La nación ártica usa la computación a gran escala para conseguir un impulso económico.
Las principales exportaciones de Islandia son el aluminio y el pescado. En la actualidad, esta aislada nación tiene la esperanza de ofrecer al mundo algo nuevo: una forma de almacenar datos barata y que no genera cargo de conciencia.
En febrero, una start-up llamada Verne Global abrió una enorme granja de servidores en una vieja base de la OTAN cerca del aeropuerto principal de Islandia y comenzó a ofrecer servicios informáticos "100% renovables" al resto del mundo. Es uno de los tres centros de datos en Islandia y forma parte de lo que el Gobierno espera se convierta en un nuevo sector industrial local.
Islandia produce más electricidad por habitante que cualquier otro país en el mundo. Casi toda su energía es renovable, ya sea proveniente de ríos alimentados por glaciares o del vapor procedente de aberturas geotermales. Y también es barata. A 4,3 centavos de dólar (3 céntimos de euros) por kilovatio-hora, los electrones de la isla cuestan casi la mitad que los producidos en Estados Unidos.
Alrededor de cuatro quintas partes de la electricidad de Islandia se utiliza actualmente para fundir aluminio. Grandes empresas como Alcoa han puesto en marcha instalaciones para aprovechar este tipo de energía barata, y después, exportan el metal. Según el plan maestro para la energía hidroeléctrica y los recursos geotérmicos redactado por el Gobierno, Islandia podría duplicar su producción de energía. Sin embargo los defensores del medio ambiente se oponen a la expansión de la industria del aluminio.
Eso ha hecho que el Gobierno de la isla quiera atraer a nuevos sectores de consumo intensivo. Los centros de datos utilizan hasta un 2 por ciento de la electricidad producida en EE.UU. y son la fuente de consumo de electricidad de más rápido crecimiento a nivel mundial. Para el año 2020, según algunas estimaciones, los centros de datos para almacenar correos electrónicos, archivos web y todo tipo de documentos podrían consumir 1.300 teravatios-hora de electricidad al año, o cuatro veces los niveles de 2007.
Con el planteamiento de venta adecuado, Islandia podría llevarse una parte de ese mercado. 'Invertir en Islandia', una agencia financiada por el Gobierno en Reykjavik, estima que el centro de datos de Verne, el más grande de los tres que hay en la isla, podría crear hasta 100 puestos de trabajo para los islandeses. Si bien es un comienzo modesto, las cosas "se pueden mover muy rápido si algunas grandes empresas en el mercado deciden instalarse allí", afirma Arnar Gudmundsson, director de proyecto en 'Invertir en Islandia'.
Los países suelen vender electricidad a las naciones vecinas que la necesiten,pero Islandia no tiene vecinos. Aproximadamente una vez cada 10 años, se hacen cálculos para ver lo que costaría conectar el país a la red eléctrica de Europa. Dependiendo de dónde tocase tierra, el cable tendría que tener alrededor de dos veces la longitud del cable de energía submarina más largo ya existente, que se extiende 580 kilómetros entre Noruega y los Países Bajos.
El año pasado, un estudio realizado por Landsvirkjun, la empresa estatal de energía, llegó a la conclusión de que el cable podría ser económicamente viable, a pesar de costar 2.000 millones de euros. Sin embargo, su planificación y construcción podría tardar una década, según estima Óli Grétar Blöndal Sveinsson, vicepresidente ejecutivo de investigación y desarrollo en Landsvirkjun.
Mientras tanto, Islandia ya tiene tres enlaces de fibra óptica con América del Norte, Escocia y Dinamarca, y hay planes para instalar uno nuevo de 100 gigabits por segundo a lo largo de un gran arco que se extenderá 6.700 kilómetros desde Nueva York a Canadá, con un ramal hacia Islandia. "Es mucho más caro exportar energía que datos, y la información es más valiosa", señala John Pflueger, principal estratega de medio ambiente para Dell y director de Green Grid, un grupo del sector. "Islandia puede ser un exportador neto de información y obtener valor a partir de ello".
Islandia no funcionaría como ubicación para todas las aplicaciones. Incluso a la velocidad de la luz, los datos tardan 36 milisegundos en llegar a Nueva York. Eso hace que la isla no sea óptima para ciertos cálculos que dependen del tiempo: los intercambios comerciales a alta velocidad, por ejemplo, necesitan estar en un rango de pocos kilómetros respecto a las bolsas de valores.
Sin embargo, las fuentes renovables de energía de Islandia podrían dar al país ventaja. Greenpeace publicó el año pasado un informe criticando a las principales empresas de alta tecnología, como Apple y Facebook, por depender del carbón y la energía nuclear para sus granjas de servidores. "Creemos que esta infraestructura es crucial para una economía baja en carbono", afirma Gary Cook, analista de tecnología de la información en la sede de Greenpeace en San Francisco (EE.UU.). "Tenemos que colocarlas en los lugares correctos".
Entre los primeros clientes de Verne se encuentra Greenqloud, un operador de computación en nube que se autoproclama "100 por cien neutral en cuanto al carbono". Sin embargo, la gerente de marketing de Verne, Lisa Rhodes, señala que "aún es discutible" que la energía verde logre ser un argumento de venta importante. Asegura que Verne, cuyas instalaciones tienen acceso a 50 megavatios de potencia, eligió establecerse en Islandia sobre todo debido a sus baratas tarifas de electricidad.