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El status quo del aprendizaje virtual

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Los expertos opinan que la tecnología está lista pero hace falta que la alfabetización digital se extienda y que los métodos de aprendizaje se adapten a las nuevas herramientas.

  • por Isabel Díaz | traducido por
  • 23 Julio, 2012

El concepto de aula virtual no es nuevo y, a medida que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) avanzan, se llega más lejos en el desarrollo de entornos de aprendizaje virtual (EVA). De esta manera, la tecnología se pone al servicio del profesorado para ofrecer nuevas herramientas educativas, libertad de cátedra y un aprendizaje personalizado. Pero se trata de un largo camino en el que aún queda mucho por recorrer.

En el caso de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), el proceso de integrar las TIC en el modelo de aprendizaje inició en 1994. La propia institución nació con el objetivo de ofrecer acceso a una formación universitaria online. “Entendimos desde un principio que teníamos que aprovechar las ventajas tecnológicas que nos brindaba Internet”, cuenta Llorenç Valverde, vicerrector de tecnología de la UOC. 

Algo similar sucedió en el entorno de Virtus360, una compañía vinculada al trampolín tecnológico de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. La empresa, fundada por Joan Puebla y Luis Mulero, lleva varios años desarrollando proyectos digitales orientados al sector educativo integrando las virtudes de las TIC en el día a día de centros escolares, profesorado y alumnos.

Una cuestión de terminología

Para Valverde, el término ‘virtual’ no es el más adecuado para designar este tipo de modelos de aprendizaje. “El uso que hacemos de ‘virtual’ en distintos aspectos de la vida es para designar cosas que no son reales,  y los conocimientos que se adquieren por estas vías son tan reales como los que se aprenderían empleando cualquier otra tecnología”. Por ello prefieren emplear conceptos como e-learning (aprendizaje electrónico) o hablar de ‘educación mediada por tecnologías’ y especifican que “cuando hablamos de aprendizaje virtual nos estamos refiriendo a la metodología”.

La educación se personaliza

Una de las principales ventajas de la integración de las TIC en la enseñanza es la posibilidad de romper con la interacción síncrona entre el alumnado y el profesor. “El método presencial requiere que todos los agentes coincidan a la vez en el tiempo y en el espacio”, explica Valverde. “Mientras que en una interacción asíncrona, como es el caso de la enseñanza online, el profesor tiene un contacto individual con el alumno, pudiendo confeccionar una metodología especial para sus necesidades”. 

VirtusClass, el EVA gratuito desarrollado por el grupo Virtus360, apuesta también por esta flexibilidad y personalización de la enseñanza mediada por tecnología. El software incluye una red social de centro que le permite al profesor configurar contenidos educativos en virtud de sus objetivos didácticos. “La gestión de itinerarios en el aula es la piedra angular del programa, lo que permite personalizar el aprendizaje”, asegura Mulero, uno de los fundadores de la empresa. El profesor se encuentra con un aula donde cada alumno tiene unas necesidades y aptitudes diferentes. Por ello es tan importante poder administrar materiales específicos confeccionados por el educador para un grupo o subgrupo de alumnos. 

Plataformas virtuales vs. Métodos pedagógicos

Plataformas como VirtusClass compiten en el mercado con otras iniciativas de educación virtual. Una de las primeras referencias y más conocidas en el sector es Moodle, un sistema de gestión de cursos de código abierto lanzado en 2006. Otras herramientas de gestión que podrían mencionarse son Alexia, lanzada por Cospa-Agilmic en 2009, o Clickedu, desarrollada por el fabricante de software Clickart, entre otras.

Para Valverde, “a la hora de optar por una de esas plataformas lo más importante es observar si el modelo pedagógico que emplean es acorde a la metodología y el espíritu de la institución en concreto”, explica. “Por ejemplo -continúa- Moodle está construida a partir de ciertas corrientes pedagógicas determinadas, lo que nos obliga, al usar el programa, a adoptarlas con independencia de que fueran o no las que buscábamos”.

Precisamente uno de los problemas que pueden plantear este tipo de plataformas es el de condicionar, dadas sus características, el propio formato educativo de la institución, algo que en el caso de la UOC quisieron evitar desde el principio. “No queríamos que todo estuviese demasiado condicionado por la tecnología”, explica Valverde.  Tras un año cuestionándose qué software escoger, en palabras de Valverde, “al final nos dimos cuenta de que lo importante era la metodología”. Algo que finalmente consiguieron a través de la Oficina de Innovación y Tecnología Educativas del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) donde estaban trabajando con un modelo intermedio llamado O.K.I., siglas de Open Knowledge Iniciative (Iniciativa de Conocimiento Abierto). La virtud de este modelo es que conseguía “crear una capa intermedia de comunicaciones que permitía comunicar no importa qué plataforma sobre no importa qué servicios y funcionalidades para el modelo educativo en cuestión”. “Nos pusimos en contacto con la Oficina de Tecnologías Educativas del MIT y, puesto que ellos a corto plazo no pretendían usarlo, nos hicimos rápidamente con el liderazgo en el desarrollo de O.K.I.”, explica Valverde. 

Tecnología al servicio de la libertad de cátedra

Otra de las tendencias en el sector del e-learning es la aparición de plataformas multieditoriales, herramientas que reúnen materiales didácticos provenientes de distintos grupos editoriales, poniéndolos al servicio de la comunidad educativa. En Virtus360 también han apostado por este tipo de servicios y han desarrollado VirtusBooks, una aplicación que cuenta ya con más de un millón de libros digitales distribuidos. 

Para Mulero, “lo más relevante de este software es que proporciona libertad de cátedra a los profesores, puesto que el educador puede escoger el mejor contenido para sus objetivos pedagógicos”. Además, su manejo es muy sencillo: sólo hace falta darse de alta con un nombre de usuario y contraseña. Cuando un título nos interesa, adquirimos su licencia, obteniendo a cambio un código de activación. “El modelo de relación con el usuario de VirtusBooks es de gratuidad -explica Mulero- el que cobra es el editor”. El programa soluciona a los editores el problema de la gestión de derechos digitales, permitiéndoles que cada licencia que emitan sea igual a un usuario, e impidiendo que la misma se pueda compartir con otros. 

Un proceso imparable

Sin duda alguna, la pregunta que queda sin responder aún es cuándo veremos a todos los alumnos del mundo haciendo uso de estas herramientas. “De momento hay un problema de base tecnológica”, dice Mulero. “Este tipo de servicios se construye sobre la base de una capacitación técnica mínima. Se necesita una infraestructura de comunicaciones básica y estable”, continúa. 

El cuello de botella que hace que el proceso de expansión de entornos virtuales como este no vaya más rápido es el nivel de manejo de herramientas tecnológicas por parte de profesores y alumnos. Para Mulero, “el nivel de despliegue no está tan condicionado por el estado del arte de la industria”. “La tecnología ya está disponible -prosigue- lo que falta es la capacitación del profesorado de los centros, para que puedan alfabetizarse digitalmente y adquirir habilidades para trabajar los materiales de manera digital”, sentencia Mulero. 

Desde la UOC, Valverde defiende al profesorado destacando que “se ha tendido a criminalizarlo de una forma muy injusta”. Y en cuanto al futuro del e-learning vaticina: “Creo que nos queda bastante recorrido para integrar completamente las TIC en los modelos de enseñanza actuales, pero opino también que se trata de un proceso imparable”.

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