En su nuevo libro, el autor David Wolman argumenta que el dinero en efectivo cuesta a la sociedad mucho más de lo que creemos.
Al leer The End of Money (El fin del dinero) uno tiene la sensación de estar dando un paseo nocturno por los rincones más sórdidos de la economía global. Por un lado nos encontramos con un ministro baptista de un pequeño pueblo que considera el comercio electrónico como la 'Marca de la Bestia', por otro tenemos a imprentas en Corea del Norte dedicadas a producir superbilletes falsos de 100 dólares, y a un extraño cajero automático alemán que escupe monedas de oro. Se acerca el fin de los tiempos.
Según el autor, David Wolman, debemos replantearnos el papel moneda y, posiblemente, dejar de producirlo. En su libro argumenta de forma convincente que el efectivo le sale mucho más caro a la sociedad de lo que pensamos. No solo está el coste monumental de la impresión del dinero, sino también aquellos que utilizan dinero en efectivo para no pagar 130.000 millones de dólares (100.000 millones de euros) en impuestos (solo en Italia).
La alternativa es el dinero electrónico. Para ilustrar sus ideas, Wolman presenta varios personajes, como por ejemplo un insistente emprendedor dedicado al dinero móvil en la India que se hace llamar el 'asesino del efectivo'. Estos personajes a veces parecen tener una mayor tendencia a ser acusados de traición que a reinventar el comercio. Sin embargo, las dudas sobre el papel moneda son compartidas a un nivel mayor, por ejemplo por la Fundación Gates y el ejército de EE.UU., para quienes las desventajas del efectivo (empleado para pagar las bombas usadas por los insurgentes, por ejemplo, y para mantener a los pobres oprimidos) hacen que, cada vez más, deba replantearse el funcionamiento del sistema monetario o, según lo define Wolman, se produzca una "rebelión silenciosa contra el dinero en efectivo".
Wolman no llega a apoyar al completo la erradicación del papel moneda. Los billetes representan tal actividad económica que es difícil argumentar que el mundo esté preparado para vivir sin ellos. Y puesto que cualquier sustituto tendría que ser electrónico, también plantea preguntas sobre qué pasaría si dejan de utilizarse. Son precisamente ese tipo de cuestiones tan profundas, incluso apocalípticas, las que The End of Money plantea con éxito.
TR: ¿Cuáles son las cifras? ¿Cuánto dinero en efectivo existe?
Wolman: Si hablamos de dólares de EE.UU. en circulación, las estimaciones finalmente sobrepasaron la marca del billón de dólares (mil millones de euros) el año pasado. Por supuesto, 'en circulación' es un término un tanto artístico. La mayoría está guardado en maletines, bóvedas y cajas de seguridad. Gran parte está acumulando polvo y perdiendo valor.
En tu libro, señalas que "podemos muy bien estar al borde de una revolución monetaria". ¿Qué quieres decir?
Hay que pensar en el fin del dinero como en un tipo de muerte lenta. Mucha gente tiene la falsa impresión de que habrá una ceremonia oficial que marque el fin del efectivo. Pero puede ser más parecido a la muerte de los teléfonos públicos en la calle. Poco a poco se han vuelto obsoletos. Con el efectivo, lo que sucede es que se están sufriendo ataques desde muchos frentes. Un área es la innovación en monedas alternativas, o monedas virtuales, y la otra es la nueva tecnología de pago, especialmente con teléfonos móviles. Y tal vez exista una tercera categoría emergente, que consiste en una mayor atención sobre el verdadero coste del dinero en efectivo. A pesar de que estamos programados para que nos guste, si nos fijamos en la historia de fondo de ese billete de 20 dólares en la cartera, en realidad no es tan simple, no es tan barato y no es tan seguro. Cuando se combinan todas esas fuerzas, es seguro decir que nuestra forma de pensar acerca del dinero cambiará mucho en 5, 10 o 15 años.
Pasaste algún tiempo en la India y escribiste que el efectivo está "aplastando" a las personas en esa sociedad. ¿Qué nos hace ver la India sobre los problemas del dinero en efectivo?
Ignacio Mas lo llama 'el enemigo de los pobres'. Tú yo tenemos el lujo de alternar entre el dinero electrónico y en efectivo como mejor nos parezca. El electrónico es, por lo general, más rápido, barato, y seguro. Sin embargo los pobres están atrapados en el efectivo, y los aplasta porque están tratando de salir de la pobreza. El efectivo no los ayuda a salir adelante. El efectivo es muy resbaladizo. Se puede robar. Y eso es un problema cuando se trata de los esfuerzos de la gente para ahorrar, para construir seguridad contra crisis financieras, algo que cuando estás al borde de la pobreza puede representarse desde en problemas con el ciclomotor hasta un esguince en el tobillo. Y tienes que ahorrar para grandes inversiones como equipos agrícolas o educación, que hacen que salir de la pobreza sea a la vez posible y permanente.
Fui a una de tus lecturas de libros en la Universidad de Harvard, y había una señora que parecía un poco enfadada. ¿La gente te considera el enemigo del dinero en efectivo?
En el libro señalo que estamos en el ocaso del efectivo, y tal vez no sea algo malo. Tal vez sea el momento de darle las buenas noches. No hay que ser simplista. Las tarjetas de crédito catalizan una gran cantidad de los problemas financieros de la gente. La gente tiene más cuidado con sus presupuestos cuando usan dinero en efectivo. Eso no es algo que yo pueda obviar.
¿Me ve la gente, de alguna manera, como el enemigo? Pues sí. En las entrevistas de radio que estoy haciendo, casi nadie llama para decir: "Qué esclarecedor, nunca había pensado que el efectivo fuera tan negativo para la gente que carece de él", a pesar de que sea verdad . En su lugar, llaman para decir: "Me lo vas a tener que quitar de las manos cuando me muera".
Hay varias categorías de gente que no está contenta conmigo. Una de ellas es la gente que tiene miedo de las cosas electrónicas, y los hackers en general. Y me resulta muy extraño porque gran parte de nuestras vidas financieras ya existen en el ámbito electrónico. Sin embargo, cuando recuerdas a las personas que estamos pasando desde un 98 a un 100 por cien de dependencia electrónica, les entra miedo. Empiezan a preocuparse por los delitos financieros en el ciberespacio. Pues bien, deshacerse del dinero en efectivo hará que nos libremos de los ladrones de bancos. Hubo 9.000 robos en 2010. Es una cifra enorme. Si no hubiera papel moneda, esos costes se desvanecerían. En cambio la gente te dice que los robos de bancos seguirán existiendo por vía electrónica.
Y luego está el grupo de los que son realistas, o tal vez derrotistas, que aseguran que si "no podemos ni siquiera deshacernos de las monedas de un centavo, ¿crees que podremos deshacernos del efectivo?". De hecho, creo que podríamos deshacernos de las de un centavo y de la de cinco. Y con un control un poco mayor del modo de uso de los billetes de 100 dólares (77 euros), creo que podríamos deshacernos de ese billete antes de lo que sospechamos. Esto me lleva a otra categoría de personas que no se ponen en contacto conmigo, pero que asumo por defecto que no están contentas con lo que digo: los mafiosos, narcotraficantes y evasores de impuestos.
Pareces argumentar que los billetes de 100 dólares básicamente se usan en operaciones relacionadas con el crimen. ¿Por qué los imprimimos? ¿Quién se beneficia?
Nosotros. Los contribuyentes. La Reserva Federal (EE.UU.) se beneficia de la emisión de dinero, y dicho dinero se transfiere al Tesoro para en lo que el Gobierno quiera gastarlo. Pero las personas que se benefician de los billetes de 100 son las que quieren ocultar ingresos o recursos, o facilitar transacciones ilícitas. En esa categoría entran muchos tipos de criminales.
Una de las cosas en el libro que resultó realmente interesante es el modo en que el Pentágono hace referencia a un 'campo de batalla sin dinero en efectivo', y cómo el efectivo resulta problemático para las fuerzas estadounidenses en el extranjero. Enviaron miles de millones en efectivo durante la guerra de Irak para pagar bolsas de arena, informadores, etc. Sin embargo, a continuación esos billetes se vuelven contra nosotros, usados por insurgentes u otras fuerzas oscuras para comprar materiales explosivos contra EE.UU. Nunca imaginé algo así cuando comencé este proyecto. Existen muchos recovecos de este tipo en la historia del rol del dinero en efectivo en nuestro mundo.
¿Dónde guardas tu propio dinero?
Guardo 80 dólares (61 euros) en billetes de baja denominación en mi caja de preparación contra terremotos. Así que a pesar de los incentivos para deshacernos del dinero en efectivo, está claro que aún no podemos hacerlo. ¿Dónde más guardo mi modesta riqueza? En una cuenta corriente y otra de ahorros, para crear un fondo de seguridad. Financieramente, estamos atrasados en cuanto a nuestros ahorros de jubilación, pero no nos quedamos quietos y nos preguntamos cuál será el valor de las cosas, no dentro de 10 años sino dentro de 30. Lo que me gusta de la cuestión del efectivo es que te hace pensar de esa manera: ¿qué es lo que le da valor al dinero? Es la fe en el Gobierno.
La gente parece tener menos fe ahora, al menos en el dólar. El precio del oro se ha disparado. ¿Crees que el oro es más o menos importante en una sociedad sin dinero en efectivo?
No puedo creer a quienes dicen que el oro es dinero real, y lo dicen en serio, como si el oro nos llegara del cielo. Me resulta cómico. Yo creo que el dinero es una idea. El dinero es lo que nosotros digamos que es. Dicho esto, a pesar de que todo el mundo piensa que volver al patrón oro no es realista y es una idea malísima, los bancos centrales atesoran oro y siguen comprándolo. Y no hacen lo mismo con el carbón o cualquier otra mercancía. Así que, de algún modo, es una paradoja.
Se han hecho muchas promesas relacionadas con el dinero y la telefonía móvil, pero en EE.UU. se está implantando muy lentamente.
En realidad, creo que va rápido. Variará según el país y la región, pero allí donde la propuesta de valor está a la vista, la gente lo está adoptando. Un ejemplo es el M-Pesa en Kenia, y el programa Eko en la India, que aparecen en el libro. Pongamos el ejemplo de un joven reparador de electrónica en un barrio pobre. Un agente se le acerca y le explica cómo enviar dinero a sus familiares en el campo a través del teléfono móvil, sin tener que tomar un autobús. Comparado con cómo tenía que hacerlo antes, la facilidad de uso es impresionante. Así que sin duda empieza a usar el servicio. Para ti y para mí, Google Wallet no nos va a afectar demasiado. Pero una vez que esas herramientas ofrezcan una propuesta de valor innegable, entonces tú y yo también entraremos en el juego. No sé exactamente los detalles, tal vez sean descuentos, u ofertas tipo Groupon.
¿Qué tecnología crees que finalmente sustituirá al dinero en efectivo?
No sé qué será lo que le ponga el punto final. El tema de la electricidad es complicado. Es posible que necesitemos algo que funcione con energía solar, con células solares por un lado. Eso acabaría con todas las teorías apocalípticas.