Peter Ting se presentó voluntario para averiguar su riesgo de padecer enfermedades presentes en su familia, como la diabetes. Para su sorpresa, descubrió que tenía una variante genética que durante toda su vida le había dificultado ver bien en situaciones de poca luz
A los ojos de Peter Ting siempre les ha costado adaptarse a la oscuridad. Pero nunca pensó que la causa estuviera en sus genes hasta que sometió su genoma a una secuenciación. Los resultados de Ting, un sano jubilado de 60 años, revelaron una variante genética que causa una rara enfermedad ocular hereditaria.
La secuenciación de Ting formaba parte del primer estudio aleatorizado que intenta descubrir qué pasa cuando una persona sana obtiene su información genética. Los médicos involucrados en el proyecto, llamado MedSeq, seleccionaron a 100 personas. Todas ellas se sometieron a una revisión de atención primaria, pero sólo se secuenció el genoma de la mitad. El hallazgo principal: una de cada cinco personas presenta una mutación que le causa una enfermedad hereditaria rara.
La secuenciación del genoma completo proporciona una lectura de las 6.000 millones de letras del ADN de una persona. Esta información puede convertirse en una potente herramienta para diagnosticar enfermedades graves, y generalmente misteriosas. Lo que todavía no está claro es si la secuenciación del genoma tiene algún beneficio o desventaja médica para las personas sanas, ya que nadie sabe cuántos pacientes teóricamente sanos tienen una mutación y no lo saben. El estudio en el que participó Ting proporciona algunas respuestas preliminares, pero dada su escasa amplitud, no es capaz de demostrar que la secuenciación del genoma deba ser ampliamente utilizada.
De los 50 adultos sanos cuyos genomas fueron secuenciados, 11 de ellos, el 22%, descubrieron que tenían variantes genéticas en uno de casi 5.000 genes asociados a enfermedades raras hereditarias. Una de las sorpresas fue que la mayoría de ellos no presentaba ningún síntoma. Las variaciones de dos de los voluntarios estaban relacionadas con anomalías en el ritmo cardíaco, pero sus pruebas de cardiología fueron normales.
Para el responsable del estudio, Jason Vassy, que ha sido publicado en Annals of Internal Medicine, "esto significa que alguien puede no tener la enfermedad o puede no padecerla todavía". Es posible que estas variantes acaben provocando problemas cardíacos en el futuro, pero ni siquiera eso está claro, detalla el experto.
De las 11 personas con una variante genética rara, solo Ting y otro participante más tenían antecedentes de problemas médicos asociados a su ADN. Vassy se pregunta "¿qué significa sano?", y confía en que "la genómica va a redefinir ese concepto". Además del informe, el experto es médico de atención primaria y profesor adjunto de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard (EEUU).
La consejera genética de la empresa de secuenciación Illumina y la presidenta electa de la Sociedad Nacional de Consejeros Genéticos de EEUU, Erica Ramos, cree que los hallazgos subrayan que además de los factores genéticos, hay otros elementos asociados a la salud de una persona como la edad, el género, el estilo de vida y el medioambiente. Y eso se demuestra en casos de mutaciones asociadas directamente a enfermedades, como los 4.631 genes que los médicos estudiaron en detalle para MedSeq.
"Las variantes genéticas específicas no siempre se presentan como una enfermedad, aunque la propia variante podría causar una enfermedad", explica Ramos. En la genética, el fenómeno se denomina "penetrancia", y consiste en que las mutaciones que no son 100% penetrantes no garantizan el causar una enfermedad. Ramos cree que el porcentaje de uno de cada cinco de tener una variante genética asociada con una enfermedad rara todavía no representa una razón para salir corriendo y secuenciarse el genoma.
Ting cuenta que se ofreció voluntario porque quería conocer su riesgo de desarrollar diabetes y problemas de tiroides, que son frecuentes en su familia. Por el contrario, se sorprendió al enterarse de la causa de sus dificultades de visión. Fue algo que "surgió de la nada para explicar lo que llevaba notando durante años", recuerda.
Ramos afirma que la posibilidad de que algunas personas alberguen una variante genética asociada a una enfermedad rara no significa que haya que secuenciar el genoma de todo el mundo. En su opinión, la secuenciación del genoma completo puede resultar útil en ciertas situaciones, como cuando se desconocen los antecedentes familiares o la historia familiar es incompleta. Y añade que en el caso de las personas del estudio con una variante genética identificada pero sin signos de enfermedad, los resultados pueden ser útiles para sus familiares.
Hay otra posible consecuencia de que muchas personas secuencien sus genomas. Para los participantes del estudio, los costes sanitarios aumentaron una media de 310 euros por persona en comparación con un grupo de control durante los seis meses posteriores a la recepción de sus resultados. Los autores no saben si esos costes estaban directamente relacionados con la secuencia, pero Vassy apunta que no sería descabellado pensar que la gente pueda programar citas de seguimiento o someterse a más pruebas en función de sus resultados.