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Cambio Climático

Buscando métodos para capturar CO2 de forma económica

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Las energías eólica y solar reciben toda la atención, pero un camino clave para reducir las emisiones pasa por encontrar una forma más barata de capturar carbono.

  • por Kevin Bullis | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 05 Junio, 2013

La semana pasada, el nuevo secretario de estado de energía de Estados Unidos, Ernest Moniz, se comprometió a seguir con el trabajo de su predecesor para convertir el Departamento de Energía en un "centro de innovación", al mismo tiempo que destacó proyectos que él considera merecen más atención. Casi al principio de su lista está renovar el interés por la captura y almacenamiento de CO2 (CCS en sus siglas en inglés), una tecnología que podría resultar vital para combatir el cambio climático pero que se está desarrollando demasiado despacio, según la Agencia Internacional de la Energía. 

Moniz se enfrentará al reto de hacer avanzar la CSS en un momento en el que los presupuestos están muy ajustados en comparación con los años de vacas gordas que disfrutó el anterior secretario Steven Chu como resultado de las decenas de miles de dólares adjudicados a la agencia a través del Acta de Recuperación Económica de 2009. A pesar del desafío, la CSS se considera tan importante para reducir las emisiones de efecto invernadero que los tecnólogos buscan formas más baratas de desarrollarla.

Algunos investigadores ya han encontrado formas de hacer pruebas a gran escala a una fracción de los costes propuestos inicialmente. También están pensando reducir los costes mediante la venta de CO2 capturado a las empresas extractoras de petróleo que lo usarán para sacar el crudo de difícil extracción de los pozos. A largo plazo están desarrollando nuevas tecnologías que pueden reducir en gran medida los costes de capturar dióxido de carbono (ver "Las pilas de combustible podrían abaratar el almacenamiento de CO2" y "Unas novedosas plantas de energía podrían limpiar el carbón")

La tecnología para la CSS ya recibe mucha menos atención y financiación que la energía solar y eólica (ver "¿Llegará a tiempo la captura de carbono?"). En Estados Unidos, la tecnología de energía solar y eólica consiguen la misma financiación en un año que la CSS consigue en 10 -y eso incluye una infusión única de miles de millones de dólares del Acta de Recuperación, según calcula Howard Herzog, investigador sénior en la Iniciativa Energética del Instituto de Tecnología de Massachusetts, la institución que dirigía Moniz antes de convertirse en secretario de energía. Pero esto no refleja el papel clave que la CSS podría tener para reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Si alguna vez los gobiernos llegan a imponer limitaciones estrictas sobre las emisiones de CO2, la CSS podría hacer que cumplir con esa legislación fuera mucho más barato. sostiene Herzog.

De hecho, se espera que para 2020 la generación de electricidad partiendo de carbón, crezca el doble que la generación mediante energías renovables. Sin la CSS, muchas centrales térmicas tendrían que cerrar para cumplir con una legislación estricta. La CSS permitiría reducir las emisiones de CO2 a un coste menor por tonelada que otras tecnologías. "La gente es reacia a tener una política medioambiental por el coste", explica Herzog. "Si sacas la CSS de la ecuación, aumenta el precio".

El problema es que nadie sabe cuánto costará la CSS a gran escala, y para descubrirlo habría que hacer pruebas a gran escala que costarán miles de millones de dólares.

Un rodeo posible es encontrar formas más baratas de demostrar la tecnología a gran escala. Se habla desde hace años del proyecto FutureGen en Estados Unidos -en su origen una nueva central eléctrica inmensa que produciría hidrógeno y electricidad. Los elevados costes del proyecto condujeron a la administración Bush a cerrarlo, pero se retomó en una encarnación más barata después del Acta de Recuperación. Ahora el proyecto pasa por reequipar una central eléctrica existente y se espera que cueste la mitad. Pero incluso con ese cambio, existen posibilidades de que el proyecto no esté listo a tiempo para aprovechar la financiación del Acta de Recuperación de 2009, dado el desafío que supone diseñar el proyecto y conseguir los permisos necesarios, afirma Herzog, quien otorga probabilidades de éxito igualmente bajas a un puñado de otros proyectos de plantas de CSS que podrían optar a fondos del Acta de Recuperación si lograran ciertos hitos a tiempo.

Otra forma de avanzar podría ser llevar a cabo la captura de dióxido de carbono no en las centrales eléctricas sino en las fuentes que producen un flujo más concentrado de CO2, como las instalaciones productoras de gas natural. Es algo que se lleva haciendo años en una instalación de gas natural en Noruega.

Y además se están haciendo progresos en la captura de dióxido de carbono en instalaciones industriales en Estados Unidos. Dos de los proyectos de los tres este tipo que hay planificados ya están en funcionamiento: uno que captura dióxido de carbono de la fermentación en una planta de etanol y otro que lo captura de una planta productora de hidrógeno. Estos proyectos representarán la mitad del CO2 capturado usando CCS para 2050, según la Agencia Internacional de la Energía. Efectivamente, la CSS podría ser la única firma de lidiar con las emisiones de fuentes como las plantas de etanol y las acererías. "Es una solución para muchas áreas en las que hay muy pocas o ningún otro tipo de soluciones", afirma Juho Lipponen, director de la Unidad de Tecnología para CSS en la Agencia Internacional de la Energía.

Vender el dióxido de carbono para su uso en la recuperación de crudo también podría servir para hacer avanzar la tecnología de CSS, sostiene John Thompson, director del Proyecto Fossil Transition en la organización sin ánimo de lucro Clean Air Task Force. Los productores de petróleo se pueden permitir pagar por el dióxido de carbono capturado en algunos procesos industriales, y después de extraer el petróleo, pueden tapar los pozos y atrapar el CO2 bajo tierra.

Pero el mercado de recuperación de petróleo tiene sus límites, y los productores de petróleo no pagarán lo suficiente por el dióxido de carbono como para compensar el coste de capturarlo de las plantas centrales eléctricas, afirma Thompson. Sin embargo, podría ser lo suficiente como para hacer que la captura de carbono fuera viable comercialmente, sobre todo si se combina con exenciones fiscales como las que tienen los operadores de parques eólicos.  

Vender el dióxido de carbono a las petroleras podría tener un efecto indeseado. Aumentar la producción de petróleo llevaría a un mayor consumo de combustibles fósiles y por lo tanto más emisiones de dióxido de carbono. Así que para alcanzar la escala necesaria para tener un efecto sustancial sobre las emisiones de dióxido de carbono harán falta otras formas de almacenar el CO2, por ejemplo en acuíferos salinos porosos.

En última instancia, la CSS solo afectará significativamente a las emisiones de dióxido, si se pone precio al dióxido de carbono a través de la legislación, según Herzog. Pero los proyectos puestos en marcha podrían servir para reducir costes y hacer que la tecnología parezca más viable.

Como afirmó Moniz hace un par de semanas: "Reducir el coste de la tecnología de bajas emisiones de carbono va a ser un importante facilitador para la agenda política en el futuro".

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