Los gestores de salud pública de EEUU ya están trabajando en herramientas para utilizar la cadena de bloques para agilizar la transferencia de información entre centros y asegurar que los datos se usan de forma correcta
Si alguien contrae la hepatitis A en algún estado de EEUU, una enfermedad peligrosa que ataca al hígado, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) deben saberlo. Es probable que los departamentos de salud de los estados vecinos también deban tener conocimiento de ello, ya que la persona puede haber contraído el virus a través de alimentos o agua contaminados en uno de esos estados. Los CDC, los departamentos de salud estatales y locales, y otras organizaciones deben compartir datos de salud pública de este tipo para poder controlar la propagación de una serie de enfermedades infecciosas. Pero aunque parezca sencillo, en realidad es un desafío muy complejo de gestión de datos.
Pero este reto parece estar hecho a medida de la nueva tecnología blockchain (o cadena de bloques), según opina el arquitecto jefe de software en el CDC del Centro de Vigilancia, Epidemiología y Servicios de Laboratorio, Jim Nasr. Durante los últimos meses, Nasr ha dirigido un equipo que trabaja en varias pruebas de concepto basadas en la tecnología blockchain. Su objetivo es construir aplicaciones reales el próximo año. La mayoría están orientadas hacia una mejor vigilancia de la salud pública, la cual podría incluir el uso de cadenas de bloques para administrar de manera más eficiente los datos durante una crisis o para controlar mejor el abuso de opiáceos.
"La salud pública y el blockchain encajan del todo", dice Nasr. El éxito depende de la capacidad de las organizaciones análogas (el CDC, las agencias estatales y locales de salud, los hospitales y las clínicas) de colaborar eficaz y eficientemente, y la "moneda" para esa colaboración son los datos, sostiene. "Pasar esos datos de un colega a otro de forma segura, obediente y transparente (tan pronto como sea posible) es una parte clave del modelo de negocio", añade.
Las cadenas de bloques como las sustentan Bitcoin y otras criptomonedas, se mantienen por redes de computadoras (en lugar de por una única autoridad de confianza) que verifican cada transacción y la graban en un libro de registro prácticamente incorruptible y cifrado compartido por todos los ordenadores de la red (ver ¿Qué es Bitcoin, y por qué es importante?).
Nars considera que la tecnología es particularmente adecuada para aplicaciones de salud pública. Mientras que las organizaciones individuales de la red de salud pública comparten el mismo objetivo, también hay una mezcla compleja de acuerdos de uso de datos y reglas gubernamentales de privacidad que dictan qué miembros pueden acceder a la información y cuáles pueden modificarla. Eso retrasa las cosas. Se necesitan varios procesos adicionales, a veces manuales, para asegurar que la organización o persona correcta envió o recibió los datos correctos, y que se utilizaron correctamente. Una cadena de bloques puede automatizar estos pasos (ver 'Blockchain' promete acabar con el descontrol y la ineficiencia de datos sanitarios del mundo).
De hecho, el complicado modelo peer-to-peer (red entre pares) de salud pública para el intercambio de datos es "en gran medida lo que permite blockchain", dice Nasr.
Un ejemplo de un escenario en el que un sistema de cadena de bloques podría marcar una gran diferencia sería una crisis de salud pública, como una pandemia. Los CDC tienen una aplicación móvil que los trabajadores locales de salud pueden usar para registrar la información sobre los pacientes y ayudar a determinar qué medicamentos se deben suministrar a cada quién. Pero la información personal identificable no se puede almacenar en la nube, y guardarla de la forma autorizada lleva mucho más tiempo, indica Nasr. El investigador dice que la cadena de bloques podría ofrecer una manera de almacenar y compartir esos datos mucho más rápido a la vez que cumplen con las leyes de seguridad y privacidad.
Sin embargo, antes de que cualquiera de estos conceptos pueda convertirse en una aplicación real, los tecnólogos de los CDC tendrán que lidiar con algunas preguntas complicadas. Por ejemplo, ¿qué ordenadores deben encargarse de mantener el libro de registro, y quiénes deben tener permiso para leer o modificar los datos? ¿Cómo deben gestionarse las identidades, no sólo las de los pacientes sino también las de las organizaciones de salud pública, en la cadena de bloques? "El juego acaba de empezar", concluye Nasr.