Los científicos identifican un virus entre millones de mutaciones aleatorias capaz de lograr una terapia génica más segura y eficaz para las enfermedades retinianas hereditarias.
Foto: Ocho semanas después de inyectar el nuevo virus en el ojo de un mono, se puede observar la actividad de un gen fluorescente que se había administrado en algunos puntos de la retina.
Un nuevo mecanismo de transporte administra una terapia génica en lo más profundo de la retina para reparar las células fotorreceptoras sin que sea necesario que un cirujano atraviese este delicado tejido con una aguja. El método podría hacer que fuera sustancialmente más fácil tratar distintas variedades de enfermedades oculares hereditarias.
Aunque sigue siendo experimental en gran medida, la terapia génica se va trasladando poco a poco al hospital. La tecnología se está empleando en unos 2.000 ensayos, entre finalizados y aún en progreso, y en diciembre del año pasado la Unión Europea aprobó un tratamiento de terapia génica para un desorden metabólico. Sin embargo, hasta hace poco la mayoría de la terapia génica implicaba el uso de virus naturales para administrar una carga genética, explica David Schaffer, ingeniero biomédico en la Universidad de California, Berkeley (EE.UU.), y un innovador menor de 35 de MIT Technology Review en 2002, que ha participado en el estudio. Estos virus "han evolucionado para tener éxito en un entorno natural, y los estamos usando para hacer algo completamente distinto", afirma.
Los virus naturales que se han usado para administrar la terapia en el ojo se deben inyectar directamente en la retina dañada, lo que puede producir daños adicionales al despegar los fotorreceptores de la capa donde se sujetan. Para crear un sistema mejor, Schaffer y sus compañeros recurrieron a los que se conoce como evolución dirigida. Primero los investigadores produjeron millones de variaciones aleatorias del virus adeno-asociado, un virus inofensivo que se suele usar como vector para la terapia génica. De este amplia variedad, acabaron identificando la cepa que mejor administraba las nuevos genes a las retinas dañadas. El trabajo se publicó la semana pasada en la revista Science Translational Medicine.
Trabajando con ratones que tenían dos variedades de enfermedades retinianas hereditarias, los investigadores de Berkeley inyectaron millones de virus en el fluido que rellena el cuerpo central del ojo. Desde este fluido, los virus adeno-asociados naturales no son capaces de alcanzar las células fotorreceptoras de la retina porque se ven atrapados entre las demás células que los rodean. Pero al extirpar las retinas de los roedores y examinarlas, el equipo identificó cepas con mutaciones capaces de alcanzar los tejidos críticos. Repitieron el proceso hasta dar con la cepa que tenía el mayor éxito a la hora de alcanzar los fotorreceptores.
En una de las enfermedades estudiadas por el grupo, denominada retinosquisis ligada al cromosoma X, una copia mala del gen que fabrica una proteína parecida a un pegamento provoca que las capas de la retina se separen, produciendo pérdida de visión. Los experimentos sugieren que una versión que funcionara de ese gen, portada por el virus identificado en el laboratorio podría, potencialmente, revertir el daño.
"El virus lo transportó por toda la retina, y cuando la retina se volvió a pegar, recuperó su capacidad de respuesta a la luz", explica John Flannery, neurobiólogo de la Universidad de California, Berkeley, que también ha estado involucrado en el estudio. El equipo también halló que el vector viral podía administrar un gen a la retina de un mono, aunque no con la misma eficacia que en los ratones. Ahora los investigadores están usando la evolución dirigida para encontrar la mejor cepa para administrar genes a las retinas de primates.
"Hay toda una serie de grupos que han usado la evolución dirigida, y está resultando ser una forma muy sólida de encontrar vectores con nuevas propiedades que podrían ser útiles en el marco de las terapias génicas", afirma Mark Kay, director del programa de Terapia Génica Humana en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford (EE.UU.). La técnica ya se ha usado para identificar virus modificados genéticamente capaces de administrar terapias génicas al corazón y otros tejidos, explica Kay, y es muy probable que su uso se extienda en el futuro.
Kay añade que el próximo gran obstáculo será probar estos virus administradores de ADN en pacientes humanos. "Los resultados en animales de laboratorio no siempre se pueden replicar en humanos, ni siquiera habiendo usado especies parecidas", afirma.