Un sistema para la medición de las fugas de metano podría resolver la cuestión de si el gas natural es bueno para el clima.
Nadie sabe
exactamente cuánto metano, un potente gas de efecto invernadero, se filtra de
los pozos de gas natural y los oleoductos.
Un nuevo sistema de
detección de gas natural de Picarro, una compañía con sede en Santa Clara,
California (Estados Unidos), podría servir de ayuda. El
sistema hace mucho más fácil y rápida (y potencialmente barata) la detección y
localización de la fuente de las emisiones de gas natural.
Aunque la
quema de gas natural para generar electricidad libera alrededor de la mitad de
dióxido de carbono que la quema de carbón, este beneficio podría verse afectado
negativamente por el metano que se libera por accidente durante la perforación
o la transmisión del gas natural. Parte del gas se filtra a la
atmósfera mientras se está produciendo en los pozos, se comprime y se envía a
las ciudades, o se distribuye a los hogares y vehículos. La magnitud de las fugas no se conoce
porque su medición no resulta práctica.
Es
relativamente fácil medir la cantidad de metano en el aire, pero es difícil
saber exactamente de dónde proviene. Es necesario
determinar qué empresa de perforación de gas, por ejemplo, podría tener un
sistema particularmente permeable. También es importante dado que
existen muchas fuentes de metano distintas al sistema de distribución de gas
natural, entre ellas las fugas de metano naturales y el metano producido por el
ganado y en los vertederos. "Es
complicado atribuir las fugar de emisiones con precisión a una fuente en
particular mediante las herramientas convencionales de muestreo de aire",
señala Francis Sullivan, investigadora del MIT (Instituto de Tecnología de
Massachusetts, EE.UU.) que estudia las emisiones de metano.
Picarro
señala que su nueva tecnología hace que la localización de la fuente sea mucho
más fácil. Su sistema móvil de medición se
monta en un coche, permitiendo a los técnicos conducir a través de un área para
identificar rápidamente la fuente de las fugas en tiempo real. Combina un avanzado detector de
metano basado en una tecnología de la Universidad de Stanford (EE.UU.) que fue
lanzado al mercado en 2005, junto con sensores de dirección del viento,
detectores de isótopos y algoritmos patentados. Las mediciones de isótopos
pueden determinar si el gas procede de una fuente biológica, como un vertedero,
o de combustibles fósiles. Las
mediciones de metano, integradas con los datos del viento y la información
sobre la ubicación exacta y la velocidad del coche, se utilizan para trazar el
origen de la fuga en Google Maps.
En una prueba,
el sistema logró detectar una fuga a medida que los técnicos pasaban por
delante de una planta petroquímica. En este caso, se habría asumido que esa era
la fuente del metano, señala Eric Crosson, director de tecnología de Picarro.
Sin embargo, las mediciones
de isótopos identificaron el origen de la fuga como biológico, y las mediciones
de viento indicaron que venía de un campo vacío, que resultó ser un vertedero
con fugas. Afirma
que determinar este tipo de cosas podría haber tomado días o semanas con la
tecnología anterior.
La
tecnología se ha utilizado recientemente para estudiar todas las 785 millas
(1.263 kilómetros) de carreteras en Boston en el transcurso de seis semanas.
Se han identificado 3.356
puntos donde los niveles de metano fueron más de 15 veces superiores al normal.
Este nivel de análisis va
mucho más allá de lo que las empresas de gas natural normalmente realizan para
detectar fugas, en parte porque sobre todo les preocupan las fugas de gran
tamaño. En Boston, solo seis de las fugas se consideraron
lo suficientemente grandes para que el servicio público local hiciera algo al
respecto.
La compañía
PG&E en California, que está siendo presionada para mejorar sus prácticas
después de una gran explosión de gas natural producida en 2010, también ha
adoptado la tecnología de Picarro. PG&E afirma que la
tecnología es mil veces más sensible que los métodos convencionales, y permite
a la empresa detectar y corregir las fugas más rápidamente.
Que la
tecnología de Picarro, y otras tecnologías para estudiar las fugas de metano,
logren ser utilizadas ampliamente podría depender de la regulación.
"Sin duda, existe la
necesidad de realizar mejores mediciones", señala O'Sullivan.
"La pregunta es,
¿quién va a cubrir los costes?".