Tecnología y Sociedad
Business Report: Los libros de texto gratuitos amenazan a las editoriales universitarias
Start-ups que ofrecen libros de texto copiados atraen a los estudiantes y a las denuncias.
Si le preguntas a Ariel Diaz por qué se enfrenta a la industria de los libros de texto universitarios, te dirá “Cuaternios”.
Los cuaternios son sistemas numéricos usados para calcular el movimiento tridimensional, muy populares para crear gráficos de ordenador. Diaz necesitaba un curso intensivo para ayudarle con un trabajo de consultoría después de que su start-up, una plataforma de vídeo en línea, Youcastr, hubiera fracasado. Empezó por Wikipedia y descubrió que era sorprendentemente buena explicado esta matemática compleja.
Diaz, que aún está dolido por lo que le costaron los libros de texto durante la carrera y el doctorado, se dio cuenta de que había dado con su próxima idea de negocio. En 2011 inauguró Boundless Learning, una empresa con sede en Boston (EE.UU.) que ha empezado a regalar libros de texto electrónicos que cubren asignaturas universitarias como historia americana, anatomía y fisiología, economía y psicología.
Lo controvertido es cómo crea Boundless estos textos. La empresa busca material público en sitios como Wikipedia y luego elabora libros en línea cuyos capítulos siguen fielmente los de los textos universitarios más vendidos. Varias editoriales grandes denunciaron a Boundless en abril, acusando a la start-up de tener “el robo como modelo de negocio”.
Robo o no, la industria de los libros de texto está madura para recibir un impulso transformador por parte de Internet. En la actualidad las editoriales funcionan usando lo que Mark Perry, profesor de la Universidad de Michigan (EE.UU.), denomina modelo "cartel": a los estudiantes se les exige que compren textos específicos por un precio elevado. Perry ha calculado que el aumento del precio de los libros de texto ha triplicado al de la inflación desde la década de 1980.
De media, los estudiantes universitarios se gastan unos 1.200 dólares al año (unos 935 euros) en libros y material escolar. Ese gasto, que a veces superan el coste de la propia enseñanza en las universidades comunitarias, está provocando una rebelión generalizada en contra de las editoriales. En febrero de este año, los legisladores del estado de California aprobaron una ley ordenando al estado a producir versiones gratuitas de los textos usados en los 50 cursos universitarios más populares del estado. En octubre, Arne Duncan, Secretario de Educación, afirmó que los libros de texto impresos, una negocio que mueve 6.000 millones de dólares anuales (unos 4.700 millones de euros) en Estados Unidos (teniendo en cuenta las ventas de libros nuevos y usados), deberían ser “obsoletos”.
Al contrario que las editoriales, que hacen las campañas de venta de sus libros para los profesores, la empresa de Diaz apunta directamente a los estudiantes. En el verano de 2011, Boundless envió a comerciales a repartir folletos en cuatro campus estadounidenses, incluyendo los de Boston University y Florida State University. Diaz afirma que en unas pocas semanas la empresa tenía estudiantes apuntándose de mil universidades distintas, aunque no revela la cantidad de estudiantes que se han descargado libros de texto de Boundless.
En su denuncia, presentada en marzo, las editoriales Cengage Learning, Pearson Education y MacMillan Higher Education acusan a Boundless de violación de los derechos de autor, publicidad engañosa y competencia desleal. Diaz niega todas las acusaciones. Afirma que su empresa solo usa información pública y ni siquiera fabrica o vende libros de textos. “No nos consideramos una empresa de libros electrónicos, de libros de texto en línea, ni siquiera de libros de texto 2.0”, sostiene. “Nuestra idea es cómo crear la próxima generación de plataformas de contenido, lo que va mucho más allá de un libro de texto”.
De momento, sin embargo, reemplazar libros de texto como los Principios de Economía de N. Gregory Mankiw (que se vende por 294 dólares nuevo, unos 230 euros) o la Biología de Campbell y Reece (208 dólares, unos 160 euros), sí parece ser la principal actividad de Boundless. Cuando los estudiantes introducen el título de cualquiera de estos dos textos en el sitio web de Boundless, aparece un mensaje parpadeante que dice “Preparando tu libro”. Poco después, aparece un índice en la pantalla.
En el caso de los Principios de Mankiw, Boundless ofrece un texto resumido que cubre los mismos conceptos económicos básicos. Mankiw es un escritor vivaz que empieza su capítulo sobre los impuestos con una anécdota sobre Al Capone. La versión de Boundless se parece más a un texto de referencia, pero su organización sigue fielmente la de Mankiw. Ambas tienen 36 capítulos e incluso comparten la primera frase: “La palabra economía deriva del griego oikonomos, que significa el que gestiona una casa”.
Los libros sustitutivos de Boundless son atractivos para estudiantes como Heather Haygood, que está en su tercer año en el Pikes Peak Community College de Colorado Springs, Colorado (EE.UU.). Heather está usando la versión de Boundless de Biología, que su escuela vende por 178 dólares (unos 140 euros). “Me niego a gastarme esa cantidad de dinero en un libro”, afirma Haygood en una entrevista por correo electrónico. “Todo el mundo sabe que los estudiantes universitarios suelen estar sin blanca, ¿por qué nos cobran tanto por los libros?... ¡Yo he tenido la suerte de encontrarlo gratis!”. Afirma que la edición de Boundless es una versión “prácticamente idéntica”.
Aaron White, cofundador y director de tecnología de Boundless afirma que la empresa usa una mezcla de editores humanos y tecnología para elaborar sus textos. Contrata a editores para localizar el contenido público en fuentes como Wikipedia, sitios web del gobierno y Connextions, un almacén de material académico de contenido libre. Esa información se introduce en un gestor de contenidos, lo que permite a la empresa reutilizar las explicaciones –por ejemplo, cómo se replica el ADN- en numerosos textos.
Las editoriales comerciales se están pasando tan rápido como pueden a los formatos digitales. Ahora la mayoría vende libros electrónicos más baratos a través de sitios como CourseMate, Kno y iTunes de Apple. “Estamos en medio de un cambio de modelo”, afirma Bethlam Forsa, vicepresidente de Houghton Mifflin Harcourt, la mayor editorial de libros de texto de primaria de Estados unidos
Los editores de libros de texto en papel siguen disfrutando de algunas ventajas. En la educación primaria los estados no pueden exigir que los estudiantes pobres compren un ordenador o una tableta, así que siguen distribuyendo libros en papel. A nivel universitario, los profesores son reacios a cambiar de texto porque tendrían que poner al día sus cursos.
Estas barreras sirven para explicar por qué el movimiento de libros de texto de contenido libre o código abierto, usando un símil informático, que lleva una década en marcha, nunca ha llegado demasiado lejos. “Las realidades comerciales de la distribución tienen mucho que ver con por qué no ha habido un cambio importante”, afirma Sandford Forte, fundador y director del Proyecto de Libro de Texto OpenSource de California (EE.UU.), que ya cuenta con 11 años de historia. “Los recursos y las habilidades necesarias para llevarlo a cabo no se encuentran en el sector académico”.
Ahora hay empresas que creen que pueden ganar dinero con libros gratuitos. Diaz afirma que la estrategia de Boundless es usar libros gratuitos para conseguir un público numeroso al que poder vender después servicios “premium” como tutorías. Diaz ofrece respuestas vagas sobre los productos de pago, que aún pueden tardar un año o dos en presentarse.
A pesar de que nadie ha dicho públicamente cómo conseguirá ingresos Boundless, la empresa recaudó 8 millones de dólares (unos 6,2 millones de euros) en capital riesgo en febrero. Mike Tyrrell, socio de Venrock, que dirigió la inversión, afirma que le atrajo la idea de que la educación en Estados Unidos es un negocio que mueve 750.000 millones de dólares (unos 584.000 millones de euros) pero que sigue funcionando como lo hacía en la década de 1960.
“La combinación de lo que está disponible con el contenido en línea, las herramientas en línea y la variedad de aparatos que se aplican contra una industria que en realidad no ha cambiado y que claramente no ha vivido una revolución, eso hace que sea un campo interesante para invertir”, afirma Tyrrell.
Parece ser que no necesitas cuaternios para hacer esos cálculos.