fyodor Urnov, codesarrollador de otro sistema de edición de genes, hablan de su preocupación por que estas técnicas se puedan "aprovechar para modificaciones no terapéuticas". Eso podría significar, por ejemplo, cambiar los rasgos físicos de los bebés.
La disponibilidad de una tecnología para hacer ingeniería genética en células de línea germinal humanas está despertando intensos debates en los círculos científicos y puede acabar convirtiéndose en una cuestión legal en Estados Unidos y muchos otros países.
Esta petición de los autores de poner fin a la investigación básica es algo poco habitual y es probable que los científicos se opongan a ella porque la consideren una intrusión en la búsqueda de conocimiento científico.
El profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard George Church, cuyo laboratorio investiga CRISPR y la edición de la línea germinal, afirma que una moratoria voluntaria sería débil comparada con la legislación existente que prácticamente todos los países imponen sobre el uso de nuevas tecnologías médicas "hasta que se demuestran seguras y eficaces en pruebas con animales o humanos". Church se refiere a las leyes que regulan el nacimiento de niños editados genéticamente, no a la investigación básica.
En una entrevista, Lanphier defiende que la petición de una moratoria refleja el punto de vista de la Alianza por la Medicina Regenerativa, un grupo de la industria compuesto por unos 200 miembros que él preside y que representa a empresas que trabajan en la creación de terapias genéticas y celulares. Afirma que el texto del editorial está aprobado por el comité ejecutivo de la organización en el que se encuentran representantes de GE Healthcare, Johnson & Johnson y muchas otras empresas de biotecnología más pequeñas.
El defensor del paciente y miembro del comité Bernard Siegel confirma que conocía el texto y está de acuerdo con él. "De una forma muy amplia y generalizada, esta tecnología abre la perspectiva de la eugenesia", sostiene. "¿Quién va a tomar la decisión de hacer un ser humano mejor? La tecnología es tan amplia que es como si la era de la ciencia ficción hubiera llegado aquí y ahora".
El debate en torno al futuro de CRISPR ya parece estar enfrentando a organizaciones comerciales que trabajan en la edición de genes con los investigadores que exploran los aspectos fundamentales de su uso. Ahora mismo Sangamo, por ejemplo, está haciendo ensayos clínicos en pacientes de VIH adultos de una tecnología de edición de genes denominada nucleasas de dedos de cinc, en un proyecto para cambiar el ADN de sus células sanguíneas. Otro ensayo que está en sus primeras fases trata a pacientes con talasemia, una enfermedad de la sangre hereditaria.
Church afirma que el editorial en Nature se equivoca al suponer que la terapia genética usada en adultos, conocida como terapia genética somática, no tiene consecuencias para las generaciones futuras. Podría afectarlas, afirma, mediante lo que se denominan efectos epigenéticos, efectos que cambian la expresión de los genes. Si eso es cierto, una moratoria del tipo que pide Lanphier podría afectar a su propia empresa y a otros 2.000 ensayos clínicos que ya están en marcha.
Como la capacidad técnica de llevarlo a cabo es tan nueva, ni los críticos ni los defensores de la modificación de la línea germinal tienen argumentos precisos sobre los posibles beneficios o perjuicios de la misma. Eso significa que el debate sobre CRISPR podría girar en torno a creencias profundas sobre lo que está bien y lo que está mal, del mismo tipo en torno a los que giran los desacuerdos sobre las cosechas transgénicas o la experimentación con animales.
Lanphier afirma que las convicciones éticas están en la raíz de su posición en contra de la edición de la línea germinal. "La especie humana no es una rata de laboratorio, no es una planta de maíz mejorada, es una especie única en este planeta", afirma. "Para mí la cuestión fundamental aquí es que esta es una raya que la especie humana no debe cruzar".