La falta de herramientas de diseño asequibles está poniendo freno a la impresión en 3D.
El interés por la impresión en 3D, conocida como fabricación aditiva, está explotando debido a que el coste de las máquinas capaces de colocar finas capas de plástico para crear productos sencillos, como joyería o esculturas, de forma parecida a lo que hace una impresora tradicional con papel y tinta, es cada vez más barato. La idea es que las impresoras 3D pueden democratizar el diseño y la fabricación al permitir que cualquiera haga productos físicos en pequeñas cantidades, sin los costes de una cadena de montaje.
A la tecnología aún le queda un largo camino que recorrer, ya que fabricar objetos en impresoras domésticas es lento y caro. Para imprimir una manzana de plástico sólido en la impresora doméstica de MakerBot que cuesta 2.000 dólares (unos 1.500 euros), se tardan siete horas y loa materiales cuestan 50 dólares (unos 38 euros), así que no es competencia para los artículos de plástico baratos que se fabrican en China.
Pero el mayor obstáculo para una revolución de la impresión 3D es que pocos consumidores o diseñadores son capaces de manejar el software utilizado para renderizar objetos y convertirlos en archivos imprimibles. "Mucha gente está imprimiendo en 3D los diseños de otros, pero aún no pueden modelar los suyos propios. Están en un patrón de espera", afirma Matthew Griffin, director de atención a la comunidad en Adafruit Industries, un mercado en línea para los aficionados al hazlo tú mismo de alta tecnología. "Hay una brecha entre lo que ven y les inspira, y lo que pueden fabricar".
El problema es que el software de diseño es demasiado complicado, según Igal Kapstan, vicepresidente en PTC, una empresa de Massachusetts que vende software de diseño asistido por ordenador. Kapstan habló la semana pasada en Inside 3-D Printing, una conferencia celebrada en Nueva York (EE.UU.). El software de diseño asistido por ordenador crea formas o "geometrías", pero a menudo hace falta tener un conocimiento experto para traducir estas formas en archivos que pueda usar una impresora 3D. La empresa de Kapstan está trabajando en software capaz de coger una forma en una pantalla de ordenador e imprimirla directamente. Otras empresas, incluyendo Autodesk y 3-D Systems, afirman estar desarrollando software parecido.
Eso significa que la innovación en el campo del software podría ser más importante para la impresión en 3D que las posibles mejoras graduales en la tecnología subyacente para dar forma a los objetos. Esa tecnología ya tiene 30 años y se usa de forma generalizada en la industria para crear prototipos, moldes y, en algunos casos, componentes para aviones.
"El gran cambio se dará en cómo aprende la gente a usar la tecnología para desarrollar todo su potencial", afirma Scott McGowan, vicepresidente de marketing para Solid Concepts, una empresa que construye objetos en impresoras 3D para estudios de Hollywood y otros clientes. "Es una revolución dentro de las mentes de los diseñadores e ingenieros".
Aunque la fabricación aditiva permite la creación de diseños que no se pueden fabricar fácilmente de ninguna otra forma -formas complejas con huecos internos, por ejemplo- por ahora las empresas han usado la impresión 3D principalmente para crear prototipos o modelos de productos familiares, explica McGowan.
Eso está cambiando ahora que la impresión 3D empieza a atraer a grandes cantidades de aficionados y algunos dueños de pequeños negocios. En la feria de Nueva York, los diseñadores presentaron ideas para usar la impresión 3D para fabricar calzado, muebles, drones e incluso comestibles. Aunque la mayoría de estas cosas nunca se llegará a fabricar, "el 10 por ciento de las ideas válidas ya son más que cualquiera de las cosas que hayamos hecho antes", afirma Phil Reeves, director de Econolyst, una consultora británica que ayuda a las empresas a aprovechar la impresión 3D.