Las empresas están adaptando su gasto en I+D a la idea de que la innovación puede venir de cualquier parte.
¿De dónde viene la innovación? Como posible respuesta, tengamos en cuenta el trabajo del profesor del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts, EE.UU.) Eric von Hippel, que ha calculado que los consumidores estadounidenses corrientes gastan 20.000 millones de dólares (18.000 millones de euros) en tiempo y dinero tratando de mejorar productos para uso doméstico, por ejemplo modificando un cuenco de comida para perros para que no se deslice en el suelo. Von Hippel estima que estos Edison a pequeña escala invierten colectivamente más en sus esfuerzos de lo que invierte en I+D la corporación más grande en cualquier otra parte.
Puede que anteriormente las soluciones de baja tecnología de los consumidores tuvieran poco impacto. Pero una compañía, Procter & Gamble, ha encontrado una forma de sacarles algo de provecho, y en la actualidad consigue muchos de sus nuevos Swiffers (un híbrido entre una escoba un una fregona) y tubos de pasta de dientes del público en general. Una de las formas en que ha logrado hacerlo es con la ayuda de InnoCentive, una empresa de Waltham, Massachusetts, que se especializa en la organización de concursos con premios a través de Internet. Los "solucionadores" voluntarios pueden intentar ganar entre 500 y un millón de dólares (397 euros y 793.000 euros) enviando respuestas a los problemas de la empresa.
Nos gusta el ejemplo de Procter & Gamble porque la empresa ha descubierto una manera creativa y sistemática de pagar por ideas originadas fuera de sus laboratorios de desarrollo. Ha hecho una innovación en la financiación de la innovación, y ese el tema de los informes de negocios de Technology Review este mes.
Cómo pagar por la innovación es una cuestión que surge, en parte, por el estado de la asediada industria de capital de riesgo. A largo plazo, es el sistema que más a menudo ha conseguido descubrir cuáles son los incentivos económicos adecuados. Tengamos en cuenta que a pesar de que menos de dos de cada 1.000 nuevas empresas estadounidenses poseen capital de riesgo, estas representan el 11 por ciento de las empresas públicas y el 6 por ciento del empleo en EE.UU., según indica el profesor de la Escuela de Negocios de Harvard Josh Lerner. (Muchas de esas compañías, aunque no todas, han tenido éxito porque han llevado nueva tecnología al mercado).
Sin embargo, las pérdidas desde el boom de las punto com a finales de la década de los 90 han tenido un impacto negativo. En agosto, el mayor fondo público de pensiones, el Sistema de Jubilación de Empleados Públicos de California, aseguró que, básicamente, dejaría de invertir en fondos de riesgo del estado, citando beneficios de un 0,0 por ciento durante más de una década.
La crisis tiene que ver en parte con el tamaño de los fondos de riesgo: 1.000 millones de dólares (793 millones de euros) no son algo poco común. Esto significa que necesitan grandes partidas de dinero en un momento en que los empresarios caminan exactamente en dirección contraria. En Internet, nunca ha sido más barato iniciar una empresa. Se puede externalizar el desarrollo de software, alquilar un millar de servidores y comprar diseños de hardware de China. Esto resulta importante porque a menudo los fundadores de empresas pueden conseguir el dinero que necesitan de aceleradores de semillas, inversores ángeles, o mecanismos de financiación basados en Internet como Kickstarter.
"Estamos en un período de cambio increíble en el modo de financiar la innovación, especialmente la innovación empresarial", indica Ethan Mollick, profesor de ciencias de la administración en la Escuela Wharton. Ve lo que está sucediendo como una especie de democratización: las apuestas son cada vez más pequeñas, pero también más dispersas y numerosas. Piensa que esto podría ser algo bueno. "Una de las maneras en que obtenemos una mayor innovación es generando más atracción", indica.
Como ejemplo de los cambios que se avecinan, Mollick cita los planes de la SEC (U.S. Securities and Exchange Commission) para permitir el crowdfunding (financiación colectiva), dando oportunidad a las empresas de recaudar 1 millón de dólares (793.000 euros) o menos directamente del público, cada año, a través de Internet. (Esta actividad había sido anteriormente considerada como un riesgo para los inversores crédulos). La financiación colectiva puede dar lugar a un gran malestar en el modo en que las invenciones obtienen financiamiento, especialmente aquellas con atractivo popular y modestos requisitos de financiación, como los diseños de nuevos dispositivos.
Las multitudes tienen menos que ofrecer en dominios con grandes necesidades de capital tales como la manufactura, la industria farmacéutica y la energía. La innovación en estos sectores exige inversiones en el rango de las decenas y cientos de millones de dólares. Es más, el tiempo para recuperar la inversión se mide a menudo en décadas y no en meses. Sin embargo, la financiación de I+D en estos sectores también está en transición. Los fabricantes, por ejemplo, están aunando recursos con ayuda gubernamental para tratar de obtener una ventaja en I+D dentro de nuevas áreas tales como la impresión en 3D.
Por tanto, ¿qué es lo que está en juego en todo esto? El caso de la industria farmacéutica es instructivo. En 2010, la mitad de las 10 mayores cifras de gasto corporativo en I+D, entre ellas las 3 primeras, fueron de compañías farmacéuticas. Sin embargo, a pesar de los grandes presupuestos (en algunos casos hasta 9.000 millones de dólares, o 7.141 millones de euros), la industria está hambrienta de nuevos productos. No consigue que la I+D amortice la inversión. El año pasado, el jefe de estrategia del fabricante de medicamentos GlaxoSmithKline advirtió que si los problemas de innovación no se solucionan, esto podría marcar "la última generación de I+D" para las compañías farmacéuticas grandes. Es decir, las gigantes divisiones de investigación farmacéutica están en peligro de ser recortadas y fracturadas.
La respuesta de la industria farmacéutica también pasa por tratar de descentralizar su gasto. Glaxo está poniendo casi la mitad de su I+D en manos de académicos y empresas de biotecnología, con la esperanza de que tengan la perspicacia o intuición que ellos no tienen. Otras compañías farmacéuticas están haciendo lo mismo, pero la magnitud del gasto en investigación es tan grande que el cambio va a prologarse durante años. Dada la importancia de la investigación de fármacos para el bienestar humano, todos debemos esperar que encuentren las innovaciones que están buscando.