Una terapia de genes es capaz de transformar el sistema visual, incluso en los adultos.
Los monos ardilla, que de forma natural son daltónicos ante los colores rojo y verde, son capaces de disfrutar de una visión parecida a la humana al ser inyectados con el gen de un fotoreceptor humano. Esta investigación, llevada a cabo en animales adultos, sugiere que el sistema visual es mucho más flexible de lo que se creía anteriormente—los monos aprendieron rápidamente a utilizar la nueva información sensorial. Los investigadores esperan que estos resultados también se puedan aplicar a los humanos que sufren daltonismo y otras enfermedades visuales, con lo que se expandiría el rango de enfermedades relativas a la ceguera que se pueden tratar con terapia de genes.
“La observación principal en este caso es que el animal puede utilizar esta entrada de datos adicional muy rápidamente y tomar decisiones basándose en ella,” afirma Jeremy Nathans, neurocientífico en la Universidad John Hopkins en Baltimore, y que no estuvo involucrado en el estudio. “Eso es algo increíblemente bueno.”
“Este es un increíble paso adelante en cuanto a nuestra capacidad para modificar la retina gracias a la ingeniería genética,” afirma David Williams, director del Centro de Ciencia Visual en la Universidad de Rochester en Nueva York, y que no estuvo involucrado en el estudio.
La visión normal en los monos ardilla es casi idéntica al daltonismo frente a los colores rojo y verde en los humanos, por lo que los monos se convierten en sujetos excelentes para el estudio de la enfermedad. La mayoría de la gente tiene tres tipos de fotoreceptores del color—rojo, verde y azul—que les permiten ver el espectro de color completo. La gente con daltonismo rojo-verde, una enfermedad genética que afecta a cerca del 5% de los hombres y a un porcentaje mucho menor de mujeres, no posee la proteína sensible a la luz que se utiliza en las longitudes de onda del rojo o el verde. Puesto que sólo poseen dos fotoreceptores de color, su visión en color se ve limitada—por ejemplo, no pueden distinguir una X roja en un fondo verde.
En el nuevo estudio, publicado hoy en Nature, un grupo de científicos de la Universidad de Washington en Seattle inyectó el gen de la versión humana del fotopigmento rojo directamente en los ojos de dos animales, cerca de la retina. El gen, que se encapsula dentro de un virus inocuo a menudo utilizado en terapias de genes, está modificado de tal forma que sólo se hace activo dentro de un conjunto de fotoreceptores verdes. Empieza a producir la proteína con el pigmento verde entre nueve y veinte semanas después de haber sido inyectado, transformando la célula en una capaz de responder ante el color rojo.
Los investigadores analizaron los monos antes y después del tratamiento, utilizando un test muy similar al que se usa para evaluar el daltonismo en los humanos. El test consistía en colocar unas formas coloreadas dentro de un fondo de un color distinto, y los monos tocaban la pantalla cuando veían la forma. Los investigadores descubrieron que la visión en color de los animales cambió dramáticamente después del tratamiento. “La visión en color humana es muy buena; sólo se necesita una pequeña cantidad de tinte rojo para poder distinguir entre dos matices,” afirma Jay Neitz, uno de los autores del estudio. “Los animales curados no son tan buenos como los otros tipos de monos con visión en color normal, aunque se acerca muchísimo.”
Ambos animales descritos en el estudio también han logrado mantener la capacidad sensorial tricolor durante más de dos años. Y ninguno ha manifestado efectos secundarios dañinos, tal y como podría ser una reacción inmune a la proteína extranjera. Hasta ahora los investigadores han tratado a cuatro monos más, sin signos de complicaciones. “Los resultados son bastante convincentes,” señala Gerald Jacobson, neurocientífico en la Universidad de California, Santa Barbara, y que no estuvo involucrado en el estudio. “Existe el potencial de hacer lo mismo con seres humanos.”
En la actualidad se llevan a cabo pruebas para una terapia de genes destinada a tratar una enfermedad visual más grave, llamada amaurosis congénita de Leber, mediante la cual una proteína anormal en los fotoreceptores de quienes la padecen hace que la sensibilidad a la luz se vea afectada gravemente. El hecho de que esta investigación debiera o no convertirse en un tratamiento para el daltonismo humano es algo que seguramente generará controversia. “Creo que sería una utilización muy pobre de la tecnología médica puesto que hay enfermedades mucho más graves,” afirma Nathans. “La variación de la visión del color es uno de los tipos de variaciones que hacen que la vida sea más interesante. Uno puede llegar a crear que es un defecto, pero la gente daltónica tiene ventajas sobre otras cosas, como por ejemplo desenmascarar los camuflajes. También señala que la agudeza de los daltónicos puede que sea ligeramente mejor.
Sin embargo, tanto Nietz como Jacobson afirma que a menudo reciben llamadas de gente daltónica a la búsqueda de una cura, y esperan que la investigación se pueda utilizar finamente en humanos.
“Para aquellos de nosotros que no lo sufrimos, puede parecernos un defecto trivial, pero en realidad puede cerrar muchas puertas,” afirma Jacobson. La gente daltónica no pueden ser pilotos comerciales, oficiales de policía o bomberos, por ejemplo. “Cada día hay gente que me habla de las oportunidades que pierden por el hecho de ser daltónicos,” afirma Neitz. “Obviamente no queremos arriesgar otros aspectos de la visión, pero creo que esta técnica podría usarse de tal manera que prácticamente no supusiese ningún riesgo.”
Los descubrimientos suponen un reto para las nociones actuales acerca del sistema visual. Hasta ahora se consideraba que este sistema se fijaba durante la fase inicial del desarrollo. Esta teoría se apoya, por ejemplo, en el hecho de que los gatos privados de visión en un ojo a una edad temprana jamás logran utilizar ese ojo de forma normal. “A día de hoy la gente había explorado el campo de la plasticidad visual y el desarrollo mediante el uso de la privación de formas distintas,” afirma Neitz. “No obstante, nadie ha sido capaz de explorarlo mediante la inclusión de algo que no estaba allí desde un principio.”
Esa flexibilidad también resulta importante para las aplicaciones clínicas de la tecnología. El hecho de que los monos adultos pudieran utilizar la nueva información sensorial sugiere que las terapias de genes correctivas para el daltonismo no tienen por qué ser aplicadas a una edad temprana del desarrollo, como se temían algunos. Sin embargo, aún no está claro si la visión en color será un ejemplo aislado de plasticidad en el sistema visual adulto, o si forma parte de un número de elementos mayor.
Los investigadores esperan que los descubrimientos puedan ser aplicados a otras enfermedades de la retina. Se han identificado cientos de mutaciones vinculadas a defectos en los fotoreceptores y otras células de la retina, y que provocan enfermedades como la retinitis pigmentosa, una enfermedad degenerativa que puede conducir a la ceguera. Sin embargo, y a diferencia del daltonismo, que deja intacto el sistema visual, exceptuando la falta de fotopigmentos, muchas de estas enfermedades provocan daños a las células fotoreceptoras. “Creo que es difícil saber el modo en que se podrá extrapolar a otras enfermedades relacionadas con la ceguera más graves y que conlleven una degeneración de la retina también más grave,” señala Nathans.
La investigación también apunta la posibilidad de añadir nuevas funcionalidades al sistema visual, lo que puede ser de interés particular para el ejército. “Puede que sea posible tomar a sujetos con visión normal y darles un pigmento para que vean los infrarrojos,” señala Williams. “Estoy seguro de que muchos soldados querrían tener instalada su cámara de infrarrojos directamente en la retina.