Un fármaco derivado de la rapamicina ha mejorado la respuesta a una vacuna en pacientes de la tercera edad, y podría ser la clave para restaurar otros cambios perjudiciales del sistema inmune
Crédito: Bromford (Flickr).
¿Puede una pastilla rejuvenecernos?
Novartis informó de uno de los pocos estudios farmalógicos realizados en un intento de abordar esta pregunta el día de Nochebuena de 2014. La empresa había buscado comprobar si administrar bajas dosis de un fármaco llamado everolimus a gente mayor de 65 años años de edad aumentaría su respuesta a las vacunas para la gripe.
Lo logró, en alrededor de un 20%. Pero, detrás de la prueba había una pregunta más grande sobre si algún fármaco podrá ralentizar o revertir los síntomas de la vejez. El estudio de Novartis sobre everolimus, que examinó si se podría lograr que el sistema inmune de la gente de tercera edad se comportara como si fuese más joven, ha sido calificado del "primer ensayo del envejecimiento humano".
La semana pasada, una empresa de inversiones de capital riesgo radicada en Boston (EEUU) llamada PureTech afirmó estar pagando a Novartis una licencia para dos moléculas farmacéuticas y el derecho de utilizarlas contra enfermedades relacionadas con la edad, y que la investigación sería la base de una nueva start-up llamada resTORbio. La empresa indica que seguirá probando si tales fármacos podrán rejuvenecer células inmunes envejecidas.
El fármaco que probó Novartis es un derivado de la rapamicina, un compuesto descubierto primero en una bacteria nativa de la Isla de Pascua, o Rapa Nui, y nombrado por ella. Gracias a sus amplios efectos sobre el sistema inmune, la rapamicina ya ha sido empleada en la medicina de trasplantes como un supresor inmune y una versión ha sido comercializada por Novartis en forma del fármaco de receta anticancerígeno Afinitor.
Lo que resulta aún más interesante de la rapamicina, sin embargo, es su reputación como la manera más fiable de posponer la muerte, al menos en especies de laboratorio. Alarga la vida de moscas, gusanos y roedores también. Al alimentar ratones con el compuesto, viven un 25% más por media.
"No les hace inmortales, pero está bastante bien", dice David Harrison del Laboratorio Jackson, que participa en el Programa de Pruebas de Invervención, un esfuerzo del Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos en el que los fármacos que muestran promesa para la longevidad son probados independientemente en ratones durante un período de varios años. "Es la intervención más emocionante que tenemos", afirma Harrison. "También funciona a cualquier edad, y eso lo hace muy interesante". Un estudio está en curso en Seattle (EEUU) para comprobar si la rapamicina alarga la vida de los perros.
De lo que aún no disponemos son estudios formales de si la rapamicina o cualquier otro fármaco puede alargar la vida de los humanos. Por muchos motivos, las empresas aún no han querido perseguir tratamientos antienvejecimiento en potencia. Científicamente, las pastillas de la longevidad siguen representando una idea exagerada y algo que sigue perteneciendo al dominio de chiflados y matasanos. Clínicamente, resulta difícil demostrar que un fármaco alarga la vida, ya que llevaría demasiado tiempo. No existe ningún camino claro hacia su regulación ya que el envejecimiento en general no ha sido reconocido como una enfermedad tratable.
Pero recientemente, unos inversores de capital riesgo que antes habrían rehuido tales ideas han empezado a investigar. Las empresas interesadas en medicinas de antienvejecimiento incluyen la empresa Human Longevity de J. Craig Venter, In Silico Medicine, Mount Tan Biotechnologies y la empresa de bioinformática de Hong Kong (China) Gero. El año pasado, Unity Biotechnologies, una nueva empresa de biotecnología con planes de emplear fármacos para erradicar células envejecidas, recaudó 127 millones de dólares (unos 117 millones de euros). Eso siguió a la formación de la spin-out de Google en 2013 de la empresa antienvejecimiento Calico, que dispone de 1.500 millones de dólares (unos millones de euros) de caja.
Los investigadores de Novartis probaron everolimus en cientos de pacientes de tercera edad en Australia y Nueva Zelanda que se disponían a recibir una vacuna para la gripe. El equipo encontró que los sistemas inmunes de los pacientes respondieron de forma más vigurosa - más parecida a la respuesta de una persona más joven, se podría decir.
Brian Kennedy, que estudia el envejecimiento en el Instituto Buck, asegura que el estudio de Novartis es "revolucionario" por la manera en la que encontró una manera de abordar el impacto del fármaco sobre los efectos del antienvejecimiento. "Nadie tiene el estómago de hacer estudios de longevidad", dijo en una entrevista el año pasado. "O se puede hacer lo que hizo Novartis, que es escoger una propiedad del envejecimiento y comprobar si eres capaz de ralentizarla".
Novartis dice que pronto informará de más resultados de sus estudios en personas de tercera edad. Pero la empresa también decidió que la investigación no encaja con sus prioridades. "Dejaremos de desarrollarla para trastornos relacionados con el envejecimiento", confirmó el portavoz de Novartis Jeffrey Lockwood. "Se encuentra fuera de nuestra estrategia".
En su lugar, Novartis decidió vender el programa a PureTech a cambio de una participación de propiedad en la nueva empresa. PureTech se compromete inicialmente a proporcionar 15 millones de dólares (unos millones de euros) para financiar resTORbio, afirma.
El CEO de la start-up, Chen Schor, rehusó especificar exactamente qué dirección tenía pensado tomar, más allá de decir que la empresa se basará en los datos de Novartis. "Estamos adoptando un enfoque muy pragmático y priorizarémos las indicaciones donde esperamos que los datos nos puedan ayudar a lograr la aprobación del uso de estos compuestos si podemos alterar el declive en la función del sistema inmune", explica Schor.
La start-up intentará utilizar los fármacos de Novartis para revertir lo que llama la "inmunosenescencia", o cambios perjudiciales del sistema inmune que se producen con la edad. En parte, eso podría incluir intentar restaurar algunos tipos de células T, que se agotan y dejan de vigilar las señales de cáncer o infecciones. "Se vuelven viejas y gruñonas pero permanecen en el cuerpo y segregan citoquinas proinflamatorias, y eso tiene consecuencias de salud", explica el director científico de PureTech, Joseph Bolen.
La rampacina actúa sobre lo que se llama el complejo mTOR, un conjunto de genes que juega un papel básico en la regulación del metabolismo de las células. Cuando mTOR es bloqueado, puede provocar que las células entren en modo de superviviencia. Lo mismo puede conseguir una variedad de trucos, incluido alimentar a los animales con una dieta muy baja en calorías. "Pero resulta que este es un mecanismo que es accionable con un fármaco en lugar de, digamos, las restricciones de calorías", señala Bolen. "Creo que esta representa una manera práctica de abordar la modulación. Lo que nos dice la biología es que lo que se ha observado en muchas otras especies parece que se sostendrá en humanos".