Nuevas asociaciones de empresas podrían servir para hacer llegar una nueva clase de terapias biofarmacológicas a los pacientes.
El ARN mensajero -las moléculas que transportan información entre el genoma y la maquinaria que fabrica proteínas en las células- podría convertirse en el nuevo gran medicamento biofarmacéutico.
Hubo un tiempo en que se creía que estas moléculas no se podían usar como medicamento porque son notablemente frágiles y podían producir una respuesta inmune inflamatoria. Ahora, gracias a varios descubrimientos científicos recientes, están atrayendo el interés de las empresas farmacéuticas.
Recientemente, AstraZeneca uno de los pesos pesados de la industria farmacéutica, anunció que pagará a Moderna Therapetuics 240 millones de dólares (unos 183 millones de euros) por los derechos sobre la tecnología de ARNm de la empresa, que usará para desarrollar tratamientos para pacientes con enfermedades cardiovasculares, metabólicas y cáncer.
Dentro de la célula, el ARNm sirve como intermediario entre los genes codificadores de ADN y sus productos en forma de proteína. Como medicamento, el ARNm trasladaría dentro de las células las instrucciones biológicas para producir una proteína, quizá una proteína que sustituya a una versión que falta o que está defectuosa y que se ha heredado como parte de un desorden genético. En cierto sentido, el uso de un ARNm sería más eficaz que una terapia genética basada en el ADN (en la que las células tendrían que crear su propio intermediario ARNm antes de producir una proteína) y más eficaz que la terapia de proteínas recombinantes. Aunque hay varias empresas desarrollando ARN terapéutico silenciador de genes, que inhibe la producción de proteínas dañinas dentro del cuerpo (ver "Un fármaco para el colesterol basado en el ARN se prepara para probarse en humanos" y "Una técnica de silenciamiento génico que trata las cicatrices"), pocas compañías han intentado adaptar el ARNm para crear productos de sustitución de genes beneficiosos.
Uno de los motivos es que los ARNm naturales provocan problemas en el cuerpo. "Si inyectas ARNm normal en el cuerpo, este cree que es un virus y lo que obtienes es una respuesta inmune muy fuerte", explica Stephane Bancel, director ejecutivo de Moderna, que tiene sede en Cambridge, Massachusetts (EE.UU.). Para evitar esta reacción, Moderna cambia algunos de los bloques de construcción de sus ARNm, conocidos como nucleótidos, para que el sistema inmune no ya no perciba la molécula como peligrosa. De las cuatro "letras" nucleótidas posibles en un ARN, la empresa usa una de dos variantes o análogos de los nucleótidos estándar al sintetizar su ARNm. Estos análogos existen naturalmente en las células, pero la idea de que al suplantarlos en las secuencias se podría evitar una respuesta de sistema inmune tiene apenas unos años, los primeros en hablar de ello fueron investigadores de la facultad de Medicina de la Universidad de Pennsylvania (EE.UU.) en 2005.
Además, suplantar estos nucleótidos parece servir para resolver otro de los problemas del ARNm, su notable fragilidad, "Todo el mundo considera que el ARNm es la molécula más inestable que puedas imaginar, afirma Christian Plank, fundador y director científico de Ethris, una empresa alemana que también está desarrollando ARNm modificado como terapia. "Esta opinión aún está en la mente de la mayoría y es una de las principales razones por las que solo algunas personas han pensado en usarlo", afirma Plank.
Los análogos hacen que el ARNm sea más estable, y la empresa ha demostrado que las moléculas pueden durar hasta 72 horas en el cuerpo, afirma Bancel. En comparación, algunas terapias de proteínas desparecen en solo unas horas, afirma.
Una vez inyectado, el ARNm es aceptado por las células, afirma Bancel. La maquinaria de la célula lee el ARNm y produce cualquier proteína que lleve codificada. "Lo maravilloso es que las células del paciente producen el medicamento", afirma Carsten Rudolph, director ejecutivo de Ethris. Eso significa que las proteínas hechas con un ARNm inyectado conllevarían un riesgo menor de respuesta inmune que si se hubieran cultivado en bacterias o levadura para inyectarlas posteriormente, afirma Rudolph. Además podría suponer que hubiera más proteínas disponibles para los pacientes, porque no todas las proteínas se pueden producir a gran escala.
Por último, el ARNm no se integra en el genoma, así que no presenta el mismo riesgo de estropear los genes normales, un riesgo que sí está presente en las terapias genéticas basadas en el ADN. "En general, la terapia genética es un buen enfoque, y en los últimos años ha habido buenos avances, pero para las enfermedades no mortales quieres evitar cualquier riesgo potencial y la integración en el genoma es un riesgo conocido", afirma Plank.
Ethris se ha asociado hace poco con una empresa farmacéutica, Shire, cuya sede está en Massachusetts, para desarrollar tratamientos para pacientes con enfermedades raras basándose en su tecnología. El éxito para AstraZeneca o Shire pasará por entrar en territorio desconocido: los primeros ensayos con pacientes del nuevo biofármaco.