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Inteligencia Artificial

Necesitamos ordenadores con empatía para ser mejores personas

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La inteligencia artificial emocional es una tendencia al alza que intenta dotar a las máquinas de la capacidad de saber cómo se siente el usuario y reaccionar en consecuencia. Esto no sólo nos ayudaría en el día a día sino que podría hacernos mejores personas 

  • por Rana El Kaliouby | traducido por Patricia R. Guevara
  • 24 Octubre, 2017

Hace poco, estaba ensayando un discurso para una conferencia de inteligencia artificial (IA) cuando mencioné a Alexa (de Amazon). En ese momento, Alexa salió de su letargo y dijo: "Está sonando Selena Gomez". Tuve que gritar: "¡Alexa, para!", unas cuantas veces antes de que me escuchara.

Pero Alexa no era consciente de mi enfado. Como la mayoría de los asistentes virtuales y otras tecnologías, no tiene ni idea de lo que sentimos. Ya estamos rodeados de dispositivos inteligentes hiperconectados que son autónomos, conversacionales y relacionales. Y aún así, están completamente desprovistos de cualquier habilidad para averiguar cómo de molestos, felices o deprimidos estamos. Y eso es un problema.

¿Qué pasaría si, en cambio, estas tecnologías (altavoces inteligentes, vehículos autónomos, televisores, refrigeradores conectados, teléfonos móviles) fueran conscientes de nuestras emociones? ¿Qué pasaría si percibieran el comportamiento no verbal en tiempo real? Su automóvil podría notar que parece cansado y se ofrecería a coger el volante. Su refrigerador podría cooperar con usted en una dieta más saludable. Su dispositivo portátil de fitness y su televisión podrían unirse para sacarle del sofá. El espejo de su baño podría sentir que está estresado y ajustar la iluminación mientras enciende la música adecuada para mejorar el estado de ánimo. Las tecnologías conscientes de las emociones ofrecerán recomendaciones personalizadas y alentarán a las personas a hacer las cosas de manera diferente, mejor o más rápida.

En la actualidad, una categoría emergente de inteligencia emocional artificial, o IA de la emoción, se centra en desarrollar algoritmos capaces de identificar no sólo las emociones humanas básicas como la felicidad, la tristeza y la ira sino también estados cognitivos más complejos como la fatiga, la atención, el interés, la confusión, la distracción y mucho más.

"Espero que las tecnologías que nos rodean sean conscientes de nuestras emociones en los próximos cinco años".

Mi compañía, Affective, es una de las que trabajan en la construcción de dichos sistemas. Hemos recogido un vasto corpus de datos que consta de seis millones de vídeos faciales recopilados en 87 países, lo que permite ajustar un motor de inteligencia artificial para que genere expresiones verdaderas de emoción en la vida real y tenga en cuenta las diferencias culturales en la expresión emocional.

Mediante visión artificial, análisis del habla y aprendizaje profundo, hemos clasificado las expresiones faciales y vocales de la emoción. Aunque aún quedan algunos desafíos abiertos: ¿cómo entrenar esos sistemas multimodales? ¿Cómo recopilar datos para emociones menos frecuentes, como el orgullo o la inspiración?


Créditos: David Biskup.

Pero el campo avanza tan rápido que espero que las tecnologías que nos rodean sean conscientes de nuestras emociones en los próximos cinco años. Reconocerán y responderán a los estados cognitivos y emocionales humanos, tal y como lo hacen las personas. La inteligencia emocional artificial estará arraigada en las tecnologías que usamos todos los días, se ejecuta en segundo plano y hace que nuestras interacciones tecnológicas sean más personalizadas, relevantes, auténticas e interactivas. Es difícil recordar ahora cómo era todo antes de que tuviéramos pantallas táctiles y reconocimiento de voz. Con el tiempo, sentiremos lo mismo sobre el hecho de que nuestros dispositivos sean sensibles a las emociones.

Éstas son algunas de las aplicaciones que más me entusiasman.

  • Automotriz: un vehículo consciente de sus ocupantes podría controlar la fatiga, distracción y frustración del conductor. Más allá de la seguridad, su automóvil podría personalizar la experiencia a bordo, cambiar la música o la configuración ergonómica según quién esté en el automóvil.
  • Educación: en los entornos de aprendizaje en línea, a menudo es difícil saber si un estudiante tiene problemas. Y cuando sus notas empiezan a caer ya suele ser demasiado tarde y el abandona. ¿Pero qué pasaría si los sistemas de aprendizaje inteligente pudieran proporcionar una experiencia de aprendizaje personalizada? Estos sistemas ofrecen una explicación diferente cuando el estudiante se siente frustrado, va más lento cuando está confuso o simplemente cuenta una broma cuando es hora de pasar un buen rato.
  • Atención médica: al igual que podemos rastrear nuestra salud y estado físico, podríamos rastrear nuestro estado mental, enviando alertas a un médico si decidimos compartir esta información. Los investigadores están investigando la inteligencia emocional artificial para el diagnóstico precoz de trastornos como el Párkinson y la enfermedad de las arterias coronarias, así como la prevención del suicidio y el apoyo al autismo.
  • Comunicación: hay mucha evidencia de que ya tratamos a nuestros dispositivos (especialmente a las interfaces conversacionales) de la misma manera en que nos tratamos unos a otros. La gente pone nombre a sus robots sociales, confía en Siri para contar si sufrieron abusos físicos, y le piden apoyo moral a un bot parlante mientras acude a la quimioterapia. Y esto está pasando sin que las máquinas tengan empatía. Por otro lado, sabemos que las generaciones más jóvenes están perdiendo cierta capacidad de empatía porque crecen con interfaces digitales en las que falta la emoción, la dimensión principal de lo que nos hace humanos. Así que la IA emocional puede que nos ayude a acercanos más.

Como ocurre con cualquier tecnología novedosa, existe la posibilidad de que haya un uso bueno y uno malo. Es difícil obtener algo más personal de un individuo que datos sobre sus emociones. Las personas deberían estar dispuestas a cualquier tipo de intercambio de datos, y deberían saber para qué se utilizan estos. También necesitaremos averiguar si ciertas aplicaciones cruzan las líneas morales. Tendremos que averiguar cuáles son las reglas de privacidad y ética. Tendremos que trabajar para evitar generar sesgos en estas aplicaciones. Pero creo firmemente que el potencial para el bien supera con creces el del mal.

Rana el Kaliouby es la CEO y cofundadora de Affectiva. En 2012, fue seleccionada entre los ganadores de los 35 Innovadores menores de 35 globales de 'MIT Technology Review'.

Inteligencia Artificial

 

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