Las últimas versiones de estos monitores de la actividad física aún tienen que ponerse en forma antes de ganarse un lugar en mi muñeca
Foto: De arriba a abajo, tres de las últimas pulseras de seguimiento del ejercicio que han aparecido y que se sincronizan de forma inalámbrica con tu smartphone, la Jawbone Up 24, la Nike+ FuelBand SE, y la Fitbit Force.
A las 11:30 de la noche del viernes estaba desatada, pegando botes en el salón, intentando llegar a mi objetivo de actividad para el día: 4.000 puntos. Cuanto más me moviera, más puntos me daría el monitor de ejercicio Nike+ FuelBand SE que llevaba en la muñeca. Casi a medianoche, llevaba 3.957.
A pesar de que ya había hecho una jornada laboral completa, me había movido en bici por San Francisco (EEUU) y había salido con los amigos, sentía la necesidad de seguir hasta alcanzar esa cifra mágica. Así que salté sin parar sola en el cuarto gritando obscenidades y, pasados unos minutos, la pulsera de caucho negro se iluminó con un arco iris de LED que me felicitaban. Habiendo cumplido con mi objetivo, me tiré en el sofá, victoriosa, y me comí un bol de helado.
Yo no era así. Sin embargo, hace un par de semanas empecé a hacer el seguimiento de mi actividad (pasos dados, traslados en bici, patrones de sueño y más) usando algunas de las pulseras más nuevas, todas ellas capaces de sincronizar automáticamente su actividad con un smartphone a través de Bluetooth de baja energía: la ya mencionada Nike+ FuelBand SE, la Fitbit Force, y la Jawbone Up 24. La idea era ver si son capaces de registrar mis movimientos con precisión y animarme a cumplir objetivos de actividad diarios específicos sin hacerme sentir como si estuviera bajo arresto domiciliario.
Primero probé cada pulsera por sí sola con su aplicación para iPhone correspondiente, y me pasé un día llevando las tres a la vez en la misma muñeca para analizar las diferencias entre ellas. Resumiéndolo mucho, cada uno de estos aparatos me animó a ser más activa y no me dieron demasiado la lata ni en la muñeca, ni enviando avisos a mi teléfono. Todos ellos se sincronizaron sin ningún problema con su aplicación correspondiente, haciendo que toda la experiencia fuera mucho más adictiva que si hubiera tenido que conectarlos manualmente.
Aún así, aún no estoy dispuesta a soltar dinero de mi bolsillo para conseguir una pulsera de estas. Ninguna de ellas se acerca a la excelencia. Todas se ajustan mal -un problema importante, dado que sirven tanto para seguir la actividad como el sueño- y hay que encoger y simplificar sus aplicaciones correspondientes. También tengo dudas respecto a su precisión. En un mismo día, la FuelBand SE dijo que había dado 9.725 pasos, la Force contó 11.981 pasos y la Up registró 6.785. A lo largo de varias semanas y meses, estas divergencias darían lugar a diferencias notables.
Estos son los pros y los contras de cada una de ellas.
Jawbone Up 24
Precio: 150 dólares (unos 110 euros)
A pesar de que necesita mejorar, la Up 24 se convirtió rápidamente en mi preferida por su capacidad de combinar función y estilo.
Al igual que su predecesora, la Up band, que no se sincronizaba de forma inalámbrica con un smartphone, la Up 24 parece más una pulsera moderna que un dispositivo para registrar la actividad. Su tira de goma lleva grabado un elegante patrón ondulado, y los dos extremos que se solapan hacen que sea estilosa y fácil de poner y quitar. Su único botón, situado en uno de los extremos, te muestra cuánta energía le queda al dispositivo y te permite iniciar o detener el seguimiento del sueño.
Aparte de ser el monitor más estiloso de los que usé, el Up 24, es el que tiene más funciones y la aplicación más fácil de usar. Una de sus mejores funciones es la "alarma inteligente", que intenta despertarte con una vibración suave cuando estás en una fase de sueño ligero, hasta unos 30 minutos antes de la hora prevista para despertarte. Usarla es mucho menos estremecedor que mi alarma estándar de iPhone a todo trapo.
La aplicación ofrece toda una serie de funciones, pero su página de "Inicio" es sencilla, con coloridas flechas que te indican cuánto te has movido y cuánto has dormido. También te permite introducir lo que has comido -puedes usar el teléfono para escanear los códigos de barras de los paquetes de comida y no hay que introducir la información manualmente- y puede incorporar datos de otras aplicaciones de ejercicio, como RunKeeper y Strava.
La Fitbit Force también puede hacer esto último, pero la Up 24 lo lleva un paso más allá conectándose al servicio IFTTT, que te permite usar la web para automatizar las reacciones a estímulos específicos. Yo, por ejemplo, di instrucciones a la Up 24 para que encendiera una lámpara conectada a internet cada vez que me despertaba. También se podría usar como interruptor para tu cafetera cuando te levantas. Eso sería guay.
Fitbit Force
Precio: 130 dólares (unos 95 euros)
La aplicación de la Fitbit Force necesita mejoras, pero la pulsera resultó ser la más cómoda de todas, puesto que se puede ajustar. Es la que más se parece a un reloj digital -incluso lo primero que aparece en la pantalla por defecto es la hora, aunque puedes cambiarlo a través de la aplicación-, lo que hace que quienes somos nuevos en el tema del seguimiento del ejercicio nos sintamos más cómodos llevándola a diario.
Además fue la más fácil de manejar llevándola puesta, con una pantalla OLED nítida y brillante en un ligero ángulo que sobresale de la pulsera y un botón lateral que puedes usar para moverte entre sus distintos campos de datos (incluyendo la hora, pasos dados, distancia recorrida, y calorías quemadas). Se espera que pronto te pueda mostrar las llamadas entrantes, lo que la hará aún más útil.
Sin embargo, hay algo del hardware que me preocupa. Un trozo de plástico suelto asegura la pulsera a tu brazo, haciendo que sea un rollo ponérsela y una preocupación constante: me inquietaba perder esta pequeña parte especializada.
Respecto a la aplicación, es la mejor para poder ver mucha información de una vez. Una página para cada día muestra medidas como pasos dados, kilómetros recorridos y peso a perder para llegar aun objetivo fijado, y son fáciles de ocultar si alguna de estas medidas no te interesan. Pero la navegación por la aplicación resulta confusa y hacen falta varios toques para conseguir hacer lo que quieres.
Además, introducir actividades es muy difícil, mi novio es testigo: me oyó gritarle a la aplicación durante 10 minutos una noche, completamente enfurecida por su incapacidad de registrar adecuadamente las calorías que sin duda debí quemar durante un paseo en bici de 30 minutos.
Nike+ FuelBand SE
Precio: 149 dólares (unos 110 euros)
La FuelBand SE se distingue de las demás porque se centra en la competición, desde los trofeos virtuales que puedes conseguir al logrando determinados objetivos de actividad, hasta la forma en que anima a los usuarios a "ganar" horas (definido como cinco minutos de actividad por hora).
La FuelBand SE también tiene su propio sistema de puntos ganados por cada actividad ("NikeFuel", o combustible Nike) que se reflejan en la pulsera mediante un arcoiris de LED de va cambiando poco a poco de rojo a verde a lo largo del día. Esto me gustó porque me ayudó a pensar menos en el movimiento concreto que estuviera haciendo y más en estar activa en general.
La pulsera tiene un aspecto más deportivo que las otras dos, con un cuerpo rígido cubierto de goma y un cierre fuerte que se abre apretando un diminuto botón y se cierra con un clic. Sin embargo, este cuerpo duro hacía que pareciera una pulsera de seguimiento policial como las que se llevan por orden judicial (pero no creáis que lo digo por experiencia propia), y odié la sensación de que se me moviera por la muñeca mientras montaba en bici o corría por la calle. Le quité un espaciador para que me quedara más justa, pero así estaba demasiado apretada.
La sensación deportiva se refleja también en la pantalla de la FuelBand SE, que es la más interesante y colorida de las tres. Bajo la capa de goma de la pulsera hay varias filas de LED que se iluminan para mostrarte distintas medidas de actividad y calorías, y para avisarte cuando alcanzas tus objetivos de puntos diarios, por ejemplo. La presentación te hace sentirte como si tuvieras tu propio marcador personal, algo muy chulo, y aunque es brillante, se adapta muy bien a las condiciones de luz existentes.
Su aplicación es fácil de usar si sólo quieres comprobar tus puntos y niveles de actividad, pero en general parece abigarrada con opciones que no siempre son fáciles de encontrar o controlar. Los ajustes están repartidos y a veces incluso repetidos por distintas partes de la aplicación y no parece que haya ninguna forma de añadir episodios de ejercicio o sueño -lo que la FuelBand denomina "sesiones"- después de que hayan tenido lugar. Odio enredar con mi teléfono cuando estoy intentando salir de casa o dormirme, así que esto significa que no registré la mayoría de mi actividad ciclista y probablemente perdí un montón de puntos.