Un compuesto que ataca a las placas amiloides no logra ayudar a los pacientes y plantea interrogantes acerca de terapias similares.
Varias compañías farmacéuticas han suspendido uno de los mayores estudios de medicamentos contra la enfermedad de Alzheimer, con lo que se reducen las posibilidades a corto plazo de encontrar un tratamiento.
El lunes de la semana pasada, tanto Pfizer como Johnson&Johnson anunciaron que su medicamento para el alzhéimer, el bapineuzumab, no había logrado mejorar la memoria o la capacidad de pensamiento en 1.300 voluntarios con casos de alzhéimer de leve a moderado.
Esta noticia se produce después de un anuncio de hace dos semanas en el que se afirmó que el medicamento no parecía ayudar a pacientes con un factor de riesgo genético para la enfermedad. Como resultado de estos contratiempos, las compañías anunciaron que cancelarían otros dos grandes estudios del fármaco.
Los ensayos clínicos del bapineuzumab, en los que participaron 4.500 voluntarios en cuatro estudios relacionados, ha sido la mayor de tres iniciativas en curso en las que se han usado anticuerpos para eliminar o bloquear la formación de placas cerebrales características de la enfermedad, y que también podrían ser las causantes de la misma.
Las placas están formadas por la acumulación de beta-amiloide, un fragmento de proteína que varias investigaciones científicas recientes han señalado como el principal culpable de la enfermedad de Alzheimer. Sobre la base de esa teoría, las compañías farmacéuticas han concentrado sus esfuerzos en la búsqueda de anticuerpos que se puedan unir a la beta-amiloide, con la idea de que esto pueda ayudar a que el propio sistema inmune del paciente disuelva las placas o prevenga su formación.
Los resultados de otro gran estudio con anticuerpos, esta vez con el fármaco solanezumab de Eli Lilly, serán publicados a finales del próximo mes, según un portavoz de la propia farmacéutica.
¿Por qué no funcionan estos medicamentos? Por un lado, podría deberse a que en el momento en que las personas desarrollan los síntomas sus cerebros ya están demasiado dañados para ser rescatados. Estudios recientes han confirmado que los pacientes sufren cambios en el cerebro mucho antes de experimentar confusión o falta de memoria. Como resultado, incluso los buenos medicamentos no funcionan bien si se administran demasiado tarde.
"El tiempo puede ser absolutamente fundamental a la hora de intervenir", señala Laurie Ryan, dedicada a supervisar más de 30 estudios más pequeños de alzhéimer en el Instituto Nacional del Envejecimiento (Estados Unidos). "Parece que se produce una serie de eventos en cadena".
Eso hace que el próximo estudio de Genentech sobre el fármaco creneuzumab, otro anticuerpo antiamiloide, sea particularmente interesante, indica Ryan. El estudio pondrá a prueba el fármaco en cerca de 300 personas con una mutación genética que prácticamente garantiza el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Los participantes recibirán el fármaco cuando aún estén saludables, por lo que el estudio será la primera iniciativa a gran escala para saber si los anticuerpos pueden prevenir la enfermedad.
A pesar del gran presupuesto que están invirtiendo los fabricantes de medicamentos en bloqueadores de la beta-amiloide, existe un debate constante sobre la verdadera causa de la enfermedad de Alzheimer. La enfermedad implica muchos otros cambios en la materia blanca del cerebro -como por ejemplo 'marañas' de otra proteína (tau)- y a falta de un conocimiento más claro sobre la raíz del Alzheimer hay quienes señalan que no es de extrañar que los fármacos estén fracasando.
"Hay una desconexión entre nuestra comprensión de la biología amiloide y la enfermedad de Alzheimer", señala Craig Atwood, endocrinólogo y gerontólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU.). "Podemos eliminar la amiloide del cerebro de una persona y que aún así siga siendo completamente demente", afirma. En lugar de eso, Atwood y un pequeño grupo de investigadores expertos en la enfermedad sostienen que se debe a cambios hormonales asociados con el envejecimiento que afectan a las células del cerebro.
He aquí un cuadro informativo (en inglés) sobre los distintos fármacos para el alzhéimer actualmente en fase de pruebas:
No todos los fármacos sometidos a ensayos están ligados a la teoría de la placa amiloide. Un pequeño estudio de otro tratamiento potencial -una mezcla de anticuerpos conocidos como inmunoglobulina intravenosa (IVIG, por sus siglas en inglés)- ha sugerido recientemente que podría retrasar el deterioro mental de los pacientes. A pesar de desconocerse la acción biológica de la terapia, los resultados fueron el primer indicio de que un medicamento podría ser capaz de detener la progresión de la enfermedad.
Ryan cree que la complejidad de la enfermedad de Alzheimer podría hacer necesario disponer de muchos medicamentos, no solo uno, así como de estudios sobre si modificar el ejercicio y la dieta pueden servir de ayuda. "Dependiendo de dónde esté cada persona dentro del espectro de la enfermedad es posible que queramos utilizar diferentes terapias para atacar objetivos distintos", señala. "Está claro que es mejor poder prevenir o retrasar la aparición de una enfermedad como el alzhéimer, pero al mismo tiempo hay muchas personas que tienen la enfermedad y que la tendrán antes de que consigamos tratamientos. Necesitamos contar con terapias que funcionen en todo el espectro", concluye.