Gracias a la ingeniería genética exhaustiva, ahora los fabricantes de medicamentos pueden preparar grandes cantidades de artemisinina, el medicamento para la malaria, estabilizando así la oferta mundial.
Por primera vez, un equipo de investigadores ha creado con éxito una cepa de levadura de panadero capaz de producir medicamentos para la malaria a escala industrial. El gigante farmacéutico francés Sanofi ya ha empezado a cultivar los microbios y ha anunciado planes para generar 70 millones de dosis este año.
El avance es resultado de una odisea de 10 años en biología sintética, que es la ingeniería al por mayor del sistema genético y metabólico de un sistema por motivos prácticos. Amyris, la start-up de biotecnología que ha creado la cepa de levadura, también está desarrollando microbios para producir fragancias y otros productos químicos de gran valor.
"Este es el primer proyecto de biología sintética que se ha escalado hasta la fabricación industrial y que tendrá un impacto real en el mundo", afirma Jack Newman, director científico de Amyris. "Ya no debería haber escasez de artemisinina nunca más", añade.
Amyris ya había creado una levadura capaz de producir ácido artemisinínico, el precursor del medicamento. Pero el avance más reciente, publicado la semana pasada en la revista Nature, ha mejorado notablemente la producción de 1,6 gramos por litro a 25 gramos por litro.
Esta mejora se deriva principalmente del descubrimiento de tres encimas clave en el ajenjo dulce, la planta que produce la artemisinina de forma natural, y que los investigadores introdujeron en la levadura.
La artemisinina es el ingrediente principal en las terapias combinadas con artemisinina, el tratamiento contra la malaria preferido por la Organización Mundial de la Salud. Pero como el medicamento se deriva principalmente de las plantas, su coste puede variar de los 350 a los 1.200 dólares por kilo de ingrediente activo (de unos 265 a 920 euros).
"El suministro botánico es irregular por distintas razones, entre ellas la climatología y los incentivos para los granjeros", explica Ponni Subbiah, directora del programa global para el desarrollo de medicamentos en OneWorld Health, una organización sin ánimo de lucro para el desarrollo de medicamentos que financió la investigación con una subvención de la Fundación Gates.
El proceso sintético puede hacerse a lo largo de todo el año y tarda unos tres meses, en comparación con los 15 meses que tardan los métodos basados en plantas. "Nuestro objetivo es estabilizar la oferta independientemente de la disponibilidad de las plantas", afirma Chris Paddon, director del proyecto de artemisinina en Amyris.
OneWorldHealth ha vendido la licencia de la tecnología a Sanofi, que ya ha producido cerca de 40 toneladas del ácido artemisinínico. (Después, el ácido se transforma químicamente en artemisinina). Sanofi quiere producir 60 toneladas del material el año que viene -aproximadamente unos 120 millones de tratamientos- y ha prometido venderlo sin beneficios.
Hay a quien le preocupa que la introducción de la versión sintética en el mercado demasiado rápidamente podría resultar problemática, desanimando la producción basada en plantas. Sin embargo, en una conferencia sobre la malaria celebrada en Nairobi (Kenya) en enero, Sanofi afirmó que introducirá su producto en la gama baja del mercado, con el objetivo de estabilizar las fluctuaciones de precio más que de echar del mercado a otros productores. Sesenta toneladas del medicamento cubrirían aproximadamente una tercera parte de la demanda mundial, afirma Subbiah.
Millones de personas se contagian de malaria cada año y la enfermedad causa al menos 650.000 muertes anuales, la mayoría de ellas niños.