El número de personas que se sometió a un análisis genético de consumo se disparó el año pasado, y se calcula que uno de cada 25 estadounidenses ya lo ha hecho. Eso sí, parece que este bum está muy relacionado con la publicidad y las ofertas ofrecidas por las empresas
Según cálculos de la industria, el número de personas que se han analizado su ADN mediante pruebas pruebas de genealogía genética para el consumidor se disparó en 2017. A día de hoy, esta cifra ya supera los 12 millones de personas (ver Cómo despilfarrar el sueldo de un mes en pruebas genéticas que no sirven para nada).
La mayoría de los análisis se realizaron a ciudadanos de Estados Unidos. Así que actualmente, uno de cada 25 adultos estadounidenses tiene acceso a sus datos genéticos aproximadamente. Una cifra que podría generar una nueva gama de servicios de análisis genético.
El bum se produjo en medio de una guerra de precios. Durante un bombardeo de publicidad y descuentos de fin de año, las empresas vendieron servicios por debajo de los 50 euros y ofertas 2x1. "El punto de inflexión comenzó en verano de 2016 y a partir de allí, se ha ido hasta la estratosfera", dice el emprendedor en genética de consumo y cofundador de DNAGeeks, David Mittelman (ver Empieza la guerra entre las grandes compañías de test genéticos).
La semana pasada la empresa de genealogía Ancestry.com anunció que ha realizado su prueba a más de siete millones de personas, de las cuales dos millones tuvieron lugar en los últimos cuatro meses de 2017. La lista de clientes de la compañía supera a las listas de todos los competidores en conjunto. La segunda empresa más grande, 23andMe, ha realizado la prueba a más de tres millones de personas. Le siguen FamilyTreeDNA y MyHeritage (ver 23andMe, la empresa de secuenciación de ADN que triunfa por ser como Facebook).
El ADN se ha convertido en un producto básico para científicos y compañías de biotecnología, interesadas en recolectar suficientes datos para divulgar nuevos conocimientos a través de nuevas formas. La semana pasada, un conocido laboratorio de la Universidad de Harvard (EE. UU.) lanzó un plan para vincular los genomas de los consumidores a una nueva criptomoneda (ver Gane dinero alquilando sus datos de ADN mediante esta 'blockchain').
Gracias al ADN, los servicios de genealogía informan al usuario sobre los continentes de los que proceden sus antepasados y ubican a los miembros de la familia, incluidos los primos lejanos (ver Nuestro Pasado Está Dentro de Nosotros).
La lectura que se hace del ADN se llama genotipo, y consiste en medir alrededor de un millón de veces el genoma de una persona. Estas mediciones se realizan utilizando un chip de ADN de bajo coste. Tanto Ancestry, como 23andMe, permiten a sus clientes descargarse los datos.
Dado el gran número de personas que ya disponen de sus datos, es posible que las empresas que los interpretan en busca de información más profunda empiecen a proliferar como la espuma. Compañías como Habit y Promethease ya ofrecen un desglose de la dieta o los riesgos de salud del usuario a partir de su genotipo. Por lo general, esto se realiza con poca supervisión por parte de los reguladores (ver Pruebas genéticas de consumo, ¿simple entretenimiento o peligro médico?). Mittelman confirma que "hay muchas empresas que dicen: 'Envíeme sus datos y le daré más información'".
Las compañías especializadas en pruebas genéticas de consumo llevan años luchando para convencer a los usuarios de que las pruebas de ADN tienen mucho valor. Por el momento, la única app que ha seducido a una gran de los consumidores se centra en pruebas de genealogía. Sin embargo, hay argumentos que sugieren que el éxito de las pruebas es el resultado directo de la inversión en publicidad de las empresas. Según Kantar Media, durante el 2016, Ancestry.com invirtió casi 90 millones de euros en publicidad televisiva y otros anuncios en Estados Unidos. En 2017, la cifra pareció ser aún mayor. La segunda mayor inversión en publicidad de 2016 fue la de 23andMe, con 17 millones de euros.