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Biotecnología

Evitar la cirugía gracias a los últimos avances en imagen médica

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El investigador Garry Gold nos explica cómo las nuevas técnicas de resonancia magnética están transformando la manera de diagnosticar y tratar enfermedades.

  • por Isabel Díaz | traducido por
  • 23 Enero, 2012

Hace años que Garry Gold recicló todos sus apuntes y notas de la facultad de Medicina por considerarlos “completamente caducados”. Es un reflejo más del vertiginoso ritmo de las innovaciones tecnológicas y científicas que este investigador del Departamento de Radiología de Stanford (EE.UU.) ha vivido de primera mano. En los últimos años, sus investigaciones se han centrado en el campo de la imagen por resonancia magnética (IRM), que ha experimentado avances en diagnóstico y tratamiento de enfermedades impensables hasta hace poco.

Este tipo de imágenes se obtienen a través de una técnica no invasiva y segura, ya que no emplea radiación ionizante (rayos X), sino un campo electromagnético y ondas de radio, lo cual permite que pueda utilizarse en pacientes de cualquier edad. Gold se centra en la detección temprana de enfermedades musculoesqueléticas, como la osteoartritis (OA), una enfermedad degenerativa de las articulaciones que afecta a millones de personas en el mundo. Según prevén los especialistas, hacia 2020 el número de afectados por la recientemente apodada ‘enfermedad del siglo XXI’ habrá aumentado un 50 por ciento. 

¿Con qué armas contamos para hacer frente a esta y a otras enfermedades? El experto nos lo cuenta en esta entrevista, realizada durante la inauguración del ciclo de conferencias ‘Horizon Lecture’ organizadas por el Hospital Clínico de Madrid (España) y el consorcio Madrid MIT M+ Visión integrado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y Madri+d, el pasado 12 de enero.

TR.es: ¿Qué permite la IRM?

Garry Gold: Por ejemplo generar imágenes de una articulación, con un gran nivel de contraste entre los diferentes tipos de tejidos blandos, es decir, todos los tejidos corporales no óseos, como los músculos o los ligamentos. Nos ofrece muy buena resolución para distinguir entre tejidos y estructuras de forma mucho más nítida que con otras técnicas como los rayos X o la tomografía axial computarizada (TAC). 

¿Qué permiten ahora estas técnicas que no se pudiera hacer antes?

Durante mucho tiempo el diagnóstico y tratamiento de enfermedades como la OA se hacía exclusivamente con rayos X. Al paciente se le hacía una placa y se esperaba a que el dolor se agudizase lo suficiente como para llegar al extremo de hacer una sustitución de rodilla. Pero necesitamos métodos nuevos que nos permitan descubrir la enfermedad antes, cuando aún estamos a tiempo de tratarla con medicación, terapia física, inyecciones… y gracias a la IRM podremos comprobar si esos tratamientos son efectivos, cosa que antes era inimaginable.

¿Cómo pueden ayudar estos nuevos métodos al abordaje de la OA?

Estamos intentando cambiar la manera en que se concibe. Actualmente nos enfrentamos a un pensamiento muy negativo.  Se parte de la convicción de que no puede hacerse nada al respecto, así que se espera a que las cosas empeoren para entonces hacer una cirugía. Con la IRM podemos cambiar ese modo de pensar, diagnosticando las enfermedades en etapas tempranas cuando todavía podemos reaccionar y hacer algo al respecto.

¿Por qué esta enfermedad, que afecta a más de 150 millones de personas en el mundo, tiene una incidencia tan elevada?

Hay varios factores que influyen, como la edad de la población, ya que la posibilidad de desarrollarla aumenta a medida que envejecemos. La obesidad también es un alto factor de riesgo; y, en mi opinión, últimamente el interés masivo mostrado por parte de la población joven hacia el deporte y el desarrollo de actividades atléticas conlleva mayor riesgo de sufrir ciertas lesiones que, con el tiempo, pueden conducir a desarrollar OA.

¿A qué otras áreas de investigación está afectando la aplicación de técnicas de IRM?

Año tras año surgen nuevos avances en el campo de la resonancia magnética aplicados a multitud de especialidades. Todos ellos centran sus esfuerzos en  lograr detectar las enfermedades antes, de una manera no invasiva, sin radiación y comprobando de manera simultánea si los tratamientos están siendo efectivos en el paciente. Esto, evidentemente, es primordial en enfermedades como el cáncer o el alzhéimer.

¿El elevado coste de las técnicas de IRM es un obstáculo para su aplicación?

Sí, lo es. Las técnicas de IRM actualmente son bastante caras si las comparamos con el empleo de rayos X. Para las compañías farmacéuticas, por ejemplo, a la hora de evaluar un tratamiento, el coste de la IRM supone un factor muy  importante a tener en cuenta. Pero, por otro lado, la resonancia muestra rápidamente cambios y reacciones sensibles para el estudio, lo que permite hacer el ensayo médico con menos pacientes y de manera mucho más rápida, y eso debemos tenerlo en cuenta también. 

Da la sensación de que la investigación médica está yendo más rápido que nunca…

Ahora mismo con herramientas como Internet, en plena sociedad de la comunicación, las cosas están cambiando muy deprisa. Los médicos nos damos cuenta de que los pacientes aprenden muchas cosas online. Cuando llegan a la consulta están muy educados en cuestiones sanitarias: lo saben todo sobre el procedimiento que les vas a hacer, cuáles son los riesgos y beneficios… a veces incluso saben demasiado. Está claro que la medicina está yendo ahora más rápido que nunca, se trata de una progresión geométrica. La cantidad de información disponible ahora es un fenómeno único que está transformando el enfoque tanto de los profesionales, como de los pacientes. 

¿Y está transformando también la manera en que se estudia Medicina?

Completamente. Ya ni siquiera empleamos cadáveres en las clases de anatomía. Yo, por ejemplo, en las lecciones que imparto sobre esta materia, empleo imágenes médicas. Técnicas como la IRM o la TAC ofrecen una representación mucho más precisa de la que se obtiene a través de la disección.

¿Cuáles crees que son las últimas innovaciones más destacadas en bioingeniería?

Lo más importante en este campo es el desarrollo de técnicas de imagen molecular y, en particular, la capacidad de representar procesos bioquímicos en el cuerpo al mismo tiempo que suceden. Estamos trabajando con estas imágenes a través del empleo de la IRM pero se están desarrollando también nuevas técnicas basadas en la tomografía por emisión de positrones (TEP) y en otras modalidades de imagen que tienen un enorme potencial de mejorar nuestra comprensión de cómo los procesos bioquímicos tienen lugar en los seres humanos.

¿Qué novedades podemos esperar para los próximos 10 o 20 años?

Creo que lo que vamos a ver es la personalización de la medicina. Las personas tendrán una idea mucho mejor y más acertada de la posibilidad de desarrollar determinadas enfermedades, basándose en análisis de su propio genoma. Veremos también el desarrollo de muchas más terapias dirigidas basadas en ese tipo de información, detectaremos las enfermedades en estadios mucho más tempranos y, con suerte, podremos actuar mucho antes, lo que se traducirá en intervenciones con muchas más probabilidades de éxito. Personalmente, me gustaría ver resultados no solo en la prolongación del tiempo de vida, sino en la mejora de la calidad de vida.

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