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Biotecnología

Un método de captura de imágenes revela lesiones ocultas del cerebro

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Los cerebros de soldados expuestos a explosiones muestran daños en los tejidos hasta un año después.

  • por Brittany Sauser | traducido por Francisco Reyes (Opinno)
  • 08 Junio, 2011

Una sofisticada técnica de captura de imágenes ha puesto de manifiesto signos de lesión cerebral en soldados heridos en explosiones. Las lesiones, que no se encontraron con las técnicas de toma de imágenes estándar, podrían ayudar a explicar por qué algunos soldados sufren problemas a largo plazo después de tales lesiones.

Las lesiones cerebrales causadas por explosiones de artefactos explosivos improvisados, granadas propulsantes de cohetes, o las minas terrestres en Irak y Afganistán son una gran preocupación para los militares de EE.UU.. Se estima que entre un 10 y un 20 por ciento de todas las tropas desplegadas han experimentado leves lesiones traumáticas cerebrales como resultado de tales explosiones. Y aunque están relacionadas con problemas mentales y psicológicos a largo plazo, los expertos médicos carecen de medios para detectar cualquier daño físico resultante.

Un estudio realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, junto con el ejército de EE.UU., encontró que los daños en el cerebro pueden detectarse mediante una forma avanzada de toma de imágenes por resonancia magnética (IRM) conocida como imágenes de tensor de difusión (ITD). Esta técnica sigue el movimiento de moléculas de agua a través del cerebro, proporcionando una imagen detallada de la materia blanca del cerebro: el cableado neuronal que conecta las células. Los daños en este tejido se asocian con lesiones cerebrales traumáticas leves.

Los investigadores estudiaron a 63 soldados diagnosticados con lesiones traumáticas del cerebro después de haber sido heridos en explosiones en Irak y Afganistán. El diagnóstico se basó en síntomas tales como la pérdida de conciencia, la confusión y los dolores de cabeza. Los métodos estándar de toma de imágenes, incluyendo la RM y la TC, no mostraron ninguna lesión cerebral en la mayoría de los casos. Los investigadores estudiaron a los soldados dentro de los 90 días siguientes a la admisión en el Centro Médico Regional Landstuhl en Alemania, y de nuevo entre seis y 12 meses más adelante.

En el estudio, realizado entre 2008 y 2009, y publicado el 2 de junio en el New England Journal of Medicine, los investigadores encontraron que 18 de los 63 sujetos diagnosticados con lesión cerebral traumática tenían anomalías en la sustancia blanca en dos o más regiones del cerebro. Otros 20 sujetos tenían anormalidades en un área, y 25 no tenían ninguna. Las anomalías también fueron consistentes con las simulaciones por ordenador de los probables efectos de las explosiones en el cerebro.

"La importancia del nuevo estudio es que contiene datos a través del tiempo", señaló David Moore, profesor de neurología de la Tulane University School of Medicine en Louisiana y ex subdirector del Defense and Veterans Brain Injury Center en Washington, DC. "Un año más tarde, los resultados de los hallazgos de la ITD mostraron que seguían existiendo anomalías en la sustancia blanca del cerebro, lo que sugiere que este tipo de lesiones pueden tener efectos a largo plazo".

Moore llevó a cabo un estudio similar en el Hospital Militar Walter Reed en 2009, usando la ITD para observar los cerebros de personal militar de EE.UU. herido, un promedio de aproximadamente 80 días después de una explosión. Este estudio también mostró daños en la sustancia blanca del cerebro; se espera que los resultados se publiquen en los próximos meses.

"La ITD es muy sensible a la difusión del agua, que, en los tejidos organizados, se mueve más fácilmente a lo largo del axón", explica Christine Mac Donald, instructora de investigación en neurología en la Universidad de Washington y directora del estudio. "Utilizamos los patrones de difusión del agua a lo largo de estas pistas para inferir cambios que representen lesiones axonales", afirma Mac Donald. Los investigadores también examinaron a 21 sujetos de control: hombres expuestos a explosiones recientemente, pero sin síntomas de conmoción cerebral.

Todos los participantes en el estudio habían experimentado lo que se conoce como un evento ‘blast-plus’, lo que significa que experimentaron la onda de presión rápida de una explosión y sufrieron un traumatismo contuso en la cabeza. De media, los sujetos fueron evaluados 14 días después de ingresar en el Centro Médico Regional Landstuhl. Una segunda evaluación se llevó a cabo en EE.UU. un año después. El segundo análisis mostró anomalías persistentes y consistentes con la evolución de las lesiones.

Mac Donald, que condujo el estudio con el investigador jefe David Brody, profesor asistente de neurología en la Universidad de Washington, afirma que el estudio es un primer paso hacia la determinación de la patología de las lesiones cerebrales traumáticas, y hacia ser capaces de diagnosticar la lesión.

Barclay Morrison, profesor asistente de ingeniería biomédica en la Universidad de Columbia, afirma que los daños estructurales sutiles en el cerebro después de una explosión son difíciles de detectar, pero que eso es lo que afecta a funciones cognitivas como el sueño, la memoria y la planificación. Sin embargo, aunque la ITD fue capaz de detectar la mayoría de estos cambios sutiles, es demasiado pronto para correlacionar el daño con los comportamientos. "Ahora que tenemos una manera de identificar la lesión, el siguiente paso es encontrar el mecanismo de lesión subyacente: ¿qué le sucede a la sustancia blanca?"

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